Miss Beige
Un ángel de la guarda

Cuando la artista Ana Esmith regresó a España, creó un ‘alter ego’ para reconectar con su país, con su ciudad y consigo misma. Con el paso del tiempo, confiesa, Miss Beige se convirtió en su ángel de la guarda. Ahora, una década después, el Museo Cerralbo de Madrid ha abierto sus puertas a la 'performer' en el marco de PHotoESPAÑA 2025. ¿A qué esperas para romper las reglas y adentrarte en su mundo?
Al grito de “se nota, se siente, el beige es incluyente”, las performances de Miss Beige se han convertido en un fenómeno social. “La gente siempre responde bastante bien y la primera sorprendida soy yo”, reconoce una Ana Esmith (Madrid, 1976) que se ha convertido en la orgullosa portavoz de un personaje silente que despierta tanta incomodidad como sonrisas. Desde su nacimiento hace diez años, Miss Beige ha ido conquistando seguidores —casi 75.000 en Instagram— que comparten su mirada hacia el mundo de hoy. Muchos de esos fans acudieron a Espacio Iberia el pasado 3 de junio. “Las entradas se agotaron y el ambiente fue muy cálido —rememora—. La coherencia es lo más complicado en una carrera artística, pero cuando se consigue te ganas el respeto de la gente”. La monocromática Miss Beige se niega a dejarse llevar por las tendencias, por eso lleva una década luciendo el mismo vestido, los mismos zapatos, los mismos guantes, las mismas gafas y el mismo bolso —martillo incluido—. “No cambiar absolutamente nada en diez años es un acto político”, reivindica. ¡Ni siquiera atiende al caprichoso algoritmo! Para celebrar su 10º aniversario, Miss Beige ha invadido el madrileño Museo Cerralbo (C/ Ventura Rodríguez, 17) con la exposición Hay que saber estar dentro de la sección oficial de PHotoESPAÑA 2025, la cual recibe al visitante con una proyección de El Ángel Exterminador de Luis Buñuel, porque uno sabe cuándo entra, pero no cuándo saldrá tras ser atrapado por el universo de la artista.
Tras 15 años viviendo en Londres regresas a España y, en ese momento, nace Miss Beige. ¿Qué te impulsó a crearla?
Cuando vives mucho tiempo fuera de tu país, la vuelta siempre resulta dura y extraña porque tienes que reconectar con la persona que fuiste. Es una transición complicada. No solo para mí, sino para cualquier emigrante. Durante ese periodo, en el que fui redescubriendo España —más en particular Madrid— y redescubriéndome a mí, decidí hacerlo de una forma artística. Los artistas siempre necesitamos algo en nuestra mente que nos mantenga vivos.
Cuando comenzaste a subir fotos a redes sociales como Miss Beige, ¿cuál fue la reacción?
Me pasé dos años haciendo cosas con Miss Beige, pero no subía las imágenes porque ni siquiera tenía cuenta en Instagram… ¡no tenía espacio en el móvil! Cuando ese teléfono murió, me compré otro y me abrí una cuenta. Al principio pensé que iba a ser un agujero negro en el que Miss Beige quedaría absorbida por el algoritmo. Mi mayor sorpresa fue cuando la gente empezó a responder de forma bastante genuina y respetuosa a las publicaciones. Si no hacemos propuestas para jugar con las reglas que el sistema nos ofrece, no vamos a cambiar nada. Miss Beige es un claro ejemplo de que las reglas también las puedes crear tú.
“Si no hacemos propuestas para jugar con las reglas que el sistema nos ofrece, no vamos a cambiar nada. Miss Beige es un claro ejemplo de que las reglas también las puedes crear tú”
Miss Beige se aleja de los cánones que imponen las redes sociales, pero siempre ha triunfado en ellas. ¿Cómo vive esa paradoja?
Muy tranquila. A Miss Beige le da igual tener 30 likes que 8.000. Su propuesta es la que es. A mí, como creadora, como la artista detrás del personaje, sí me gusta que el trabajo llegue a tanta gente. Miss Beige comenzó siendo una necesidad personal y ahora se ha convertido en una necesidad colectiva porque muchas personas comparten su manera de ver el mundo. Estoy muy contenta de esa transición, pero de no haber sido así lo hubiera seguido haciendo. Cuando los artistas hacemos un trabajo es porque lo necesitamos.
Miss Beige no sigue las tendencias y es inmutable al paso del tiempo. Aun así, una década después su notoriedad no solo no decae, sino que crece. ¿A qué lo achacas?
