Coque Malla

Una revolución con nombre y apellido

6 Noviembre 2019 Por Rafa Cervera
coque malla revolucion apertura
Coque Malla regresa estos días en plena forma con su nuevo disco ‘¿Revolución?’. © Cortesía de Warner Music

Animal escénico por naturaleza, Coque Malla es también el autor de algunas de las mejores canciones en español que se han grabado en las últimas décadas. Aunque él no crea en ella, su último álbum está tocado por eso comúnmente conocido como madurez.

Su carrera en solitario comenzó ahora hace 20 años, pero antes de eso ya había pasado otros diez al frente de Los Ronaldos, una de las bandas de rock españolas con mayor acogida comercial. Coque Malla (Madrid, 1969) se ha convertido en una de las figuras imprescindibles de la música patria gracias a una discografía que ha ido desarrollándose sin trabas. En los últimos años ha entregado discos como El último hombre en la tierra (2016), en los cuales se refleja su necesidad de seguir evolucionando. Con ¿Revolución?, Malla vuelve a evitar la comodidad y descubre nuevos caminos para sus canciones.

¿Por qué la palabra revolución aparece en el título entre signos de interrogación?

No es una llamada a la revolución, ni un acto de fe en la revolución, más bien lo contrario, es una pregunta sobre si es posible, con bastante ironía. En la pregunta casi está implícita la respuesta. Quizás esa ironía no se detecte bien expresándolo por escrito. Me da la sensación de que está un poco de moda sentir que estamos cambiando las cosas, pero creo que es una postura muy formal. No hay un verdadero paso hacia algo que nos haga mejores y más libres. En eso soy muy pesimista. ¿Revolución? ¿De verdad? No es un libro de crítica social, sino un disco que juega con la fantasía y la poesía. Que el título esté entre interrogantes también da pie a que cada uno haga su interpretación de lo que quiero decir y de su significado de revolución.

De las revoluciones que se han quedado por el camino en los últimos años, ¿cuál destacarías?

Quizá la de las redes sociales. Son un arma increíble a la que no hemos sabido sacar partido. En vez de utilizarlas para burlar al poder, las hemos usado para sentirnos nosotros poderosos. Las hemos usado para convertirnos en pequeños policías, pequeños jueces, en pequeños moralistas, en curillas y, en definitiva, en toda esa gente de cuyo control sobre nosotros deberíamos librarnos. Y en vez de sentirnos ciudadanos rebeldes y proscritos nos creemos que tenemos una pequeña cuota de poder.

A pesar de todo, el disco suena bastante optimista.

Sí, es lo que me dicen, por lo que empiezo a verlo con otros ojos. Yo creía que, como suele ser habitual en mí, había bastante tragedia y bastante drama. Pero no, me dicen que no es pesimista, sino lo contrario. Puede ser que quizás por fin haya madurado y, sin saberlo, me haya reconciliado con el mundo, y que eso se refleje en las canciones. De hecho, este disco es mucho más vitalista y festivo que El último hombre en la Tierra.

Dices que ‘quizás’ hayas madurado. ¿No estás seguro de haberlo logrado?

Es que no creo en la madurez. A veces somos muy maduros y otras muy inmaduros. La vida no te lleva en una sola dirección; a veces vamos para atrás, a veces para adelante, o hacia arriba, o hacia abajo… Depende de tus circunstancias personales y de hacia dónde te lleve el viento. Tenemos la ilusión de que podemos controlar nuestra vida hasta que llega una ráfaga de aire y toda esa supuesta seguridad se hace pedazos. No creo que a la madurez se llegue como se llega a Zamora.

“Las redes sociales son un arma increíble a la que no hemos sabido sacar partido y que hemos usado solamente para sentirnos poderosos”

Hay momentos en el disco donde las canciones adquieren un sonido muy contemporáneo. ¿Era uno de los objetivos?

Sí, es algo que está muy presente, aunque no fuera planificado. Fue más bien parte de un proceso inconsciente, intuitivo. Pasé por un momento de absoluta devoción por dos discos, Moon Shaped Pool, de Radiohead y, sobre todo, el Random Access Memories, de Daft Punk, artistas que no seguía hasta entonces. Cuando los descubrí me volví loco y hasta tuve la idea de hacer un disco entero que fuese funky y bailable. Luego la cabra tira al monte y cuando empiezo a hacer canciones me sale lo que me sale. Pero sí, hay un deje funky en el álbum que viene de Daft Punk. Y de Radiohead me fascinó esa ambición de abarcar toda la música moderna con una coherencia sonora brutal.

Hay momentos del disco en los que el uso del adjetivo ‘épico’ está más que justificado.

Tiendo mucho a la épica desde hace tiempo. Me encanta agarrar la guitarra, sentarme al piano y dejarme llevar hacia una falsa heroicidad. Si hiciese una playlist con diez de mis canciones favoritas, seguro que nueve de ellas tienen ese tono épico, que te llevan arriba y hacen que se te salten las lágrimas. Por eso soy fan declarado de Jaime Urrutia, porque ha compuesto canciones románticas en ese tono como “¿Dónde estás?”. Tanto es así que le llamé para que recitara un poema en el disco.

¿Qué te inspira? ¿De dónde suelen provenir tus ideas?

Esa es la gran pregunta. El misterio de la creación es indescifrable, por eso nos atrae tanto el arte, porque no sabemos de dónde sale. Si nos ponemos más prosaicos te diría que las ideas surgen trabajando, tocando la guitarra y dejando que las melodías y los acordes surjan y vayan tomando forma. Y poniendo mucho la antena y siendo permeable a la música que te conmueve.

¿Cuál crees que es tu mayor talento?

Creo que el relativo al escenario, mucho más que el que tiene que ver con el estudio. Hago discos que son bien recibidos, pero yo me siento mucho más dueño de lo que hago cuando estoy en un escenario. Mi talento tiene más que ver con lo escénico que con lo compositivo. Y no me refiero a ser actor, ser actor es otra cosa, para mí algo más aburrido que hacer música. El actor se tiene que poner al servicio de una historia y de un autor. En el directo el dueño de tu locura eres tú.

“Hago discos que son bien recibidos, pero me siento mucho más dueño de lo que hago cuando estoy en un escenario”

¿Tiene eso algo que ver con el hecho de que en los últimos años tu faceta de actor sea menos activa?

Sí. Mi profesión es la música, no es el cine ni la interpretación. He dedicado mi vida a la música y la interpretación me ha ido abandonando y yo a ella. Pero también fue todo un orgullo ganar este año el Goya a la Mejor Canción y que me lo dieran mis compañeros del cine. Lo dije en el discurso, que era muy emocionante recibir aquel premio de los cómicos, ya que yo vengo de una familia de cómicos.

Ahora que la nostalgia manda y los grupos nunca se van del todo, ¿volverían a reunirse Los Ronaldos?

Nos llevamos todos muy bien, pero ahora mismo es algo que se me antoja muy remoto y muy poco apetecible. Yo estoy sumido en un viaje artístico y musical que está siendo maravilloso. Volver con Los Ronaldos supondría abandonar ese viaje. Y no, no quiero abandonarlo.