Zahara
Femenino singular
En menos de una década, Zahara se ha convertido en una de las figuras más representativas del indie español. Sus canciones llegan a un amplio público y su figura, la de una artista inquieta y polivalente, goza también de su favor. Una trayectoria marcada por la autogestión y un perfil artístico comprometido con la igualdad.
Desde hace unos días, Zahara (Úbeda, Jaén, 1983) anda embarcada en una gira por teatros. Conciertos de tono intimista, cuya celebración coincide con su intervención en la nueva edición de OT en calidad de profesora. Imaginativa y lúcida a partes iguales, dotada de un don innegable para establecer una comunicación con el público, Zahara es autora de cuatro álbumes, el último de los cuales, Astronauta (2018), sigue siendo el gran protagonista de esta nueva gira. El pasado otoño también retomaba su faceta como escritora, publicando el poemario Teoría de los cuerpos (Aguilar), libro que corrobora su versatilidad como creadora.
Después de haber escrito novela —Trabajo, piso, pareja (Aguilar, 2017)—, ahora vuelves a la poesía con Teoría de los cuerpos.
Quería volver a escribir, pero una novela exige una dedicación absoluta y plena, y por el tipo de vida que llevo ahora, eso era imposible. La gira, mi hijo, es todo frenético. Fui registrando todo lo que me ocurría y después vi que muchas de esas notas estaban ligadas a cómo el ser humano se relaciona con otros. La carne estaba presente de una manera tan obvia que decidí llamarlo así, Teoría de los cuerpos. Vivimos un momento de prisa y urgencia que nos lleva a consumir las relaciones como hacemos con la ropa, los alimentos o los datos. No digo que lo virtual sea malo, pero al final acaba convirtiéndose en un espejismo. Depositamos en el otro lo que queremos que sea en lugar de analizarlo y sentirlo porque no lo tenemos delante.
“Vivimos un momento de prisa y urgencia que nos lleva a consumir las relaciones como hacemos con la ropa, los alimentos o los datos”
Una de las cosas a destacar en el libro es que escuchamos a voces femeninas hablar de sexo sin tapujos.
La mujer ha vivido su sexualidad a través de los ojos y las necesidades de los hombres. Resulta absolutamente vergonzoso que una mujer tenga que reclamar su propia sexualidad simplemente porque no estamos acostumbrados a que lo haga, pero yo creo que vivimos en un momento increíble para hacerlo. Las artistas, las escritoras, las músicas reivindicamos nuestra sexualidad y estamos a gusto con ella. Es fundamental porque se trata de eso, de descubrirnos y no tener ningún tipo de pudor con algo que es tan natural, bello, sano y bueno.
¿Cómo llegó la música a tu vida?
En mi casa la música siempre ha estado integrada en nuestra vida. Mi abuela cocinaba cantando, mi otra abuela tocaba un instrumento parecido al órgano, mi padre es maestro de música, mi madre escribe cuentos. Desde los 12 años hago canciones con guitarra y voz, así que no hubo un momento concreto en el que decidiera que quería dedicarme a esto. Mi vena creativa está en mí desde que tengo consciencia. En casa siempre se me incentivó para que fuera así. Recuerdo que llegaba el cumpleaños de algún miembro de la familia y montaba un teatro, una canción o una coreografía. Siempre había esa aprobación que me hizo darme cuenta de lo valioso que era crear y comunicar artísticamente.
En cierto modo, te estaban mostrando el camino.
Sí. Yo creo que es bonito. Tengo un hijo de dos años y su relación con la música ya está ahí. Coge un piano o un sinte y se pone a tocarlo —aunque el tío no da dos notas bonitas seguidas— [ríe]. Cuando naces rodeada de música, con toda esa curiosidad, eso es algo precioso porque tienes una vía que te ayuda a llegar a algo que hay en tu interior. Me siento muy afortunada de haber tenido un entorno que me lo facilitara.
En 2009 publicaste tu primer disco a través de una multinacional. Pero a pesar de la aceptación que tuvo La fabulosa historia de…, abandonaste la discográfica y comenzaste a autoeditarte. ¿Cuáles fueron los motivos de esa decisión?
Para mí era muy frustrante estar rodeada de gente que me decía constantemente lo que tenía que hacer. No me compensaba estar en un sitio donde iban a gastarse mucho dinero en promoción si al final lo que se iba a promocionar era algo con lo que yo no me identificaba. Antes de firmar con este sello llevaba años componiendo, dando conciertos, diseñando las portadas de mis discos… La situación era agotadora y desilusionante. Acabé mi ciclo allí muy triste. Tanto que el siguiente disco que hice en cuanto logré salir de allí, La pareja tóxica (2011), es una oda a la tristeza.
Sin embargo, te ha ido muy bien desarrollando tu discurso sin interferencias.
Yo siempre digo que la única manera de aprender es equivocándote a partir de tus propios errores. En aquella etapa anterior, todo lo que fallaba eran cosas que yo no decidía, pero la que pagaba los platos rotos era yo. Así que no había aprendizaje alguno porque yo ya sabía que hacer aquello era un error. Hacer las cosas a mi manera me ha llevado a sacar mucho en positivo. Cuando algo sale mal, aprendes; y cuando sale bien, también porque significa que algo has aprendido. Ser consciente de cómo has llegado a las cosas buenas y malas te permite evaluar lo ocurrido.
“Hacer las cosas a mi manera me ha llevado a sacar mucho en positivo. Ser consciente de cómo has llegado a las cosas buenas y malas te permite evaluar lo ocurrido”
Además de escribir, has actuado en teatro, colaboras en programas de televisión, tienes una web sobre running. Da la sensación de que en la música no cabe todo lo que tienes que decir.
La música la hago porque es lo primero que apareció en mi vida y es mi manera natural de expresarme, pero al final intento hacerlo también a través de las otras disciplinas artísticas que conozco. Lo de la televisión sí que no estaba entre mis planes, ni siquiera tengo tele en casa, ¡imagínate!
Ahora llega el reto de OT, donde serás profesora de cultura musical.
Cuando quieres sembrar la curiosidad y las ganas de descubrir cosas, dar clases siempre implica una responsabilidad. Esto me genera mucho respeto. La docencia es una de las profesiones que más admiro, y mis padres la ejercen. En ese aspecto sí siento presión. Respecto a la parte mediática, tengo asumido que soy como soy y que no puedo gustarle a todo el mundo. Tampoco es algo que pueda controlar. En cambio, sí puedo hacerlo con lo que quiero mostrar a esos alumnos, enseñarles cómo la música se nutre de una época a otra, de un país a otro, que todo está conectado y que eso proporciona un enriquecimiento y una evolución.
Actualmente estás embarcada en una gira por teatros. ¿Qué objetivos te marcas con este nuevo formato?
Me gusta cambiar el planteamiento del directo cada poco tiempo, así facilitas que quien ya te ha visto vuelva a verte o regresar a ciudades en las que ya has estado. Astronauta era un disco muy enérgico, muy de banda, y me apetecía plantear un cambio radical. Solo hay dos canciones que se interpretan igual que en la gira anterior. Las que se repiten están completamente cambiadas y el resto son temas de mis cuatro discos que llevo mucho tiempo sin tocar. Es un repertorio muy íntimo e intenso, pero abordado desde un punto mucho más delicado, más de contención y emoción que de saltos y gritos.