Lula Goce
El arte que florece en las fachadas
España, Bélgica, Alemania, Italia… Las niñas, mujeres y los elementos de la naturaleza que inundan la obra de Lula Goce lucen hoy en fachadas de medio mundo, incluida la meca del ‘street art’, Nueva York. Dos de sus obras figuran, además, estos días en la lista de los mejores 100 grafitis del mundo.
A ritmo de chillout, techno o Camarón, Lula Goce se sube a una grúa para dar nueva vida a muros en los que deja su impronta y mensaje. El retrato de la actriz Blanca Suárez, que ilustró a finales de 2019 en un edificio del Bronx, o el de su paisano Javier Rey en la piel del narco Sito Miñanco —que puede verse en una escena de la serie Fariña—, le han dado en el último año una mayor repercusión internacional a la artista gallega. Ahora, además, dos de sus murales han sido seleccionados por el equipo de la revista especializada y una de las biblias del arte urbano, Streetart360, en su nuevo top 100 mundial.
¿Formas parte de esa crew de muralistas que empezó haciendo grafitis?
No, en los 80 no llegaba el spray a Galicia [ríe]. Salíamos con botes de pintura y funcionábamos de otra manera. El grafitero al uso es más reciente. Sí he pintado con spray y de manera ilegal, pero no con el sentido del grafitero. Estudié Bellas Artes con especialización en pintura, he hecho diseño gráfico e ilustración, tengo un máster… Es decir, vengo de un ambiente más académico y menos underground, con un punto más reflexivo que la mera intervención urbana. No solo pinto una pared; tengo en cuenta el entorno social y quienes lo conforman, por eso llevo a cabo una investigación previa.
Se tiende a reducir el arte urbano a la técnica del grafiti. ¿Por qué?
El arte urbano existe desde mucho antes que el grafiti, aunque con otros matices —las esculturas de las rotondas también son arte urbano—. Muchos artistas vienen de ese mundo, pero no podemos reducir todo el arte urbano al grafiti. Utilizar el soporte que te rodea como parte de tu obra se ha hecho siempre y parece que el muralismo no existía hasta que llegó el grafiti, cuando las paredes se pintan desde los neandertales en Altamira.
Por esta regla de tres, podríamos decir que Lula Goce es una muralista.
Prefiero considerarme artista, que es un término más amplio. Circunstancialmente, desarrollo mi trabajo en el medio urbano porque realizo murales que se ubican en un contexto social, territorial y social determinado, pero no me considero muralista.
¿En qué se diferencia para ti un proyecto personal de un encargo?
Cada proyecto es único porque está pensado para un espacio y contexto concreto. Obviamente, hay diferencias si el encargo es para una empresa o un ayuntamiento, por ejemplo. Es muy difícil tener total libertad para hacer lo que te dé la gana y, aunque intento llevarme los proyectos a mi terreno, siempre hay condicionantes. El arte urbano tiene un compromiso para con el lugar y para con quien paga, los productores, los propios festivales o, incluso, el dueño de la casa que se pinta. Son ellos quienes marcan las pautas.
¿Qué piensas sobre que el arte urbano se haya convertido en un negocio mundial, con multinacionales involucradas?
Es un tema que da para un debate largo y tendido. Supongo que es por la capacidad que tienen el capitalismo y la economía de mercados para coger algo del extrarradio, batirlo y venderlo como un producto. Si vives en una sociedad capitalista tienes que formar parte del engranaje y, si quieres algo, necesitas dinero para pagarlo. Así de claro. Es normal que las marcas entren en el arte urbano, ya que siempre se ha hecho con el arte en general; los cuadros de Velázquez o Goya eran obras institucionales, la Capilla Sixtina, las grandes obras de la Grecia clásica o la antigua Roma… Siempre hemos trabajado por dinero.
¿Se necesita un talento especial para lo que haces?
En un artista se combinan cualidades y aptitudes. Puedes ser artista por tener una obra estupenda que funciona sola, porque eres muy bueno vendiéndote o porque te rodeas de gente que te vende muy bien. Por ejemplo, independientemente de que sea bueno o no, Okuda está muy bien promocionado. Por supuesto que se necesita talento para ser artista urbano, pero hoy en día el arte tiene muchos campos de acción.
Al cabo del tiempo, ¿una obra te hace sentir lo mismo que cuando la pintaste?
Los sentimientos van mutando porque paso por muchas fases durante una semana pegada a una pared. También influye el estado anímico, la época del año, la meteorología… Cuando me acerco al final de las obras, en parte, llego a odiarlas, aunque creo que es por el cansancio acumulado tras una semana contra una pared con el brazo en alto. Pero con el tiempo, voy revisitando la obra, me gustan más ciertas partes o veo detalles que en su momento hice de una forma y que ahora haría de otra.
“En lugares muy sucios o degradados pinto cosas agradables para intentar cambiar la visión de ese sitio. La sinergia que se produce es superagradable”
¿Qué te inspira?
Me inspira mucho la naturaleza, pero en un sentido metafórico: pensar en conectar entre nosotros como individuos naturales que formamos parte del engranaje de la tierra. Somos parte de la ecología, aunque lo tenemos muy obviado, y por eso, en lugares muy sucios o degradados tiendo a pintar cosas agradables para cambiar de algún modo la visión que se tiene del sitio. La sinergia que se produce es superagradable porque la gente empieza a amar su entorno al verlo más bonito.
Urvanity en Madrid, el festival ArtAeroRap en La Bañeza, el Avant-Garde de Tudela… Cada vez hay más ferias y eventos en España. ¿Es este un buen un país para el street art o todavía nos queda mucho que aprender de países como Estados Unidos?
Estados Unidos, en cuanto a ferias, es un referente y tienen muy en cuenta la figura del artista. Respetan y admiran la creatividad en cualquier ámbito, invierten mucho más en arte y hay mucho más mercado en todos los sentidos. En España hay una cantera muy buena de artistas urbanos gracias, en parte, al clima y a los muchos espacios que necesitan una mano de pintura tras el boom de la construcción de los 80. A diferencia de Estados Unidos, en España y en Europa se respira esa unión entre el arte clásico y el arte urbano que procede de la tradición grecolatina de tanto peso histórico. La diferencia es sutil, pero se nota entre ciertos artistas europeos y estadounidenses.
¿Cómo te ha repercutido el hecho de ser mujer en un sector lleno de hombres como el arte urbano?
Desde luego no es algo que me haya beneficiado. El arte en general es un mundo masculino en el que el 98% de las exposiciones mundiales son de hombres, los inversores apenas compran arte de mujeres y para alcanzar un reconocimiento elevado tenemos que trabajar mucho más. En arte urbano quizás sea diferente, ya que ahora hay una aclamación popular y parece más fácil aparecer siendo mujer. De todas formas, todavía me siguen escribiendo pensando que soy chico porque no les entra en la cabeza que siendo mujer pinte murales tan grandes yo sola. No me lo tomo mal, aunque es algo que debemos cambiar. Yo hago arte, independientemente de si soy chica o chico.
¿A qué otras mujeres artistas admiras?
Hyuro, Paola Delfín, la valenciana Julieta XLF, Faith47, Milu Correch … Cada vez somos más mujeres y hay un gran número de chicas brutales.