Gervasio Sánchez

“En fotografía cada día se aprende y cada día se empieza”

12 Agosto 2019 Por Beatriz Portinari
Gervasio Sánchez
A través de sus libros y exposiciones —como 'Vidas Minadas', 'Sierra Leona: guerra y paz' o 'Desaparecidos: víctimas del olvido'— el fotorreportero Gervasio Sánchez ha documentado, y afirma que seguirá haciéndolo, lo peor y lo mejor del ser humano.

Todos vemos. Pocos miramos. Afortunadamente hay gente especial que nos obliga a detenernos ante el mundo que pasa a nuestro alrededor sin que apenas le prestemos atención. Artistas que nos ceden su mirada para sacudir nuestras conciencias y para ayudarnos a interpretar la realidad con un nuevo filtro. Es el caso de nuestro protagonista, Gervasio Sánchez, uno de los reporteros españoles más reconocidos internacionalmente.

Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959), fotorreportero de raza y, sobre todo, de oficio, cuenta con tres avales fundamentales: profesionalidad, compromiso y honestidad en su trabajo. Una trayectoria que le ha valido, entre otros muchos premios, el Bartolomé Ros PHotoESPAÑA 2014, el Ortega y Gasset, el Rey de España de Periodismo (en dos ocasiones) y el Premio Nacional de Fotografía 2009. Enviado especial por la paz de la UNESCO desde 1998, nos encontramos con él en la biblioteca del Centro Internacional de Fotografía y Cine (EFTI), una institución en la que imparte clases y a la que se siente especialmente unido. Nos recibe con una afirmación sorprendente: “Yo nunca hice un curso de fotografía. Todo lo que sé lo he aprendido sobre la marcha. En este oficio cada día se aprende, cada día se empieza”.

¿Cuáles eran tus referentes en el inicio de tu carrera fotográfica?
En América Latina, en los años 80, conocí a los mejores fotógrafos del mundo: los consolidados y los que estaban empezando. El contacto surgía en los viajes y charlas que compartíamos. Recuerdo que el 25 de noviembre de 1986, en Chile, conocí a un fotógrafo italiano, Ivo Saglietti, que trabajaba para las revistas Newsweek, Spiegel y Stern. Era diez años mayor que yo y él me fue enseñando cómo desenvolverme en determinadas situaciones. Observar cómo trabajaban otros fotógrafos fue una forma de desarrollar mi propio estilo.

¿Cómo se descubre el talento en un joven fotógrafo?
A veces encuentras jóvenes talentos que han desperdiciado oportunidades o que se ponen a la defensiva ante una crítica. Quizá por eso soy contrario a dar premios a menores de 30 años, a quienes creo que se debe estimular con becas para que presenten un mejor proyecto. Otras veces veo jóvenes con ganas de aprender, que lo consiguen con esfuerzo y actitud crítica. La genialidad no existe y genios no hay: lo que hay son personas que se esfuerzan cada día.

En una buena foto, ¿tiene más peso la historia o la técnica?
La técnica es importante, pero si no tienes una buena idea y no la desarrollas bien con una narrativa personal, no vas a conseguir nada. El mejor camino para lograr el objetivo es copiar a otros, pero evitando que la copia sea demasiado cercana al original.

¿Por qué continúas fotografiando a las víctimas, en series como Vidas minadas o Desaparecidos, décadas después?
Cuando has visto tanta brutalidad entre seres humanos necesitas equilibrar tu balanza anímica con historias distintas. Seguir a las víctimas durante meses, años, décadas significa mejorar mi salud mental, encontrar en el trabajo la fuerza para creer que no está todo perdido. Con los años me he dado cuenta de que cuando todo se desmorona aparece lo peor del ser humano: somos cobardes, violentos, preferimos matar antes que morir. Gracias a esas historias de largo recorrido he mejorado como ser humano y me han permitido no arrojar la toalla.

A pesar de lo que has visto y fotografiado, ¿todavía tienes esperanza?
Yo he conocido muchas historias, en medio del caos de la guerra y la violencia más absoluta, que te hacen pensar que no todo está perdido. En diciembre del año 92, en Sarajevo, entrevisté a una mujer que había sido violada por militares serbios. A pesar de todo, agradecía que su hija de 14 años no hubiera sufrido lo mismo porque un vecino la escondió en su propia casa. El problema es que estas personas, héroes anónimos, nunca son premiadas, sino olvidadas. Cuando te enteras de la historia de alguien que ha evitado una violación… te sientes mejor contigo mismo.

¿Cómo se retrata lo peor del ser humano?
Tú estás allí, en medio de este desastre y piensas: “Pero… ¿en qué nos hemos convertido?”. Es muy fácil ver cómo los seres humanos intentan exculparse sabiendo que son culpables. Porque los culpables no son solamente los que matan; no se es culpable solo por acción, también por omisión. Hay culpables pasivos, los que miran hacia otro lado, los que señalan, los que no sienten empatía por las víctimas. Al final, en la guerra, lo difícil es encontrar inocentes.

¿Qué es la fotografía para Gervasio Sánchez?
Puede ser arte, oficio, una forma de entender o documentar el mundo. Es un arma muy valiosa para educar, porque los niños aprenden antes a leer imágenes que palabras, así que la fotografía puede servir como manual educativo de una manera impresionante. Sirve para entender mejor el mundo contemporáneo. Es mentira lo de “una imagen vale más que mil palabras”, pero si construyes bien una historia, fotográficamente hablando, no puede ser rebatida por ningún texto. Eso lo tengo clarísimo desde hace muchos años. Ser fotógrafo te permite llegar más lejos que si utilizas solo el lenguaje literario.

¿Te consideras un buen fotógrafo?
Yo nunca hice un curso de fotografía… Soy periodista de carrera, pero ni siquiera en los cinco años que pasé en la Universidad Autónoma de Barcelona recibí una clase de fotografía. Todo lo que sé, que tampoco es tanto, lo aprendí sobre la marcha. Eso sí, viendo a los mejores fotógrafos del mundo, dejando de fotografiar para observarles a ellos, pidiéndoles consejo, entendiendo sus críticas como riqueza para mi propia forma de mirar, también autocrítica. Esto es un oficio en el que cada día se aprende y cada día se empieza. Si no hacemos un mejor trabajo después de algo que nos ha consagrado, si perdemos la calidad, todo el mundo se va a dar cuenta y puede que eso nos sepulte.