Christina Rosenvinge
El oficio de escribir canciones

Con más de cuatro décadas de carrera a sus espaldas y un cancionero tan vasto como memorable, Christina Rosenvinge es un icono de la música española. Durante su visita a Espacio Iberia desveló algunos de sus secretos como letrista, además de repasar las canciones de su último álbum, ‘Los versos sáficos’, y hablar sobre la creación de su primera banda sonora para la película ‘Hombres íntegros’.
“Queridos hermanos y hermanas, nos hemos congregado aquí en honor a una leyenda de la música española: Christina Rosenvinge”. Así, como si de una ceremonia se tratara, presentó la periodista Raquel Peláez ante un auditorio abarrotado el Concierto contado que la artista madrileña ofreció en Espacio Iberia. Una hora de conversación que empezó con una pregunta ideal para romper el hielo: ¿qué es lo más extraño que has hecho en un avión? “Me encantaría tener una gran historia para ti, pero no la tengo… De todas formas, ya sé por dónde vas y, aunque hubiera ocurrido, no te lo contaría”, respondió una Christina cómplice despertando las risas de los presentes. Un público que lleva cuatro décadas siéndole fiel a la cantante y quién sabe si el motivo está en las estrellas. “Mi profesora de canto afirmaba que una voz no tiene por qué ser perfecta, sino que tiene que conectar con el universo. Decía que en el universo hay unas frecuencias y solo los que tienen sensibilidad para sintonizar con ellas conectan con el público. Es decir, puedes lograrlo teniendo una voz menos virtuosa o armónica. Es algo muy bonito y explicaría, por ejemplo, la carrera de Bob Dylan, que a mí me encanta”.
De vuelta a la Tierra, la conversación se recondujo hacia la creación de la banda sonora de Hombres íntegros, uno de los últimos proyectos de una Christina que, en los últimos años, no ha parado de encadenarlos. La película explora la homofobia y la presión social en un colegio católico donde la masculinidad se mide en términos de agresividad y violencia. “Analiza la sociedad patriarcal y sus engranajes —expone Christina—, los cuales al llegar a la adolescencia despojan a chicos inocentes y tiernos de su verdadera naturaleza para convertirlos en machos. Se habla mucho de los efectos del machismo sobre las mujeres, pero no tanto de los que también ejerce sobre los hombres. El feminismo no viene a robar derechos a los hombres, viene a, por ejemplo, liberarles de una forma de masculinidad tóxica”. El feminismo siempre ha estado presente en su carrera, como ella misma se encargó de recordar: “En Que me parta un rayo (1992) con Christina y Los Subterráneos ya había canciones que canalizaban eso y eran bastante críticas, como Tú por mí o Voy en tu coche. También en El souvenir, con Álex y Christina, que abría El ángel y el diablo (1989)”.

