Julia Zambudio
Galopa
Menuda, directa y de seriedad norteña hasta que esboza una sonrisa, la jockey recorre el Hipódromo de la Zarzuela de Madrid de la misma forma en que hace casi todo: en línea recta y sin pausa hacia la meta. Julia Zambudio es la gran sorpresa de esta temporada en el turf español, una mujer que aprovecha su oportunidad bajo dos premisas: mantener los pies en la tierra y disfrutar cada momento.
La primera vez que se subió a un caballo, explica Julia Zambudio (Laredo, 1999), tendría ocho años. “Desde el primer momento supe que era esto lo que quería hacer —cuenta—. No sabía ni coger las riendas y ya me puse a galopar. Menos de un año más tarde estaba corriendo carreras de ponis”. Lo narra mientras carga montura, cabezada, cepillos, mantillas y vendas del primer caballo que montará en la mañana. Son las 5:15 horas, noche cerrada todavía, y su preparador Christian Delcher ya ha planificado el día de los diferentes caballos y jockeys que entrena en su cuadra.
Comienza así lo que el público que asiste a las carreras no ve, las bambalinas de una disciplina ecuestre que exige, en muchas ocasiones, “meses y meses de preparación para una única carrera”, asegura Julia. “Hay caballos —continúa— que corren más a menudo, pero los buenos a lo mejor solo compiten dos o tres veces al año. El objetivo de toda esa preparación es que lleguen en el momento perfecto de forma”. Las cuadras son a diario un hervidero de actividad: jinetes, mozos de cuadra, entrenadores, veterinarios, herradores… Distintos perfiles alrededor de un animal que es el centro de todo.
“Cada caballo es diferente, tiene su carácter, su forma de ser… —explica la jockey—. Cada uno tiene que ser entendido para que alcance su máximo potencial y, sobre todo, para que dé lo máximo de sí mismo como deportista que es. Ahí reside el valor de un buen preparador o un buen jinete: en saber entender qué necesita cada caballo en cada momento”. Esa es, asegura, la parte más bonita de la profesión: “El trato diario con el animal, saber que tienen días buenos y malos, como cualquiera, y que en una carrera una decisión que se toma en un segundo puede cambiarlo todo”.
La de 2022 está siendo una gran temporada para la jockey, con victorias continuas en todos los grandes hipódromos nacionales. “Para dedicarte a esto tienes que tener una gran pasión —afirma—. Cuesta mucho ganarse la confianza de los entrenadores y de los propietarios, y tienes que pasar por todos los niveles: hacer cuadras, cepillar caballos… Este es un trabajo de madrugones y de no tener vacaciones jamás. Las carreras se celebran durante todo el año y los caballos tienen que salir, desayunar, comer y cenar todos los días [sonríe]. Creo que si no tienes verdadera pasión sería inviable dedicarse a esto”.
“El talento de un buen jockey está en saber entender qué necesita cada caballo en cada momento”
La mujer en el turf
Julia Zambudio lleva desde los 14 años en las cuadras, a la espera de esa oportunidad que ya ha llegado. En su familia, en la que no hay nadie con relación previa con el mundo de los caballos, su decisión de dedicarse al turf desde tan joven generó, explica, “una gran preocupación porque, además de difícil, es peligroso; pero ahora están encantados”. Parte de la dificultad, añade, estriba en ser mujer: “Este es el único deporte en el que hombres y mujeres compiten en condiciones de igualdad”. “De todas las disciplinas, el hipódromo es quizá la más dura físicamente, y por eso se ha preferido a los hombres, pero en los últimos años las mujeres nos estamos dejando ver bastante”, afirma con una sonrisa.
Jockeys como Julia Zambudio, Cristina Buesa, Vicky Alonso, Cristina Pérez o Nieves García son hoy nombres habituales en los programas y, sobre todo, están teniendo cada vez mejores resultados. Para Julia es una cuestión de trabajo y más trabajo, de disfrutar una profesión apasionante y de mantener “los pies en la tierra” en época de victorias. ¿Talento? Lo hay, asegura, pero no solo en el caso del jinete: “Creo que el talento está en tener la capacidad de comprender lo que este tipo de animales necesita en cada momento. Al final ellos también son deportistas y su talento es competir al nivel que les exigimos en este tipo de carreras”.
Ese nivel de exigencia se ve muy claro en un día de competición, en el que el ambiente es frenético tanto en las cuadras como en los aledaños de la pista principal. Julia parece calmada —ahí está ese carácter norteño—, pero su cara es muy expresiva ante la pregunta: ¿qué haces para relajarte?. “¿Relajarme? ¿Yo?”, replica entre risas.