Chillida Leku

Segundas partes que sí son buenas

24 Septiembre 2019 Por Rosario Fernández
chillida leku apertura
'Arco de la libertad' (acero corten, 1993) en un atardecer de verano. © Zabalaga Leku. San Sebastián, VEGAP, 2019. Sucesión Chillida y Hauser & Wirth. Foto: Mikel Chillida

Después de ocho años cerrado, el museo Chillida Leku ha reabierto sus puertas. La espectacularidad del hogar donde descansa la mayor parte de la obra de Eduardo Chillida ha hecho que la revista ‘Time’ lo haya seleccionado como uno de los mejores lugares del mundo para visitar.

Eduardo Chillida buscaba un hogar para sus obras en el que las generaciones futuras pudieran conocer y experimentar su arte en un emplazamiento inigualable. Y ese lugar, leku en euskera, que él mismo fundó en vida y situado en su tierra, Hernani, muy cerca de San Sebastián, ha sido seleccionado recientemente por la revista estadounidense Time en su lista World’s Greatest Places 2019 como uno de los mejores lugares del mundo para visitar. Es más, Chillida Leku es la única representación española de esta prestigiosa publicación.

Pero no solo la revista ha dado fe de que se trata de un lugar único e imprescindible, sino también las más de 45.000 personas procedentes de todo el mundo que han visitado el museo desde su reapertura el pasado mes de abril, tras ocho años cerrado, gracias al acuerdo alcanzado entre los herederos del escultor y la galería de arte Hauser and Wirth. Chillida Leku es el lugar donde se encuentra el corpus de obra más amplio y representativo del artista, un paraje de esculturas al aire libre y un espacio de exposiciones en el interior del caserío de Zabalaga —una construcción tradicional vasca del siglo XVI—. “Esta distinción de la revista Time tiene una doble lectura. Por una parte, es el reconocimiento al trabajo y la ilusión que el equipo ha puesto en la apertura, algo que hemos hecho con el corazón. Y, por otro lado, al trabajo y la visión de Chillida situando el museo en su tierra pero con carácter internacional”, destaca Mireia Massagué, directora de Chillida Leku.

Este nuevo Chillida Leku ha sido totalmente respetuoso con el anterior. Gracias al buen estado general en el que se encontraban las instalaciones no ha sido necesaria una renovación total, sino más bien una cuidada actualización, dirigida por el arquitecto argentino Luis Laplace, en estrecha colaboración con el arquitecto Jon Essery Chillida, nieto del escultor. El caserío —edificación central del museo— conserva exactamente el mismo aspecto y estructura que concibió Chillida, pero se ha equipado con una iluminación mejorada y con un mayor aislamiento en suelos y techos, así como con una adecuada accesibilidad para personas con movilidad reducida.

A estas mejoras se suma la puesta en marcha de instalaciones tales como un centro de bienvenida a los visitantes, la cafetería Lurra y una tienda, así como la renovación del aparcamiento. El proyecto cuenta, asimismo, con la aportación del artista de la naturaleza holandés Piet Oudolf, pionero del movimiento New Perennial que ha introducido sutiles elementos paisajísticos.

Además, y para no enturbiar la naturaleza única del museo, Chillida Leku apenas cuenta con señalética o paneles explicativos. En su lugar, veinte de las esculturas ubicadas en los jardines, así como diez obras expuestas en el interior del caserío, van acompañadas de código QR que, al ser escaneado, permite a las personas que visitan el museo acceder a información sobre las piezas. Como destaca Mireia Massagué, “hemos llevado a cabo una renovación que no se nota. Lo que sí hemos hecho es mejorar la experiencia del visitante, hacer su visita más especial. Y, sin duda, una de nuestras grandes apuestas es idear una programación muy potente con la que sí diferenciarnos de la etapa anterior, y apostar por el público local. Queremos que el visitante local sea nuestro amigo”.

"Una de nuestras grandes apuestas es idear una programación muy potente con la que sí diferenciarnos de la etapa anterior, y apostar por el público local"

La primera exposición de esa nueva programación no podía ser otra que una retrospectiva del artista. Eduardo Chillida. Ecos es el título de esta muestra inaugural, comisariada por Ignacio Chillida y el equipo de investigación del museo, que reúne más de noventa piezas, trazando un completo recorrido que abarca desde finales de la década de los 40 ­—años marcados por la figuración—, hasta el año 2000, pasando por el descubrimiento del hierro como objeto de su trabajo y el desarrollo de su personalísimo lenguaje. La muestra reúne obra en hierro, granito, alabastro, yeso y papel, sin dejar de lado series significativas como las Gravitaciones (esculturas en papel donde el relieve y el vacío cobran especial importancia) y las Lurras y Óxidos (piezas elaboradas con tierra chamota).

El título de la exposición remite a la escultura Oyarak (Ecos, 1954), una pieza que se expone en la planta baja del caserío. La palabra ecos alude a la idea de repetición, íntimamente ligada a la forma de trabajar de Eduardo Chillida, centrada en la realización de series que partían de un mismo concepto. El nombre Ecos evoca también la propia sonoridad de la obra del escultor, que materializa sonidos que se desplazan en el espacio.

Y eco también es lo que busca el museo, ya que como destaca Mireia Massagué, “el sentido de Chillida Leku es vincularse con el territorio y con el tejido artístico local. De hecho, este verano ya hemos colaborado con el Centro Botín, en Santander. Queremos que esta zona, el Cantábrico, se ligue no solo a gastronomía, sino también a la cultura, ya que contamos con medios para ello, como el citado Centro Botín, el Museo de Bellas Artes, el Museo Balenciaga o el Guggenheim”. Los ecos de Eduardo Chillida se escuchan hoy mejor que nunca.