Velázquez, Rembrandt y Vermeer
Miradas afines que no imaginabas
Velázquez, Rembrandt y Vermeer tenían más en común de lo que la historia ha querido contarnos. El Museo del Prado, inmerso en su fantástico y enriquecedor bicentenario, nos lo demuestra ahora hasta finales de septiembre.
Pensar que el arte realizado en distintas partes de Europa era muy distinto fue, durante siglos, una verdad absoluta. Así, resulta que Velázquez pintaba muy español y Rembrandt, muy holandés. Este tipo de apreciaciones se exacerbaron, por supuesto, al calor de los nacionalismos de los siglos XIX y XX. Todo apuntaba a que cada nación era distinta y que esas diferencias se manifestaban en el arte. Por desgracia, esta perspectiva ocultó los rasgos comunes que comparten algunos de los más grandes artistas europeos de todos los tiempos.
Dentro de la celebración de su bicentenario, el Museo del Prado se ha propuesto demostrar lo contrario a través de la exposición Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines, un ambicioso proyecto centrado en la comparación de la pintura holandesa y española de finales de los siglos XVI y XVII. La exposición, compuesta por 71 obras procedentes del Prado, el Rijksmuseum y quince prestadores más —el museo Mauritshuis de La Haya, la National Gallery de Londres o el Metropolitan de Nueva York, entre otros—, propone una reflexión sobre las tradiciones pictóricas de España y los Países Bajos. Si bien la historiografía artística ha considerado a estas tradiciones como esencialmente divergentes, la exposición confronta los mitos históricos y las realidades artísticas de ambos ámbitos para reflexionar sobre los numerosos rasgos que las unen.
Comisariada por Alejandro Vergara, Jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo del Prado, esta exposición invita al visitante no solo a disfrutar de la calidad y relevancia de las 72 piezas que la componen, obras de algunos de los pintores más admirados de Europa en el siglo XVII, sino también a establecer puntos de comparación entre ellas.
El caso de la pintura española y holandesa del siglo XVII es sintomático. Separadas por una guerra, su arte se ha interpretado tradicionalmente como contrapuesto. Sin embargo, el legado de la pintura flamenca e italiana, cuya influencia define toda la pintura europea, se interpretó de forma similar tanto en España como en Holanda. En ambos países se desarrolló en el siglo XVII una estética alejada del idealismo e interesada por la apariencia real de las cosas y la forma de representarla. Los artistas cuyas obras se muestran en esta exposición no expresan en ellas la esencia de sus naciones, sino que dan voz a ideas y planteamientos que compartían con una comunidad supranacional de creadores.
Cuatro son los ámbitos en los que se centra la muestra. En el primero, Imagen, moda y pintura en España y los Países Bajos, se observa cómo ropa, posiciones de las figuras y gestos son similares en los retratos holandeses y españoles.
En el segundo, Ficciones realistas, se aprecia como los pintores españoles y holandeses del siglo XVII compartieron su afán por humanizar los asuntos que pintaron (dioses, santos o sabios antiguos aparecen como personas de rasgos comunes, que visten ropajes humildes y habitan espacios de aspecto cotidiano).
En el tercero, Pintura de naturalezas muertas, se entiende cómo la austeridad y el cuidado en la ejecución caracterizan a muchas de estas obras y bodegones en ambas realidades.
En el cuarto, Contactos directos entre artistas y mecenas, se muestran casos en los que existieron contactos directos entre artistas y coleccionistas de los dos países.
Y en el quinto y último, Pintar a golpes de pincel groseros, se analiza la técnica de pincelada suelta y aspecto abocetado, que deja muy a la vista en la superficie de los cuadros las huellas de su creación, lo que un crítico español de la época describió como “pintar a golpes de pincel groseros”.
Organizada por el Museo Nacional del Prado, con el patrocinio de la Fundación AXA, la muestra puede disfrutarse hasta el 29 de septiembre.