María Ángeles Vila
El fichaje de Dior
A caballo entre Roma, donde vive, y Valencia, donde nació, trabaja y expone su obra María Ángeles Vila. Una obra intimista que comenzó hablando de las raíces familiares y que hoy plantea discursos socialmente más comprometidos. La pasión, sensibilidad y versatilidad plasmada en sus creaciones, junto a su talento con acento español, cautivaron a, ni más ni menos, que Maria Grazia Chiuri, la directora creativa de Dior.
En sus primeros años de formación, María Ángeles Vila (Valencia, 1978) estaba influenciada por el arte abstracto y la pintura informal: Tapies, Dubuffet, Saura, Canogar, Millares… Una etapa donde flirteaba con la experimentación técnica y con el juego compositivo y cromático. Sucesivamente, su trabajo evolucionó sin dejar de lado las bases anteriores, pero encaminándose hacia una necesidad imperiosa de incluir en sus obras la fotografía y la narración a través de símbolos e iconos. Como ha hecho en La Capitana, un encargo personal de Maria Grazia Chiuri, la directora creativa de Dior, para el aplaudido desfile Cruise 2023 que la firma francesa organizó recientemente en Sevilla.
¿Imaginaste alguna vez que acabarías colaborando con Dior?
No, aunque lo deseaba desde hacía tiempo porque llevo años siguiendo el trabajo de Maria Grazia Chiuri. Ella invita a mujeres artistas a participar en sus proyectos y eso siempre me ha atraído, pero nunca imaginé que pudiera suceder.
¿Cómo ocurrió?
Maria Grazia llegó a mi estudio gracias a Paola Ugolini y a Maria Alicata, dos comisarias romanas con las que colaboro desde hace años. Desde el primer minuto en el que entró, estuvo observando cariñosamente cada una de mis obras. Se acercaba a ellas y me decía: “Che bello”. Fue un momento mágico.
Y entonces te encarga los carteles sobre la bailaora Carmen Amaya para el desfile de Dior, Cruise 2023, en Sevilla.
Sí. Carmen Amaya era una de las fuentes de inspiración para Chiuri en ese desfile, una referencia femenina que había roto con los estereotipos de su época. Su intención inicial era hacer una intervención de arte urbano, pero hubo que modificar esa propuesta y mis carteles acabaron siendo los estampados con los que ella creó maravillosos vestidos.
¿Cómo cambia tu obra al verla sobre una modelo?
Chiuri ha conseguido transformar mi obra bidimensional en figuras en movimiento y animarlas sobre los cuerpos de las modelos, que mientras caminan se funden con ellas. Este intercambio artístico ha sido increíble, pero es que ella es un genio. No se limita solo a hacer moda, sino que inventa una nueva forma de hacerla. Además, busca referentes femeninos para sus proyectos, estudia a otras mujeres, las va a visitar a sus talleres, las escucha y les ofrece una gran oportunidad. Empodera a artesanas y artistas. La sororidad es un principio fundamental en sus proyectos.
Vivir en Roma, por cierto, ¿apabulla o inspira tu talento?
Es una fuente constante de inspiración, una sorpresa continua. Ofrece belleza a cada paso. Desde hace 20 años me sorprende y enamora a diario.
“Cuando vives lejos de tus raíces consigues ver de dónde vienes de forma más lúcida”
Tras 20 años viviendo en Italia, ¿qué queda de tus raíces españolas en tus obras?
Muchísimo. Cuando vives lejos de tus raíces consigues ver de dónde vienes de forma más lúcida. Valencia es una tierra llena de artesanos, de artistas, de tradiciones. Mis orígenes están presentes en mis creaciones, en mi trabajo se respira una influencia española.
¿Por eso tu paleta de colores habla de rojos y ocres?
Puede ser. El rojo es el color de la tierra de mi infancia. Tengo muchas imágenes grabadas en mi memoria de los paisajes rojizos con cálidas veladuras bajo la intensa luz de Valencia. También es un color predominante en Roma, acompañado por los ocres y los marrones. Son colores que me persiguen.
