Sara García

Talento espacial

30 Agosto 2023 Por Beatriz Portinari
Sara García, astronauta
Sara García es la primera mujer española astronauta en reserva de la Agencia Espacial Europea © Sebastian ter Burg

La biotecnóloga Sara García se convirtió, en noviembre de 2022, en la primera mujer española astronauta de reserva de la Agencia Espacial Europea (ESA). Hoy, mientras espera entrenamiento y que le asignen una posible misión, vive volcada en otra más terrenal, la lucha contra el cáncer en el equipo del investigador Mariano Barbacid. En la X edición de los Premios Mujeres a Seguir recibirá el Premio MAS Talento a Bordo.

Licenciada en Biotecnología, máster en Investigación Biomédica y Biológica y con varios premios y reconocimientos a su excelencia académica, Sara García (León, 1989) fue seleccionada por ESA como astronauta de reserva después de superar un año y medio de pruebas y exámenes, a los que se presentaron casi 23.000 aspirantes. Cuando le confirmaron su nombramiento, como debía ser secreto hasta el comunicado oficial, apenas cambió su rutina. “No me lo podía creer, mi vida iba a cambiar, iba a ser astronauta… pero al momento pensé: no puedo preocuparme por esto ahora, tengo que entrar a trabajar”, desvela sonriendo. Así que Sara se puso su bata blanca, entró en el laboratorio y continuó con su día a día, como si nada. Una rutina que se verá ligeramente alterada el próximo 14 de noviembre, cuando reciba el Premio MAS Talento a Bordo en la X edición de los Premios Mujeres a Seguir. Un galardón que reconoce a mujeres capaces de imaginar nuevos horizontes y trascender sus límites.

Como astronauta de reserva no formará parte del personal permanente de la ESA, pero puede ser seleccionada para misiones espaciales concretas. Así, mientras espera el momento para pasar al período de entrenamiento y su posible participación en una misión, trabaja en otra de altura: la lucha contra el cáncer en el equipo del investigador Mariano Barbacid, en el Centro de Investigaciones Oncológicas (CNIO) de Madrid. ¿Su meta? Descubrir nuevos fármacos que ataquen la diana clave en el desarrollo del cáncer de pulmón.

¿Cómo surgió tu vocación por las carreras STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería, Matemáticas)? ¿Hubo alguien en la familia o en el colegio que te inspirase?
Es algo que me han preguntado en varias ocasiones, pero lo curioso es que no había científicos en la familia, ni tuve una epifanía con ningún profesor o libro en concreto. Lo achaco más a una curiosidad extrema, que es algo innato en mí, quería respuestas sobre el mundo. Es verdad que mis padres estimularon mi curiosidad con libros sobre magnetismo, electricidad, biología, el sistema solar… Leía mucho y trataba de entender el mundo que me rodeaba.

¿Por qué elegiste la biotecnología y la investigación oncológica?
Porque la biotecnología tiene ‘colores’, distintas aplicaciones en la sociedad, que usan organismos vivos, o parte de los mismos, para mejorar los procesos. Y eso me interesaba. Yo me dedico a la biotecnología ‘roja’: empecé a tener contacto con distintos laboratorios, en el Instituto de Biomedicina de León. Mi especialidad en la investigación oncológica respondía a esa motivación que tenía desde niña: quiero resolver un problema tan complejo que permita usar el método científico y la imaginación y, a la vez, que tenga impacto social y mejore la vida de las personas.

“Quiero resolver un problema tan complejo que permita usar el método científico y la imaginación y, a la vez, que tenga impacto social”

¿De pequeña también soñabas con ser astronauta?
Aunque la exploración espacial es un sueño que cualquier niño puede tener alguna vez, la verdad es que yo nunca me lo había planteado en serio. La carrera aeroespacial es muy difícil para los europeos, por muy preparados que estén, ya que la ESA solo ha sacado cuatro convocatorias en toda su historia, a diferencia de la NASA de Estados Unidos, que tiene convocatorias y ofertas de empleo más frecuentes.

Entonces, cuando tu tía te envió un mensaje con la convocatoria europea, ¿lo viviste como un ‘ahora o nunca’?
Cuando vi el mensaje de ‘Oferta de empleo del Cuerpo de Astronautas de la Agencia Espacial Europea’ me di cuenta de que era una oportunidad que no podía dejar pasar por lo extraordinario e infrecuente de la convocatoria. Esto te pasa una vez en la vida. Primero me planteé: “¿Cumplo los requisitos? Sí. ¿Puedo superar las pruebas y exámenes? Vamos a intentarlo”. Pero también hice el ejercicio inverso: “¿Qué tendré que hacer en el futuro si me seleccionan? ¿Qué voy a aprender? ¿Me resultará interesante?”. Valorando pros y contras, cuando descubrí todo lo que implica ser astronauta, parecía el trabajo de mis sueños y por eso me presenté.

