Begoña Vargas
El gran salto
Después de haber participado en teatro y en series como ‘La otra mirada’ o ‘Alta mar’, Begoña Vargas da el salto a la gran pantalla y protagoniza la película de terror ‘Malasaña 32’, dirigida por Albert Pintó. Le seguimos la pista.
No teme a nada ni a nadie. Ya desde pequeña tuvo claro que quería ser actriz y no se imaginaba dedicándose a otra cosa en la vida que no fuera la interpretación. Y ahora, con tan solo veinte años y después de muchos cástings, Begoña Vargas (Madrid, 1999) estrena su primera película como protagonista, Malasaña 32, una historia basada en hechos reales.
En esta cinta de terror, dirigida por Albert Pintó, la madrileña interpreta a Amparo, una chica que quiere ser azafata de vuelo de Iberia y que, además tiene que cuidar de su familia. Cuando se muda del pueblo a la ciudad, en su casa empiezan a suceder cosas muy extrañas. “Cuando me dieron el papel, al principio, no me lo podía creer. ¡Era mi primera vez como protagonista en cine! Me puse inmediatamente manos a la obra porque sabía la responsabilidad que tenía con este personaje”, destaca la actriz. Y para más inri, en una cinta de terror, uno de los géneros favoritos de la intérprete. Según cuenta la propia Begoña, llegó a ponerse en manos de un coach para preparar el papel. “El terror tiene algo antinatural que no has podido registrar en tu vida, con escenas que se asemejan a la tragedia griega. Con él trabajé los distintos niveles de miedo. Mi papel ha requerido de un trabajo corporal similar al del teatro clásico, ya que es una interpretación en la que entran en juego lo paranormal y lo sobrenatural”.
“Mi papel ha requerido de un trabajo corporal similar al del teatro clásico, donde entran en juego lo para normal y lo sobrenatural”
Precisamente, el teatro no es una disciplina desconocida para Begoña Vargas, quien hizo sus primeros pinitos en el mundo de la interpretación en obras como Los Miserables o El Conde de Montecristo, entre otras. “Por mucho que te subas al escenario e interpretes el mismo papel, cada actuación es diferente, ya que sientes el cariño de un público que cada día es distinto, a lo que se suma que vives de forma completamente diferente el recorrido del personaje. Es mucho más real. En cambio, el cine y la televisión se sienten de otra forma. Es más difícil mantener el racord emocional y, al tratarse de secuencias, tienes que saber en todo momento en qué punto se encuentra tu personaje”, cuenta.
Lo dice una actriz que se dio a conocer al gran público por el papel de Roberta en la exitosa serie La otra mirada, en la que interpretaba a una alumna de la academia de señoritas de la ciudad de Sevilla de los años 20, y a la que han seguido otras, como Alta mar, de Netflix, junto a Ivana Baquero y Jon Kortajarena. Además de su aparición en la omnipresente Paquita Salas.
Sea cual sea el medio, el método de trabajo que emplea Begoña Vargas para meterse de lleno en un papel es siempre el mismo. “Cuando empiezo un proyecto, si hay libros sobre el personaje, la época que le ha tocado vivir o cualquier tipo de información que pueda ser de utilidad, me empapo de ella. Además, soy de las que me dejo guiar por lo que dice el director, por los consejos de un coach o por quienes saben cosas sobre el personaje”. Sin embargo, no es de las que se lleva el personaje a casa. “En el plató o en un escenario me dejo la piel, me concentro y doy todo al máximo, pero una vez se acaba el rodaje, a la que me llevo a casa es solamente a Begoña”.
En lo que respecta a sus referentes, reconoce que no tiene ninguno claro. “Me gusta coger cosas de distintos compañeros de profesión”, asegura, aunque reconoce que Javier Bardem o Luis Tosar son algunos de sus actores preferidos. Se confiesa fan de películas como La vida es bella, de Roberto Benigni —“Ninguna película me ha hecho sentir como he sentido con ella”— y de Grease: “Amo los musicales y esta película la habré visto, sin exagerar, más de cien veces”. El baile es otra de las grandes pasiones de la actriz madrileña; ya de niña cursó estudios de danza. Buena cuenta de sus dotes como bailarina han dado sus redes sociales, en las que Begoña acumula casi 350.000 followers y donde pudimos verla bailar recientemente junto a su novio, el también actor Óscar Casas, en un vídeo que no tardó en hacerse viral.
Este número más que razonable de seguidores y una prometedora carrera ha hecho que marcas de cosmética, perfumes y joyas se la rifen como imagen. “En estos trabajos se trata de dar desde ti como marca personal. Eso sí, solo trabajo con marcas que vayan conmigo”, asegura. Pero más allá de su faceta de influencer, tiene claro que lo suyo son los focos y, quién sabe, contar historias más adelante. “Me gustaría mucho poder escribir un guion de algo que me toque personalmente. No creo que pueda ser directora, pero sí escribir y poder representar lo que yo he escrito. Aunque creo que todavía es pronto para eso”. Para lo que no es pronto es para dar el salto internacional. “Tengo varios proyectos en mente, pero no puedo revelar nada de momento”, concluye.