Dover
Devil came to me
En la música española de 1997 destaca con mayúsculas el nombre de Dover, una banda madrileña que operaba en el margen independiente de la industria. Cantaban en inglés, hacían rock estridente y dos mujeres, las hermanas Cristina y Amparo Llanos, estaban al mando. 'Devil came to me', disco que celebra su 25º aniversario, fue la obra que las consagró aquel mismo año y que hoy recordamos.
No lo tenían nada fácil y, sin embargo, marcaron un hito. Su segundo álbum apareció el 21 de abril de 1997. Tan sólo una semana después, Carlos Galán, director de Subterfuge, la compañía que editó Devil came to me, telefoneó a las Llanos para anunciar que ya habían vendido 4.000 copias del álbum. Unos años antes, y cantando también en inglés, los asturianos Australian Blonde habían vendido 8.000. “Ese era el techo de nuestras expectativas”, reconoce Amparo Llanos. Y añade: “Soñar es gratis, así que podíamos soñar lo que quisiéramos, pero estábamos mentalizadas. Haciendo la música que hacíamos, y de la manera en que la hacíamos, vender mucho era algo completamente fuera de nuestras posibilidades”.
Nadie imaginó que, durante los meses siguientes, la bola de nieve iría aumentando hasta hacer de Devil came to me y de Dover un fenómeno. Fueron el primer grupo de rock independiente que obtuvo un disco de oro, por aquel entonces 50.000 ejemplares vendidos. “Desde el primer momento intuimos que era un disco especial —explica Galán—. El objetivo inicial era romper la barrera de las 10.000 copias vendidas, llegamos a 700.000”.
El pasado 19 de marzo, Subterfuge celebró el primero de los actos conmemorativos del 25º aniversario de Devil came to me con un concierto en los Teatros del Canal de Madrid. La joven banda Featherweight interpretó el álbum al completo. “Es uno de los discos que más nos ha influenciado y nos ha ayudado a encontrar nuestro sello. “Esa mezcla de guitarras potentes con distorsión y melodías pegadizas y con garra es algo que hemos cuidado con especial cariño desde que comenzamos”, comenta Miguel, vocalista del grupo.
“Desde el primer momento intuimos que era un disco especial. El objetivo era romper la barrera de las 10.000 copias, llegamos a 700.000”
Amparo tenía pensado acudir, pero problemas personales se lo impidieron. “Cristina tampoco fue porque ya no tiene vida pública —apunta—. No va a conciertos, no hace entrevistas. Fue una decisión que tomó en 2015 cuando disolvimos el grupo. Seguimos viéndonos mucho, dos o tres veces por semana, y ella también está viviendo este aniversario con absoluto cariño. No somos muy dadas a mirar atrás, pero los recuerdos son muy buenos”. La conexión entre las hermanas Llanos es clave para entender a Dover. Cristina montó el grupo en 1992 y le pidió a su hermana que la ayudara a conseguir conciertos. Un año más tarde, la formación cambió y Amparo entró como guitarrista. El repertorio empezó a nutrirse con composiciones de ambas. “Queríamos hacer música tal cual la sentíamos —recuerda Amparo—, canciones con mucha melodía, con letras muy personales cantadas en inglés, con la voz de Cris desgarrada en ocasiones e intimista en otras, y con guitarras tocadas a un volumen atronador. Eso entonces era algo inédito aquí y después tampoco se ha repetido”.
Durante los trayectos que hacían en coche, el padre de Miguel de Featherwight solía poner la cinta de Devil came to me. “Tenía seis o siete años y disfrutaba muchísimo. De hecho, conecté tanto con sus canciones que fueron el primer grupo que vi en directo”. Jorge, guitarrista del grupo, los descubrió a través de la radio. “Escuché Serenade y me sorprendió mucho. Pensé que se trataba de una banda americana, pero mi padre me dijo que eran españoles”.