La convocatoria para trabajar en la ESA duró cerca de un año y medio, con más de 50 pruebas y 22.500 aspirantes. ¿Qué fue lo más difícil del proceso de selección?
Quizá aguantar todo el proceso en sí mismo: los sentimientos que van aflorando, a medida que te vas a enfrentando a lo desconocido. No hay un temario que puedas preparar. No sabes cuándo ni cómo te van a evaluar. Tienes que estar preparado para enfrentarte a lo que ellos te pidan. Lidiar con la incertidumbre y la ansiedad es duro. Mantener la calma ha sido lo más difícil. Y, por supuesto, objetivamente, las pruebas cognitivas de inteligencia, porque no se trata de ser el mejor en algo, sino coherente y consistente en todo.

¿Cuál crees que fue tu talento o talentos para superar todas las pruebas y ser seleccionada?
¡Que me atrevo con lo que me echen! (Risas). Suelo poner mucha imaginación y creatividad en todo y trato siempre de que, lo que hago, cuente. Desde diseñar un protocolo científico con última tecnología a preparar la mejor tortilla de patatas que sea capaz. De hecho, cuando se me plantea un problema, en el trabajo o en la vida, mi actitud siempre suele ser: “Esto debe tener una solución. No siempre vas a encontrar la solución perfecta, pero puedes intentarlo”.

“Son oportunidades que no puedes dejar pasar por lo extraordinario e infrecuente de la convocatoria. Esto te pasa una vez en la vida”

¿La personalidad o el perfil psicológico también fueron determinantes?
Sin duda, yo creo que, al margen de cumplir ciertas características técnicas o académicas, lo que buscaban en la ESA era un perfil psicológico concreto: gente que pueda convivir en ambientes confinados, que sea flexible, que pueda mantener la calma bajo presión y buscar una solución a los problemas. Cuando empiezas el entrenamiento específico de la misión, no solo son hipótesis de esas posibles situaciones complejas, sino que se hacen simulaciones de todo lo que tendrías que hacer y los problemas que podrían surgir, para entrenar cómo resolverlos. Pero los sentimientos no se entrenan, tienen que venir de fábrica.

“Cuando empiezas el entrenamiento específico de la misión, se hacen simulaciones de todo lo que tendrías que hacer y los problemas que podrían surgir. Pero los sentimientos no se entrenan”

Para ti, ¿qué es el talento? ¿Cómo lo definirías?
Depende mucho del ámbito en el que te muevas, pero el nexo en común de la gente con talento que he conocido es que son aquellos que escuchan de forma activa, que buscan ser la mejor versión de sí mismos, desde un punto de vista humilde, integrando todas las opiniones, defendiendo su propio camino y permitiéndose cambiar. Cuando creces como persona y controlas tus pensamientos, acabas siendo una persona talentosa. El talento propicia que, hagas lo que hagas, sea de una forma eficiente y productiva, ya sea en el deporte, en la ciencia, dirigiendo empresas, haciendo fotografías… Lo que sea.

“Cuando creces como persona y controlas tus pensamientos, acabas siendo una persona talentosa. El talento propicia que, hagas lo que hagas, sea de una forma eficiente y productiva”

Por último, ¿qué sentiste cuando te confirmaron tu selección y cómo vas a compaginarlo con tu trabajo en el CNIO?
Nunca creo demasiado en mis posibilidades. A pesar de ser optimista, me costaba creer que lo fuera a lograr. A medida que pasaban las fases éramos menos: en la última fase ya no eran casi 23.000, sino 50 aspirantes. Estaba más cerca, pero hasta que no recibí la llamada del director general, no me lo creí. Y haberme quedado en la reserva no ha sido un resultado amargo y tampoco diré que haya sido un alivio, porque me gustaría algún día integrar mis dos pasiones: la biomedicina y la exploración espacial. Pero sí me ha dado tiempo para seguir haciendo lo que hago. Tengo estudiantes de doctorado y máster a mi cargo, quiero ver cómo van creciendo, que defiendan sus tesis doctorales, seguir trabajando para buscar fármacos específicos contra el cáncer. Se abre un universo de posibilidades y eso me hace feliz.