Valeria Castro
Elogio a la raíz

Valeria Castro sigue la senda de los grandes cantautores españoles. Una de esas voces únicas que, apelando a sus raíces —su familia, su tierra, sus sentimientos—, es capaz de llegar al corazón de miles de personas. “El éxito no es una palabra que te defina”, afirma con su característica humildad esta joven que, con solo 26 años, viene de triunfar en los Premios de la Academia de la Música con tres galardones.
La voz de Valeria Castro (Los Llanos de Aridane, 1999) tiene la capacidad de acoger y confortar, como si de un cálido abrazo se tratara. Y así se sintieron las decenas de personas que acudieron al Concierto contado que la artista canaria ofreció en Espacio Iberia. Durante la charla con la periodista Laura Piñero, las historias se fueron entrelazando con las canciones hasta generar un sosegado ambiente que contrastaba con la tormenta que arreciaba en el exterior. “Vengo a confesarme con todos ustedes” fue la advertencia que lanzó Valeria y comenzó echando la vista atrás. Con solo cuatro años ingresó en la Escuela Insular de Música de La Palma, un lugar donde le inculcaron pasión por la música, pero, como ella misma se encargó de recordar: “Hacer música no pasa solo por educarse de forma reglada”. De hecho, fue al calor del hogar donde descubrió a sus primeros referentes: “No había músicos en mi casa, pero sí mucho amor por la música y yo también lo desarrollé desde pequeña. Mi tío escuchaba a Paco Ibáñez y se lo transmitió a mi padre, que a su vez me lo transmitió a mí. Mi música no es canción protesta, pero sí bebe bastante de ella. Las canciones tienen un fin, que es expresar y defender aquello que te importa”.
De la mano de algunos de esos referentes, Valeria saltó a la fama. Nos referimos a las versiones que comenzó a subir a redes sociales y que llamaron la atención de un creciente número de seguidores. Agua, canción de Jarabe de Palo compuesta por el desaparecido Pau Donés, fue una de las primeras que conectó masivamente con el público. “El hecho de reconocerte aprendiz te ubica musicalmente, te permite descubrir qué te remueve y qué te emociona para luego aplicarlo a tus propias historias. Ahora llevo por bandera mis historias, pero estoy muy agradecida a todos esos artistas que me inspiraron”. Y así se arrancó Valeria con la primera canción, una versión de Palabras para Julia de Paco Ibáñez que adaptaba un poema del escritor José Agustín Goytisolo.
“El hecho de reconocerte aprendiz te ubica musicalmente, te permite descubrir qué te remueve y qué te emociona para luego aplicarlo a tus propias historias”
Para contar sus propias historias, Valeria acudió a su raíz: la familia. “Alejarte de casa te hace reconectar con esa necesidad de volver, mi forma de autodefensa ha sido honrar y tener muy presente a mi familia. Soy quien soy gracias a ellos”. Entre otras cosas, por los valores recibidos. Quizás por eso la primera canción que la hizo sentir orgullosa fue Hay amor, que abordaba un tema especialmente sensible en su tierra: la inmigración. “Mis padres me enseñaron que cualquier ser humano es libre de buscar una vida mejor”. Valeria reivindica la ternura en un mundo que, por momentos, parece olvidar su significado y la presencia de esta en su música: “Una canción compuesta desde la ternura puede parecer ingenua, inocente, pero cala de otra manera. Las cosas que te importan se defienden mejor desde la ternura”. El compromiso de Valeria está fuera de toda duda y no reniega de él: “No soy política, solo soy una ciudadana que cuando tiene un micrófono delante denuncia lo que considera injusto. Cuando más orgullosa me siento es cuando inserto mis opiniones en pequeñas dosis dentro de mis canciones. Es mi manera de hacer del mundo un lugar más amable”.
