Arguiñe Escandón

Atravesar la fotografía

12 Junio 2025 Por Roberto C. Rascón
Arguiñe Escandón
Las imágenes de la fotógrafa Arguiñe Escandón protagonizan la campaña ‘Revelamos el talento al mundo’. © Toni Escobar

La fotógrafa Arguiñe Escandón protagoniza la campaña ‘Revelamos el talento al mundo’ de Iberia en colaboración con PHotoESPAÑA y, en esta charla, nos invita a atravesar y dejarnos atravesar por sus imágenes. “Si logro abrir una pequeña ventana a la emoción o la reflexión, aunque sea por un instante, es que la imagen ha completado su viaje”, asegura. Y alcanzar eso en un mundo saturado de imágenes ya es un triunfo.

La fotógrafa Arguiñe Escandón (Bilbao, 1979) es consciente de que vivimos en un mundo saturado de imágenes, pero confía en que los transeúntes de una gran ciudad como Madrid aparquen sus prisas cotidianas y se detengan, aunque sea por un segundo, ante sus imágenes, protagonistas de la campaña Revelamos el talento al mundo de Iberia en colaboración con PHotoESPAÑA. “La saturación de imágenes crea un ruido que hace difícil observar lo que realmente importa. A mí me interesa lo que se esconde detrás de las imágenes que creamos”, afirma, y sus fotografías son, precisamente, una invitación a mirar más allá. Algo que la propia Arguiñe aplica en su trabajo diario, como aquella vez que paseando por el Rastro de Madrid vio una postal en la que salía el desaparecido fotógrafo alemán Charles Kroehle (1876-¿1902?) junto a unos indios Campa en el río Ucayali de Perú. Esa imagen le atravesó y, junto al también fotógrafo Yann Gross, emprendió un viaje por la Amazonia peruana que dio como resultado uno de sus proyectos más aclamados, Aya. “Como fotógrafa, me interesa estar donde la vida me desborda, donde no puedo explicarlo todo, pero sí sentirlo”, confiesa. Las fotografías que protagonizan la campaña —Kiana, Mar, Entrelazadas, Ana y Blue— estarán presentes en el mobiliario urbano de Madrid entre el 9 y el 22 de julio y proponen viajes que trascienden lo geográfico para apelar a lo espiritual.

Echando la vista atrás, ¿qué despierta en ti la pasión por capturar imágenes?
Desde pequeña siempre he sentido la necesidad de observar el mundo detenidamente, como si cada escena cotidiana escondiera algo más allá de lo evidente. La fotografía me dio una forma de detener el tiempo, de aferrarme a lo invisible, a emociones, gestos, silencios... Mirando atrás, creo que la pasión por capturar imágenes nace de la curiosidad por los demás, por entender cómo viven, sienten y sueñan las personas. Al final, hacer fotografías es mi forma de estar presente, de conectar con el mundo sin invadirlo, desde un lugar de respeto y escucha.

¿Qué papel juega la psicología y, más concretamente, tu formación en inteligencia emocional en tu trabajo?
Es fundamental. La formación en inteligencia emocional me ha permitido estar más disponible, más receptiva. Leer el espacio emocional de una persona o de una comunidad me ayuda a acercarme con cuidado, sin imponer una mirada. Creo que la fotografía no es solo lo que se ve, sino lo que se siente en el momento de hacerla. Y eso requiere estar emocionalmente sintonizada con lo que ocurre ante ti. Me interesan los vínculos que se establecen entre las personas y cómo estos nos permiten crear una red de apoyo y crecimiento. Al afrontar un proyecto, esta dimensión emocional se vuelve el eje de toda la narrativa.

“La pasión por capturar imágenes nace de la curiosidad por los demás, por entender cómo viven, sienten y sueñan las personas”

Tus proyectos tienen mucho de investigación. ¿Tu pasión por descubrir historias y profundizar en ellas nace de tu relación con el fotoperiodismo?
En parte sí. El fotoperiodismo me enseñó la importancia del contexto, de no quedarme en la superficie. Pero con el tiempo sentí la necesidad de ir más lenta, de quedarme más tiempo, de construir vínculos con los lugares y las personas. La investigación, tal como la entiendo ahora, es una forma de respeto, me permite comprender mejor, evitar simplificaciones y contar historias con mayor profundidad y dignidad. Me gusta que las imágenes despierten una reflexión y, para ello, es importante contar las historias desde un lugar que capte la atención de forma emocional y creativa para, después, enfatizar en su dimensión documental.