Miguel L. Garrido, productor y director audiovisual, tuvo su primer contacto con Dover a través de su tercer álbum Late at night (1999). Se lo regalaron unos familiares porque “era la música que escuchaba la gente joven en ese momento”. Quedó atrapado por la energía del cuarteto y rápidamente llegó a Devil came to me. “Ese disco es el alma de Dover” —dice Garrido, que también es músico—. Me enseñó lo que eran las buenas canciones, melodías infalibles como las de los Beatles con un sonido guitarrero y agresivo”. Durante la pandemia volvió a escuchar el álbum y se dio cuenta de que seguía siendo un tesoro. Se puso a trabajar en un documental que contará la historia de las Llanos y que reivindicará a un grupo cuyos hitos quizá no sean tan recordados como merecieran. Dover, die for rock & roll está prácticamente terminado y será estrenado en 2022.
Uno de los hechos a reivindicar de Dover es que fue un grupo de rock dirigido por dos mujeres. La década de los noventa había arrancado con el grunge: Kurt Cobain, líder de Nirvana, incluía el feminismo entre las premisas principales de su discurso y en la escena underground proliferaban grupos de rock de mujeres como Bikini Kill, Hole o L7. “En aquel momento —recuerda Amparo— estaba esa presencia femenina en el rock, era como una especie de nueva ola feminista y sentíamos una conexión muy fuerte. Teníamos predisposición por aquellas bandas y nos gustaba que aquí se nos viera como algo novedoso. Lo habitual era que la música que hacía Dover la hicieran hombres y que fuesen voces masculinas las que cantaran como lo hacía Cris”.
Hubo quien criticó el hecho de que cantaran en inglés, algo que para Amparo fue también una manera de expresar, sin decirlo, que no merecían aquella repercusión porque eran mujeres. Para Garrido, el hecho de que Dover cantaran en inglés forma parte de su valor intrínseco: “Se expresaban en el idioma que les apetecía y eso es también una forma de rebeldía. Puede que su sonido no esté muy presente en la música actual, pero su influencia sí lo está porque va más allá del estilo”. Gemma del Valle, directora de comunicación y cofundadora de Subterfuge, llevó a cabo la promoción del elepé. “Sí que es cierto que, siendo mujeres y tan jóvenes, teníamos que ponernos muy serias. Las hermanas Llanos siempre han sido muy jefas. Lo tenían todo muy claro. Pero también he de decir que este tipo de actitudes machistas hacia artistas femeninas las he visto más desde finales de la primera década de los 2000. En los 90, en la escena independiente de España y de todo el mundo, había mucha visibilidad femenina”.
“Lo habitual era que la música que hacía Dover la hicieran hombres, y que fuesen voces masculinas las que cantaran como lo hacía Cris”
Un cuarto de siglo después de aquel éxito arrollador, el título de Loli Jackson, una de las canciones de Devil came to me y la primera que grabaron para Subterfuge —también el nombre del sello que fundarían unos años después—, resuena como una metáfora de lo que fueron las Llanos: dos mujeres madrileñas que se expresaban en inglés y se identificaban con los grupos anglosajones que les inspiraban. Garrido cuenta que Barrett Jones, productor de Foo Fighters que también trabajó con Dover entre 1999 y 2002, asegura en el documental que nunca había escuchado nada igual. Para Galán, “es un discazo incontestable de un grupo con un directo demoledor”, y Gemma del Valle añade que “es una obra que respiraba el espíritu de los tiempos. Lo escuchas ahora y sigue conservando toda su fuerza, engancha desde los primeros segundos y continúa siendo arrollador”.
“Si tuviese que quedarme con una canción —comenta Amparo cuando se le pregunta cuál es su canción predilecta del álbum— elijo Rain of the times, que es de las menos pinchadas y es con la que abríamos los conciertos”. Amparo añade también que, aunque no se deje llevar por la nostalgia, cuando habla de aquellos días es como si estuviera viviéndolos ahora. Quizás por ello, espera poder retomar en breve la actividad con su actual banda, New Day: “Creo que he salido a mi abuela materna, la actriz Nieves Barbero. Estaba en la compañía de Paco Martínez Soria y le encantaba salir de gira con la troupe. A mí también me cuesta bajarme de un escenario.”