El público, que agotó las entradas, espera la aparición de Christina Rosenvinge en Espacio Iberia.
Con sus letras, Christina siempre ha desvelado muchas cosas sobre sí misma, pero también sobre las sucesivas épocas que le ha tocado vivir a lo largo de su longeva carrera: “Yo llego a la música por las letras, primero las hice para otra gente y luego para mí misma. Su creación tiene algo de accidental, pero también tiene una metodología detrás que es casi científica. En La palabra exacta [un ensayo sobre el arte de escribir canciones que cierra su libro Debut] intenté diseccionar esa metodología para que cualquiera pudiera ponerse a escribir una letra. Para que algo se pueda cantar hay que tener muy en cuenta la fonética. De hecho, muchas veces la letra se convierte en una especie de sudoku fonético donde no puedes decir lo que quieres, sino lo que entra en la melodía. Quieres meter algo en la canción, pero no se deja y lo que acaba saliendo revela algo de tu interior, incluso a veces vaticina el futuro. Tiene algo de freudiano”.
“Normalmente los músicos nos dedicamos a expoliar nuestras propias experiencias para escribir letras y eso, a veces, es agotador”
La carrera de Rosenvinge arranca a principios de los 80 con un grupo punk, Ella y los Neumáticos, en plena Movida madrileña. Pocas artistas, por tanto, cuentan con un repertorio tan vasto como memorable. Las últimas canciones, aquellas que componen el álbum Los versos sáficos, no son originales, sino que se basan en textos de la poeta griega Safo. “Normalmente los músicos nos dedicamos a expoliar nuestras propias experiencias para escribir letras y eso, a veces, es agotador. Elaborar las letras a partir del trabajo de otra persona ha sido maravilloso y liberador”. El origen de este álbum está en una obra de teatro, Safo, que se representó en el Festival de Teatro Clásico de Mérida en 2022. “Marta [Pazos] hizo un espectáculo tan hipnótico a nivel visual —recuerda Christina— que la gente no prestaba suficiente atención a las letras que con tanto trabajo preparé. Me sentí un poco frustrada y por eso edité el disco y salí de gira con él”. A continuación, Christina cogió la guitarra e interpretó Himno a Afrodita: “La obra de Safo es muy extensa, pero este es el único poema que nos ha llegado completo y lo mío es una adaptación pura y dura. Cuando fui al local de ensayo, me dijeron: ¡vaya temazo! Creían que era mío porque, incluso hoy, Safo suena supermoderna”. Y basta rescatar unos pocos versos para comprobarlo: “Oh, ven a mí, diosa inmortal / cumple lo que quiero ver ya cumplido / en esta lucha, toma mi bando / sé mi aliada”.
A principios de siglo, Christina editó tres discos en inglés: Frozen Pool (2001), Foreign Land (2003) y Continental 62 (2006). “La gente dice que es más sencillo escribir en inglés que en castellano, pero en realidad son juegos distintos. La ventaja que tiene el inglés es que es más conciso. El mayor aliado de un letrista es, junto a los derechos de autor, el monosílabo. En inglés hay un montón y con cinco sílabas puedes construir un verso. En cambio, el castellano requiere melodías más largas y eso es bueno para algunos géneros, pero no para el pop que necesita que sean más escuetas”. Citando Debut, el libro de Christina, la conductora del evento recordó que en inglés “love” solo rima con “dove” y “above”, mientras que en castellano “amor” rima con más de dos mil palabras. Su relación con otros idiomas no se ciñe al inglés, como prueba una de las anécdotas que Christina rescató de sus inicios: “Me dedicaba a traducir al español letras de artistas franceses. Fue un trabajo en la sombra, pero me permitió comprarme un descapotable… de tercera mano”.

Christina Rosenvinge interpretó varias canciones de su último álbum: ‘Los versos sáficos’.
Después de interpretar Hoy duermo sola, otro de los temas que componen Los versos sáficos y que se inspira en el trágico romance de Titono con la diosa Eos, Peláez le preguntó a Rosenvinge por su experiencia trabajando tanto con hombres como con mujeres. “Hay diferencias”, reconoció, pero se apresuró a recordar que, en general, se ha encontrado con grandes profesionales y reivindicó el tiempo compartido con otros músicos como un reducto de liberación y complicidad. “¡Ojalá el mundo exterior fuera así!”, apostilló. Ente las experiencias más positivas están sus colaboraciones con el mítico Lee Ranaldo [cofundador de Sonic Youth] y entre las menos la grabación de un disco de culto, Verano fatal (2007), junto a Nacho Vegas. “No era mi banda, era la de Nacho, y cuando llegué allí hubo quien me vio como una intrusa. Que yo sepa no sigue en el mundo de la música. Fue de las primeras cosas que hice tras volver de Nueva York y se dieron dinámicas que creía superadas”. La situación de hombres y mujeres en la música tampoco es la misma a la hora de convivir con el éxito. “Cuando lo comento con otras compañeras coincidimos en que, en nuestro caso, el triunfo dificulta las relaciones. Parece que intimidas más”.
Con Canción de boda cerró Christina su repaso por Los versos sáficos. “Mi objetivo era que pareciera una canción que hubiera existido siempre, como si llevara siglos interpretándose en las bodas. ¿Creéis que lo he conseguido?”. La respuesta de sus seguidores fue una sonora afirmación y la artista les propuso que la tunearan para sus enlaces y le mandaran el vídeo. Incluso abrió sutilmente la puerta a ser invitada: “No odio las bodas, lo que pasa es que no me invitan. ¡Hace tiempo que no voy a una!”. Christina, que nunca se ha casado, es consciente de que uno de los grandes idilios de su vida ha sido con su público y en Espacio Iberia, a tenor de los generosos aplausos y las caras de felicidad con que la despidieron, los votos fueron renovados.