Elena Gª Armada
Levántate y anda
No hace milagros, aunque lo pueda parecer. Lo suyo es talento científico al servicio de los seres humanos, especialmente de los más pequeños. La investigadora Elena Gª Armada ha conseguido, gracias a la creación de un exoesqueleto pediátrico (Atlas 2030), que aquel bíblico “levántate y anda” esté un poquito más cerca de hacerse realidad para numerosos niños con problemas neuromusculares.
La vida de Elena Gª Armada (Valladolid, 1971) cambió cuando conoció a Daniela, una niña que quedó tetrapléjica a causa de un accidente de tráfico. Desde ese momento, esta científica titular en el Centro de Automática y Robótica (CAR) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y directora general de Marsi Bionics, decidió cambiar el rumbo de su investigación y pasar de la robótica industrial a la robótica dedicada a la resolución de los problemas de marcha de los más pequeños. “Daniela fue la chispa que ha permitido que hoy tengamos el primer exoesqueleto pediátrico para niños con enfermedades neuromusculares”. Pero su objetivo es que estos robots puedan ser útiles también para adultos con este tipo de patologías. Para descubrir cómo nace su talento, arrancamos buceando en su pasado.
Creciste en una familia de científicos y docentes, con una madre física y un padre ingeniero, ¿en qué medida este ambiente hizo que te dedicaras a la ciencia?
He tenido la suerte de criarme en una familia de científicos que, además, fueron ejemplares en mi educación. Nunca me limitaron. Pero sí tengo que decir que mi vocación científica no nace de cero. Inicialmente mis preferencias se encaminaban más hacia el arte, pero encontré en la ingeniería y, más en concreto, en la robótica la manera de hacer converger mis dos pasiones: la creativa y la científica-técnica.
¿Y por qué elegiste la robótica?
Como decía antes, tengo una mente muy creativa y curiosa. La robótica es una forma extraordinaria de solucionar problemas desde la creatividad, que es, por definición, la capacidad para crear. Y eso hacemos en el campo de la robótica, creamos algo desde la nada, lo programamos y lo ponemos a funcionar. Es gratificante.
“La robótica es una forma extraordinaria de solucionar problemas desde la creatividad”
¿Qué supuso para ti conocer a Daniela, una pequeña que no podía caminar?
Cambió el rumbo de mi investigación. Yo estaba centrada en la robótica industrial y con Daniela comencé a aplicar todo ese conocimiento a la resolución de este tipo de problemas. Daniela fue la chispa que ha permitido que hoy tengamos el primer exoesqueleto pediátrico para niños con enfermedades neuromusculares.
También fue el germen de Marsi Bionics, la empresa que diriges. ¿Qué retos y objetivos os habéis marcado?
El objetivo fundamental es lograr la democratización de los exoesqueletos, que puedan ser útiles para mejorar la calidad de vida de las personas con patologías que afectan a la marcha. La robótica puede ser el hecho diferencial que cambie el paradigma terapéutico en este campo. Ese es el reto. Además, buscamos avanzar en nuestros desarrollos. Queremos que Atlas 2030 sea mucho más que un dispositivo de rehabilitación, buscamos que sea una asistencia a la marcha que pueda utilizarse en el ámbito doméstico. Ahí podremos dar un salto cualitativo en cuanto a efectividad y autonomía de los niños. También hemos desarrollado dispositivos para adultos con patologías de la marcha de alta incidencia, como lesiones medulares, ictus o cirugías de rodilla, gracias a otros exoesqueletos como MAK Active Knee (MAK).
¿Los robots que propician este cambio en la vida de las personas podrían suponer algún peligro? ¿Se han de establecer límites?
Somos nosotros los que programamos el cerebro del robot, su inteligencia y su capacidad. Es decir, el límite está en nosotros y en nuestra ética para poner la tecnología al servicio del ser humano y del progreso social.
En todos estos años de profesión, ¿quién ha sido tu mayor inspiración y referente?
Mi mayor referente ha sido mi madre. Es doctora en Física y su vocación científica empezó en un contexto mucho más complejo que el mío. O Margarita Salas, a la que también profeso auténtica admiración profesional y personal por su generosidad e inteligencia.
Citas dos referentes femeninos, pero ¿sigue siendo la ciencia todavía un coto masculino?
Depende un poco de la rama científica. En el ámbito científico-técnico, y más aún en la ingeniería robótica, sí que somos menos de las que deberíamos. Pero también es cierto que se están consiguiendo grandes avances y que cada vez más mujeres se apasionan por la ingeniería. Cuando estudiaba en la universidad sólo éramos ocho mujeres en una clase de cien. Poco a poco, y con mucho esfuerzo, alcanzaremos una situación más igualitaria que no excluya el talento femenino para las materias STEAM —acrónimo de Science (Ciencia), Technology (Tecnología), Engineering (Ingeniería), Art (Arte) y Mathematics (Matemáticas)—.
¿Qué hace falta para impulsar una mayor presencia de talento femenino en la ciencia?
Es necesario incidir en un cambio cultural que, todo sea dicho, ya ha empezado a producirse. Y ahí, las mujeres que nos dedicamos a estas áreas tenemos que hacer un esfuerzo pedagógico. A mí me gusta trasladar dos ideas: la normalidad y la utilidad social. Primero: a las niñas, especialmente en la adolescencia —durante la cual prestan atención a modelos muy diversos—, tenemos que mostrarles que las mujeres científicas somos mujeres normales. Investigar es divertido y está al alcance de cualquiera. Segundo: aclarar que la ciencia no es meterse en un laboratorio y ya está, tiene la capacidad de cambiar la vida de las personas. Genera un conocimiento para el mundo que resuelve grandes problemas sociales.
“La ciencia no es meterse en un laboratorio y ya está, tiene la capacidad de cambiar la vida de las personas”
¿Goza la ciencia y el talento científico de buena salud en España?
La investigación en nuestro país tiene una enorme calidad y así se reconoce internacionalmente. Nuestros organismos públicos de investigación y nuestras universidades se encuentran en el Top 10 de la ciencia mundial. Sin embargo, si uno se pasea por un centro de investigación de nuestro país, puede encontrarse con laboratorios insuficientemente dotados, equipos de investigación mermados, contratos laborales poco competitivos y escasa estabilidad en la carrera investigadora. Estos inconvenientes se deben a más de una década de recortes presupuestarios en la I+D+i, que, aunque se ha ido recuperando en los últimos años, ha sido insuficiente para recobrar el estado de salud de nuestro sistema científico. La inversión en I+D+i en nuestro país debe duplicarse para que los esfuerzos de un colectivo de investigadores excelentes se materialicen en el progreso de la sociedad.
Si pudieses pedir un deseo, ¿cuál sería?
Se me ocurren tantas y tantas cosas… Por centrarlo en mi ámbito, ojalá me pudiera dedicar únicamente a los robots industriales porque no hubiera ningún niño que no pudiera andar.