A que propone otro punto de vista. En esta era de las prisas, donde no tenemos tiempo para nada, ella se detiene y decide no actualizarse. Miss Beige no consigue que el mundo frene, pero sí logra que algunos se paren a reflexionar. Además, necesitamos referentes donde la mujer no sea simplemente un cuerpo sobre el que opinar. El patriarcado no sabe cómo reaccionar ante Miss Beige y esa es una pequeña victoria. Hay que probar a pensarnos distinto.
El Museo Cerralbo ha abierto sus puertas a Miss Beige. ¿Cómo ha sido invadir un espacio tan icónico?
Ser invitada a introducirme en el siglo XIX, cuando Miss Beige es tan contemporánea, fue una sorpresa. Mi lugar de trabajo siempre han sido las calles, así que el primer reto fue adentrarse en una casa que perteneció a la familia Cerralbo, en su historia familiar y en su intimidad. Mi objetivo era ser respetuosa con todo lo que me encontraba, pero al mismo tiempo ver dónde podíamos unir el siglo XIX y el XXI. Ha sido una alegría ver que se puede jugar con el pasado y, de paso, reírnos un poco de nosotros mismos.
“Cuando alguien siente que posee un talento, lo que tiene que hacer es experimentar con él para que vaya tomando forma”
¿Sigues algún tipo de rutina en tu proceso creativo?
No tengo un plan. Tengo una serie de días marcados en rojo en mi calendario para mis performances, pero el resto del tiempo soy muy intuitiva. No subo una publicación a determinada hora porque vaya a tener más visibilidad… Juego en contra de todas las reglas y todos los cursillos que se imparten sobre redes sociales. Vivo en la más completa libertad y estoy contenta con ello. Yo decido cuándo y cómo. Miss Beige no es una marca, no es marketing, y eso me ha dado mucha tranquilidad porque no se rige por las reglas del mercado. Me han llegado numerosas propuestas de marcas, algunas muy populares, y he dicho que no… La gente se sorprendería. Cuando la vanidad aparece he sabido cómo responder, pero créeme que no son decisiones fáciles porque plantearte vivir de tu trabajo es lo más lícito del mundo.
¿Y qué es el talento para ti?
El talento es algo único que tiene una persona y por eso es importante cuidarlo. Siempre digo que hay que preservarlo en una cajita como si fuera la joya más preciada. Lo más difícil es identificar cuál es tu talento y cómo usarlo. Cuando alguien siente que posee un talento, lo que tiene que hacer es experimentar con él para que vaya tomando forma. Los artistas han de cuidar su talento, pero el resto también puede hacerlo acudiendo a los museos, los teatros, los cines...
Miss Beige es muy reivindicativa, pero no necesita de palabras. ¿Subestimamos el poder del silencio?
Sí. Y la primera que lo ha subestimado toda su vida he sido yo [risas]. Por mis profesiones, aparte de artista soy periodista y actriz, la comunicación ha sido mi forma de desarrollarme y donde siempre me he sentido cómoda. Cuando decidí imponerme el silencio a través de Miss Beige, la primera sorprendida fui yo. He aprendido a escuchar muchísimo más y estoy orgullosa de ello. Cuando no hablamos pasan cosas, aunque no nos demos la oportunidad de experimentarlo porque nunca callamos.
Miss Beige ha convertido el espacio público en un gran escenario. Para alguien como Ana, que estudió Arte Dramático, ¿es un triunfo?
Sí, es un triunfo. La mayoría de los artistas vivimos en la precariedad y Miss Beige me ayudó a descubrir que se pueden hacer muchas cosas sin un gran presupuesto. Los artistas desarrollamos ese instinto casi por necesidad. A veces tienes que adaptarte y dejar que la realidad te sorprenda. Las calles pertenecen a los ciudadanos y son el sitio más democrático que hay. En las redes sociales se comparte principalmente el espacio privado y Miss Beige reivindica que no lo sustituyamos por el espacio público, que es donde realmente cabemos todos.
¿Alguna vez has sentido que el personaje de Miss Beige se estaba comiendo a la persona?
Puede que haya ocurrido alguna vez, pero creo que he sabido diferenciarlos bien. Para mí son dos entes distintos y convivo mucho más con Ana que con Miss Beige. Le estoy muy agradecida porque no solo me ha dado un espacio en el mundo cultural, sino que me ha hecho mejor persona. Cuando he recibido llamadas muy tentadoras y he tenido que tomar decisiones difíciles, siempre me ha puesto en mi sitio y me ha dejado claro qué es lo que quiero hacer y por qué. Siento que es alguien que me cuida, es como un ángel de la guarda que me visita de vez en cuando.