Tras participar en PHotoESPAÑA PRO Talento a bordo, fuiste la fotógrafa elegida para protagonizar la campaña Revelamos el talento al mundo. ¿Qué despierta en ti que miles de personas vayan a observar tus imágenes?
El otro día, cerca de la Plaza de Cibeles, las vi y pegué un grito: “¡Ya están aquí!”. Es extraño y hermoso a la vez. Mis proyectos casi siempre nacen del encuentro íntimo con algo que me conmueve y se suelen observar en espacios expositivos. Pensar que ahora van a estar en la ciudad, compartiendo espacio con el ruido y las prisas cotidianas, me genera curiosidad. Me gusta imaginar que alguien, al pasar, se detiene y se pregunta quiénes son esas personas o de dónde procede esa escena.

La campaña de Iberia y PHotoESPAÑA habla de revelar el talento, pero ¿qué significado encierra esa palabra para ti?
Para mí, el talento es algo innato y cada uno tiene el suyo. Cuando lo descubres, se convierte de alguna forma en tu propósito. Pero lo que tengo clarísimo es que esa magia, sin constancia, esfuerzo y dedicación, se diluye, perdiéndose entre otros miles de cosas que hacemos por circunstancias de la vida. El talento florece cuando es nutrido con tiempo, honestidad, cuidado y una visión propia.

Uno de tus grandes proyectos, Aya, nace en el Rastro de Madrid. ¿La inspiración aguarda a la vuelta de la esquina? ¿Los fotógrafos tenéis que estar siempre alerta?
Sí, la inspiración está ahí, escondida en los lugares más inesperados y la mayoría de las veces no es necesario recorrer miles de kilómetros para hallarla. Basta con una chispa, como una imagen encontrada, con algo que resuena en ti sin saber muy bien por qué. Cuando encontré aquella postal en el Rastro sentí que ahí había algo importante en lo que profundizar. Los fotógrafos no solo vemos con los ojos, sino con la memoria, con las heridas, con la intuición. Estar alerta no significa estar en tensión, sino mantener la sensibilidad despierta y dejarse llevar por la curiosidad, por lo que no se entiende del todo. Ahí empieza el verdadero viaje.

“El viaje no es solo un desplazamiento geográfico, sino una forma de transformación. Viajar me obliga a mirar de nuevo y a desprenderme de certezas”

Y del Rastro de Madrid a la Amazonia peruana, un viaje que te cambió la vida. ¿Qué importancia tienen los viajes para un fotógrafo?
Para mí, el viaje no es solo un desplazamiento geográfico, sino una forma de transformación. Viajar me obliga a mirar de nuevo y a desprenderme de certezas. Ese tipo de viaje te cambia porque te descoloca, te confronta con tus límites y con tu manera de relacionarte con lo desconocido. Cada viaje es una escuela de humildad. Estar durante varios años en distintos momentos en la Amazonia peruana fue una experiencia vital, sentí lo pequeñísimos que somos ante un universo natural sobrecogedor y la importancia que le damos a veces a ciertas cosas cuando todo debería ser más sencillo. Tengo alergia a los mosquitos, así que te puedes imaginar cómo estaba mi cuerpo en aquellos días… Fue bastante duro, pero a la vez aprendí muchísimo sobre la capacidad de adaptación y la transmisión de sabiduría de las comunidades indígenas.

Tus fotografías resultan profundamente sensoriales, misteriosas y enigmáticas. ¿Qué buscas transmitir con ellas?
Mis fotografías nacen de una necesidad de conexión con lo invisible, con lo que está más allá de lo obvio. Busco capturar ese momento fugaz en lo cotidiano, aquel que invita a una reflexión sobre lo que es tangible y lo que se escurre entre los dedos. Me gusta jugar con esa parte sensorial, con esa línea entre realidad y ficción, para que el espectador tenga una respuesta emocional al observarlo y quiera descubrir qué está pasando en ese relato, saber más sobre la historia que hay detrás.