Cuando Warner, su discográfica, le dio la oportunidad, Valeria defendió su propia voz y así nació Chiquita (2021), su primer EP. “Nadie sabía que también componía y alguien me animó a defender mis canciones”, recuerda. Confiaron en ella y temas como Guerrera, un homenaje a su madre y a su abuela que puede interpretarse como un reconocimiento a las mujeres en general, se convirtieron en un éxito. Valeria tiene claro que, sin el apoyo de un público que la valora y la escucha, el sueño de la música no hubiera sido posible y quién sabe si ahora continuaría estudiando Biotecnología. “Mi madre y mi abuela quieren que la acabe, pero mi carrera musical está yendo muy bien y tengo que aprovechar un poquito”, admite entre risas. Es decir, ahora mismo el plan b está casi enterrado porque el plan a siempre fue la música. “Me siento muy agradecida de tener una pasión y eso termina opacando cualquier otra cosa. Siempre tuve claro que quería subirme a los escenarios para cantar. Cuando les dije a mis padres que quería intentarlo con la música, siempre sentí su cariño y su apoyo”.
“Me siento muy agradecida de tener una pasión y eso termina opacando cualquier otra cosa. Siempre tuve claro que quería subirme a los escenarios para cantar”
La raíz, esta vez la geográfica, fue una de las protagonistas de su primer disco: Con cariño y con cuidado (2023). Su proceso creativo coincidió con la erupción del volcán de La Palma, el Tajogaite. “Siempre he sido muy defensora de mi tierra y dos de las canciones del disco apelaban directamente a aquella desgracia: Un hogar, que compuse en Madrid cuando no podía volar a La Palma por las nubes de ceniza, y La raíz, que compuse mirando cara a cara al volcán desde la casa de mis padres. Esta es mi herida y quiero contarla, pensé”. Cuando Valeria recitó estos versos, “Pasó lo que tenía que pasar / Y no pienso hacer nada más / Mas que quedarme aquí / Cuidando la raíz”, la emoción inundó Espacio Iberia. Atraer tanto el foco mediático durante aquella época, reconoce, llegó a hacerla sentir culpable. Pero como recordaba su abuela Micaela en la locución que cierra Un hogar: “La vida sigue. Con mucha tristeza, pero sigue”.
El cuerpo después de todo
En El cuerpo después de todo, su segundo álbum, Valeria volvió la mirada hacia sí misma: “Es un disco más visceral, más maduro, más introspectivo. La cabeza pasa por muchos estados y la música ayuda a traducir todos esos pensamientos que nos recorren. Me ha ayudado a reconocer aquellos complejos e inseguridades con los que convivo para poder tratarlos. Siento que he aprendido”. ¿Y te ha ayudado a sanar?, le preguntó la conductora del encuentro. “Afirmar que está todo arreglado sería mentira, pero he reconocido a esa enemiga que llevo dentro y que me ha llevado a ser muy cruel conmigo misma”, confesó Valeria con valentía y sinceridad. Tiene que ser más fácil, uno de los éxitos del disco, lo compuso entre lágrimas tras derrumbarse en una clase de yoga y surgieron versos como este: "Tiene que ser más fácil el quererse / No puede el cuerpo ser tan cruel al verse".
“Es un disco más visceral, más maduro, más introspectivo. La cabeza pasa por muchos estados y la música ayuda a traducir todos esos pensamientos que nos recorren”
Parte de la grabación de El cuerpo después de todo se realizó en Ciudad de México, produciéndose una conexión musical cercana a la magia. “Queríamos saber qué pedían las canciones y nos encerramos cinco músicos con cinco canciones durante cinco días. Teníamos la ilusión de un niño pequeño y disfrutamos muchísimo del proceso”. Valeria admite que siempre está atenta a nuevos sonidos, ya lleguen de latitudes lejanas, como México, o cercanas, como Galicia. El ritmo gallego de panaderas que le enseñaron las Tanxugueiras abre el disco en Devota. “Me gusta estar muy atenta a los sonidos de otros lugares porque si algo te emociona lo puedes utilizar, siempre desde el respeto”. Así, sin instrumentos, solo replicando ese ritmo con golpes sobre su guitarra, interpretó Valeria esa canción en Espacio Iberia.
Para finalizar la charla, Valeria confesó cómo vive los conciertos: “Mi manera de componer siempre ha sido como una forma de autodefensa y todas mis canciones tienen un hilo conductor, sanar la herida. Estoy trabajando en separar a la compositora de la persona, pero no es fácil. Al trabajar con un material vulnerable, me dejo bastante la vida en los conciertos, pero tengo la suerte de tener un público que me apoya mucho”. El mismo público que la despidió con una sonora ovación tras interpretar la última canción: La soledad. Porque no sabemos cuánto quiere la soledad a Valeria, pero sí sabemos que es menos de lo que la quiere su público.