Coco Dávez
La artista que borró el rostro al ‘star system’
Su nombre y su obra están presentes en prácticamente todos los lugares nacionales y allende las fronteras. Anuncios de televisión, diseños de bebidas y de perfumes, salas de exposiciones, libros de arte, tiendas de moda… Y por supuesto, Instagram. El universo artístico de Coco Dávez ha llegado para expandirse y parece no tener fin.
La carrera de Valeria Palmeiro (Madrid, 1989), conocida a nivel artístico como Coco Dávez, comenzó con el arte del pincel en 2010 en Londres, cuando solo tenía 21 añitos. “Ese año fue absolutamente mágico. Empecé a subir mis primeras ilustraciones a Internet y comenzaron a salir proyectos, sobre todo en el mundo editorial. También exposiciones: una en Santiago de Chile; otra en La Casa Encendida en Madrid; y mi primera en solitario, en Lisboa”. Pero, como en todas las historias, llegó el momento en que la vida dejó de ser de color de rosa. “Mi vuelta a Madrid coincidió con la crisis en el mundo editorial de papel. El ambiente era muy gris y eso, unido a la falta de trabajo, me desmotivó mucho. Así que decidí parar y hacer algo completamente opuesto”. Valeria se detuvo, se reinventó, le dio más fuerza que nunca a su nombre artístico, y desde 2013 su trabajo –y éxito– ha ido en aumento. Y ello gracias, sobre todo, a su colección Faceless, que la ha llevado en volandas al estrellato internacional.
¿De los errores se aprende tanto como para ser mejor y más grande?
De los errores se aprenden las cosas más importantes, al igual que de las etapas de crisis. Los errores te dan la señal para ver por dónde algo no funciona, y las crisis te ayudan a ver qué es lo que hay que mejorar o cambiar radicalmente. Son etapas que sirven de mucho. También los periodos de frustración en los que no sabes por dónde tirar, porque te obligan a probar diferentes cosas, y a averiguar con cuál te sientes más cómoda e identificada.
¿De qué manera has sacado provecho en tu obra de esos pequeños errores o etapas no muy buenas?
La colección más grande que tengo hasta el momento, y con la que mejor me lo paso [Faceless, retratos de personajes sin rostro], surgió de una crisis y de un error. Estaba pasando por un proceso creativo en el que no me sentía a gusto con el estilo que estaba desarrollando, me aburría bastante, y pintar suponía un esfuerzo negativo, lo cual es una alarma de que algo no va bien. Así que un día decidí volver a coger los acrílicos y comenzar a mancharme, utilizando solo los colores primarios, a ver qué salía de aquello. Retraté a Patti Smith y el resultado fue desastroso. Como sabía que se iría a la basura, le di unos brochazos rojos borrándole todo el rostro, y de pronto seguía viendo a Patti sin verle la cara, y ahí se me encendió la bombilla. Continué probando con otros personajes artísticos a los que siempre he admirado. Lo colgué en las redes sociales como un juego para que el espectador adivinase el personaje, y de pronto surgió Faceless.
Y esa obra, entonces, se convirtió en el pistoletazo de salida de una Coco Dávez reconocible en cualquier ámbito.
En cierto sentido sí, porque Faceless comenzó a crecer no solo en el lienzo, sino que supuso crear todo un universo de colores que remontan a la infancia, con formas simples pero con fuerza, que empezaron a convertirse en escenografías, escaparates, prendas...
Rojos, azules, verdes, amarillos intensos… ¿Hablamos de una combinación de colores natural y espontánea?
Por un lado, hay mucha psicología del color, que es muy divertida, amplia e interesante. Por otro, está mi proceso personal. Cuando comienzo proyectos, me gusta ponerme límites y tener ciertas directrices sobre las combinaciones de colores que puedo sacar, aunque siempre llega un momento en el que necesito romper esos límites e introducir nuevos colores dentro de mi paleta. Y hay un tercer factor a tener en cuenta. Por ejemplo, el color es un lenguaje que da mucha información; no es lo mismo lo que te transmite un gris que un rojo o un amarillo. Así que intento estudiar el carácter del personaje que voy a pintar y lo traduzco en colores.
¿Qué tonos jamás combinarían en el universo Coco Dávez?
Al principio recuerdo que decía cosas como “Yo nunca introduciría marrones en mi paleta”. Ahora en cambio usaría la ya manida frase de “Nunca digas nunca”. Es muy divertido ir evolucionando y, finalmente, introducir tus “yo nunca” en tus nuevos proyectos. Es como abrir una ventana más.
“Es muy divertido ir evolucionando y, finalmente, introducir tus 'yo nunca' en tus nuevos proyectos”
Valeria, o Coco, a estas alturas ya no sé cómo llamarte. ¿Seguirías siendo igual de creativa si no se te hubieran abierto las puertas de grandes colaboraciones y grandes marcas?
La creatividad no va en función de la visibilidad que puedas tener. Las grandes colaboraciones ayudan a que tu trabajo llegue a más ojos, pero en mi caso, los proyectos que me han ido abriendo camino son precisamente los personales, aquellos en los que no había ninguna marca detrás. Cuando el proyecto nace de ti, tienes la libertad de poder llevarlo hacia donde tú, y solo tú, quieres.
¿Y el talento? ¿Se descubre por un golpe de suerte?
Creo que hay muchos factores. Está Internet, que es una herramienta potentísima que te facilita llegar a todos los puntos del planeta. Y está un pequeño porcentaje de suerte que se potencia con la constancia, el esfuerzo, el trabajo… Sin esto último, la suerte por sí sola no funciona.
¿Te imaginas una flota de Iberia diseñada por Coco Dávez?
Sería un sueño. En su día lo hizo Calder y siempre ha sido uno de mis proyectos favoritos de este artista. Si están abiertas las propuestas, contad conmigo. Además, Iberia viste de mis colores favoritos: ¡rojo y amarillo!
Es polifacética. Lo mismo escribe un libro que cuelga lienzos en la Maddox Gallery de Londres o diseña una prenda para alguna firma de moda. Viajera a más no poder, considera que “viajar hace que tu ojo y tu mente se abran a nuevas formas, a nuevas maneras de hacer, de diseñar. Todo eso se queda ahí, dentro de ti, y tarde o temprano reaparece creativamente”. Sin embargo, resulta poco nostálgica, y en cambio muy rotunda, cuando le damos a elegir entre dos ciudades: “Londres fue mi primer amor, y Madrid es mi amor ahora. Así que Madrid”.
Podríamos definirla como una autodidacta que, como ella misma indica, disfruta al máximo indagando por su cuenta. A ser posible, bebiendo de las influencias: Miró, Warhol, Basquiat, Helen Frankenthaler… “Pero de todos me quedo con Picasso, Kusama y Hockney”.
Al 2020 le pide nuevos proyectos —otro libro y su propia marca de moda—, y a la vida que le siga regalando el don de disfrutar con todo aquello que esté haciendo. Alegre, sociable, organizada, talentosa (¡no hay duda!), sensible… Y sí, también con lo que ella considera un pequeño talón de Aquiles. “Ojalá tuviera una voz fantástica para poder cantar, es mi sueño frustrado”, confiesa entre risas. Algo a lo que no le daremos importancia teniendo en cuenta que, en cuestión de tendencias artísticas, Valeria-Coco Dávez sabe entonar y dar la nota muy, pero que muy bien.