Has experimentado con muchas técnicas, pero dominas el grabado y la estampación. ¿Qué es lo que te cautiva de ellas?
Es un ritual donde me siento cómoda, donde conocimiento y azar conviven, y donde el error se convierte en un estímulo nuevo. Son técnicas con un proceso lento pero sorprendente: grabar una plancha, entintarla, mojar el papel, manipularlo y finalmente estampar con el tórculo. Hay un efecto sorpresa cada vez que realizas una estampación, un misterio similar al del revelado de las fotografías. ¡Me fascina!
¿Cómo consigues dar un toque contemporáneo a obras realizadas en técnicas tan antiguas?
Dejando a un lado las tiradas clásicas y experimentando con todo. Ahora pinto en las planchas, hago monotipos, utilizo el tórculo como herramienta. En los carteles de La Capitana para Dior, por ejemplo, transferí con litografía las imágenes de Carmen Amaya. Luego las completé con la estampación de elementos visuales típicos y tópicos del folclore español: peinetas, frutas, flores, cenefas, etc., y con algunas palabras clave que identificaba con el poder de aquella mujer. También creo instalaciones artísticas, escenografías y obras que narran temas contemporáneos.
¿Cuál es la fuente de inspiración de tu talento?
Mi familia, mi cultura y mis raíces. Las mujeres de mi familia, como mi abuela Amparo, mi tía Carmen, mi madre Rafaela, mis primas… Todas viajan en mis creaciones, pasean envueltas en historias, representan la fortaleza y la determinación. Todo lo que creo lo hago desde una visión personal, unas veces narrativa, otras descriptiva.
¿Inspiraciones que también sirven para denunciar cosas?
En parte, sí. Con la artista Alicia Herrero, bailarina y performer, conformo un dúo artístico multidisciplinar conocido como Las Mitocondria. Nuestro proyecto Cultura Doméstica, por ejemplo, intenta visibilizar todo aquello que permanece silenciado en los espacios domésticos a través de una simbología cercana y que abarca aspectos sociológicos sobre estereotipos de género intergeneracionales.
“No importa el lugar o el perfil, lo importante es crear un arte ligado a la sociedad: participativo y activo”
Háblanos de Botánica Doméstica y de Abrazos, tus otros proyectos más recientes.
Con Botánica Doméstica he querido plasmar la sabiduría popular femenina, el lenguaje secreto de los remedios transmitidos por tradición de madres a hijas, pero también recordar la desconfianza y la discriminación ligadas a esta forma de conocimiento, y las muchas persecuciones sufridas por aquellas mujeres sabias. Las hojas y flores de hierbas que ahora se ven en mi obra entrelazan la belleza de las formas naturales en contraste con las penas sufridas por aquellas mujeres. Por otro lado, Abrazos es el proyecto colectivo y multidisciplinar más actual de Las Mitocondria. Surge después de la pandemia y es una fusión entre performance y arte plástico, con mis obras estampadas sobre sábanas conformamos una instalación que habla de la superación de los límites individuales y del contacto entre el cuerpo y el espacio.
Como decías, Abrazos es un proyecto comunitario en el que participan personas anónimas de diferentes edades. ¿Necesitas un vínculo directo con la sociedad para exprimir tu talento?
Sí. Llevo años compartiendo mis procesos creativos con diferentes comunidades: niños, adultos, escuelas públicas y privadas, grandes eventos, barrios marginales... No importa el lugar o el perfil, lo importante es crear un arte ligado a la sociedad, participativo y activo, donde compartir, interactuar y colaborar con diferentes comunidades. En una fase del proyecto Abrazos, por ejemplo, invito a los participantes a dibujar, escribir y estampar imágenes sobre transparencias que luego proyectamos sobre las sábanas que hacen de lienzos alrededor del espacio donde exhibimos.