David Trueba
La factoría creativa
Cuando David Trueba termina de escribir una novela, rodar una película o montar un documental le invade una sensación ambivalente. Por un lado, la felicidad de la tarea terminada y, por otro, la vergüenza de tener que mostrar su trabajo. Así que, para neutralizar esos temores, cuando estrena o publica algo ya suele estar volcado en el siguiente proyecto. Le robamos unos minutos en días en los que se encuentra inmerso en la posproducción de su próxima película, ‘A este lado del mundo’.
Trueba, hermano menor de una familia numerosa de ocho hermanos, acaba de publicar El río baja sucio (Siruela), una novela aparentemente juvenil destinada a lectores de cualquier edad. También ha estrenado en el pasado Festival de San Sebastián el documental Si me borrara el viento lo que yo canto, centrado en la figura del legendario cantautor Chicho Sánchez Ferlosio. Y para completar su trío de ases artísticos ultima ahora la posproducción de A este lado del mundo, película que ha rodado en Melilla y que se estrenará en 2020. Queda por averiguar si superará el éxito de Vivir es fácil con los ojos cerrados, con la que consiguió siete premios Goya, entre ellos el de mejor película, mejor director y mejor guion original. Con David Trueba nunca se sabe.
Novelista, articulista, documentalista, guionista, director… Pareces una factoría creativa.
Pese a lo que mucha gente cree, mis tres trabajos recientes se extienden a lo largo de años. Desde las ideas iniciales hasta acabarlo pasas por muchas fases y algunas tienen que ver con tu estado de ánimo. Suelo castigar a todos mis proyectos con periodos de abandono, luego los recupero y llevo un ritmo bastante lento hasta dar con el final del asunto.
Olga Tokarczuk, la Premio Nobel polaca, escribe en ‘Los errantes’ que “todo aquel que en algún momento haya intentado escribir una novela sabe lo duro que es este trabajo, sin duda una de las peores formas de autoempleo”. ¿Estás de acuerdo?
A veces he tenido la sensación de que es una esclavitud voluntaria. Un día una persona muy querida me preguntó con total sinceridad si ese esfuerzo y esa dedicación compensaban. Lo que compensa es la sensación de haber sido capaz de terminarlo. Ese es un placer que supera a las tentaciones vanidosas de la profesión.
¿Y qué pretendes con la novela El río baja sucio?
La única pretensión es hacer la mejor novela posible, que funcione como narrativa, que levante personajes que dejen una sensación de existir, de pervivir incluso después de terminar de leer el libro. Lograr este reto es como alcanzar el placer que te dieron las mejores lecturas de tu vida.
¿La ecología es ahora el gran catalizador de la movilización juvenil, como lo fue la política en los años 70?
Creo que los chicos se han dado cuenta de que la relación con lo natural es más relevante que el negocio tecnológico, más que la fiebre por valores como la fama y el dinero, y quizás quieren reescribir la relación del ser humano con el planeta, donde en lugar de un depredador demoledor, seamos conscientes y racionales.
¿Crees que los lectores más jóvenes entenderán el significado profundo de la novela?
Cuando era muy joven, y aún hoy, se me escapaban muchas lecturas de las novelas que devoro. Huyo de que las cartas queden demasiado subrayadas o marcadas, prefiero sugerir atmósferas y que las complete el lector. El trabajo de un escritor no es masticarle la comida al lector; es hacer ese manjar rico, complejo y disfrutable al mismo tiempo.
“El trabajo de un escritor no es masticarle la comida al lector; es hacer ese manjar rico, complejo y disfrutable al mismo tiempo”
¿Tuviste una adolescencia con vacaciones en la sierra, río, bicicletas y amores como los personajes de la novela?
La adolescencia solo es feliz en el recuerdo. Como todos los jóvenes sufría por cosas que hoy considero nimiedades. Pero fui libre e independiente; mis padres eran mayores, yo era el octavo de sus hijos y, por lo tanto, me dejaron un margen envidiable de libertad para ser yo mismo. No me dieron lujos, pero me acercaron a un río, a unas montañas. Los amores ya me ocupé yo mismo de fabricarlos.
¿Disfrutas de los pequeños placeres sensoriales como le ocurre a Gaspar, uno de los adultos de la novela?
Mirar las estaciones pasar. Mis hijos creen que me he vuelto loco, porque a veces celebro las hojas brotar en primavera y amarillear en septiembre. También me gusta sentarme en una butaca del cine y sentir cómo todo se apaga para que nazca la luz de una película. Cosas tan tontas. Y un buen tomate y aceite, claro.
Eres un autor titular de la escudería de Anagrama. ¿Significa algo que publiques El río baja sucio en Siruela?
Mi última novela Tierra de Campos está aún muy viva y sigue dándome alegrías y lectores. No quería que El río baja sucio, que busca un lector algo distinto, la sepultara. Anagrama ha sido la casa de mis cinco novelas. El año que viene se cumplirán 25 años de la aparición de la primera, Abierto toda la noche. No me arrepiento ni un instante de haberlas publicado en esa casa y haberme mantenido fiel a ella.
¿Qué puedes adelantar de A este lado del mundo?
Espero tener la película lista para enero de 2020. Los protagonistas son Vito Sanz y Anna Alarcón. Y, raro en mí, estoy contento. La rodé con un equipo reducido pero muy aguerrido. Trato como siempre de dar una visión de nuestro tiempo, pero desde una perspectiva no habitual. El protagonista es un tipo al que resumo con una frase: lo educaron para construir puentes y acabó levantando muros. No me parece una mala definición del ciudadano medio de nuestra época.
¿Cuáles son las principales ventajas y desventajas de rodar películas de bajo presupuesto en los límites de la industria?
Todo son desventajas. No soy imbécil. Me gustaría tener cinco millones de euros para rodarlas, pero sin tener que renunciar a mis ideas, reparto y argumentos. Cuando eso no es posible, entre mucho dinero y mucha libertad, opto por lo segundo.
“A la hora de rodar películas, entre tener mucho dinero y mucha libertad, opto por lo segundo”
¿Dirías que el tema común de tus películas es el amor?
El tema común es la supervivencia. Sobrevivir a la vida. Suena paradójico, pero creo que todos los lectores entenderán lo que quiero decir.
Has ganado un montón de premios Goya.
Sí, pero antes de ganar el primero cuando salió triunfante Vivir es fácil, tenía el récord de nominaciones sin haber ganado el Goya. Me parece que entre director y guionista sumaba 13 nominaciones sin que me lo hubieran dado. Me encantaba ese récord. Fue una pena renunciar a él.
En 1982, tu hermano Fernando rodó el documental Mientras el cuerpo aguante, sobre Chicho Sánchez Ferlosio. ¿Por qué necesitaba este cantautor la actualización que tú has hecho con Si me borrara el viento lo que yo canto?
Porque la historia que contamos, la del disco que le grabaron en la clandestinidad dos estudiantes suecos en 1963 y su peripecia, es un maravilloso trozo de nuestra existencia como país y un retrato de la tradición de heterodoxos nacionales.
¿Es España un problema para ti?
Para todo ciudadano normal, su país es una fuente de felicidad y de conflicto. Amo cosas, detesto otras. Y de la suma sale la verdad. Lo que intento con mi aportación es contribuir más a las buenas que a las malas.
A estas alturas, ¿qué esperas de tu vida?
Cinco cosas. Que si se dicen en voz alta se fastidian.