Laia Estruch
El arte sin límites
Para Laia Estruch, el arte no tiene límites. Su trabajo, aunque parte de la escultura, atiende también al cuerpo, a sus movimientos y su voz. Algo que explora a través de la ‘performance’. Su obra más reciente, ‘Trena’, que ocupó la Sala Oval del MNAC (Museu Nacional d'Art de Catalunya) durante el pasado verano, supuso todo un reto para ella y confía en que su éxito la ayude a seguir dando pasos adelante en el mundo del arte.
“El papel de los artistas, sobre todo el de aquellos vinculados al arte contemporáneo, es seguir trabajando desde la investigación en busca de nuevos lenguajes”. Vinculada a la escultura y la performance, Laia Estruch (Barcelona, 1981) tiene clara su hoja de ruta y ha hecho de la experimentación su compañera de viaje. Durante el pasado verano —del 7 de julio al 3 de septiembre— su obra más ambiciosa, Trena, ocupó la Sala Oval del MNAC (Museu Nacional d'Art de Catalunya), un lugar que en los últimos años se ha convertido, precisamente, en epicentro de la experimentación artística. La respuesta del público, que podía recorrer el interior de la escultura, fue fantástica y Laia, de la mano de la Galería Ehrhardt Flórez, confía en que pueda verse en más lugares: “La pieza es almacenable y transportable. De hecho, se ha pensado en su vida posterior. Así que estamos trabajando en una itinerancia. También estamos intentando que Trena ayude a internacionalizar mi trabajo”.
¿De dónde te viene la vena artística? ¿Siempre tuviste clara tu vocación?
Desde pequeña tuve una tendencia y una sensibilidad hacia lo artístico, pero no fue hasta que comencé mis estudios vinculados al arte cuando lo vi claro. Y ahora estoy encantada porque este era mi lugar. Mi madre es farmacéutica, pero siempre ha estado muy interesada por la fotografía, y el resto de mi familia también tiene esa vena artística: un hermano director de fotografía, un tío escultor, una prima diseñadora de joyas y otra también escultora.
De la vocación al talento, ¿qué es para ti y qué papel ha jugado en tu trayectoria?
Una vez, al llegar a una residencia de artistas, me preguntaron: “Y tú, ¿qué talento tienes?”. Me quedé muda porque no sabía qué contestar. Creo que todos los seres humanos tenemos un talento, pero lo más importante es el trabajo. En mi caso, mi talento es la valentía para llevar a cabo proyectos ambiciosos y difíciles, pero también la perseverancia. En mis inicios estuve cinco años sin que mi obra fuera programada porque es muy complicado, mi talento fue persistir y no abandonar, seguir trabajando e investigando. Tenía claro que quería dedicarme al arte.
“En mis inicios estuve cinco años sin que mi obra fuera programada porque es muy complicado, mi talento fue persistir y no abandonar”
La del artista, como tú misma cuentas, es una carrera de fondo. ¿Alguna vez has dudado?
Nunca. Vengo de una familia monoparental en la que mi madre nos ha sacado adelante. Ella luchó mucho y me acogió en su farmacia, en la que he podido trabajar como auxiliar al mismo tiempo que me dedicaba al arte. Asumí que tenía que tener dos trabajos, pero cuando la gente me pregunta a qué me dedico siempre digo que soy artista. Porque es lo que soy. Hice Bachillerato de Artes y luego estudié Bellas Artes, me costó mucho y no voy a abandonar. La mayoría de los que seguimos trabajando en arte es porque lo hemos luchado mucho. Me encantaría vivir solo del arte y ahora estoy empezando a dar clases en la Universidad de Bellas Artes de Barcelona, donde me formé.
Cuéntame, ¿qué inspira tus creaciones?
Mi trabajo parte de la escultura, pero en ella convergen diferentes líneas de investigación. Por ejemplo, el sonido: su volumen, su textura, su velocidad, su ocupación del espacio... Hago un trabajo vocal muy particular y autodidacta que va más allá del lenguaje. Tiene que ver con la poesía fonética, pero siempre ligada a la escultura. La voz es un territorio inexplorado; nace del cuerpo humano, se va alejando, contacta con elementos en el exterior y muere. ¿Cómo resuena la voz cuando entra en contacto con una arquitectura o un paisaje determinados? Esa es una de las preguntas que me hago.
“Las esculturas son intérpretes, compañeras que tienen su cuerpo, su piel, su elasticidad, su rigidez, y están en contacto conmigo, me acogen pero también me ponen en problemáticas”
Eres una artista difícil de etiquetar. ¿Qué papel juega la experimentación en tu obra?
La otra vertiente de mi trabajo artístico es la performance. Así que la experimentación lo atraviesa todo. Soy una artista que está todo el rato buscando e investigando; combino materiales, pero también conceptos que nos permitan entender de otra forma el mundo que nos rodea. Aunque voy con un guion en el que fijo cosas, la performance me permite experimentar en directo, ampliar mi investigación e ir más allá. Las esculturas son intérpretes, compañeras que tienen su cuerpo, su piel, su elasticidad, su rigidez, y están en contacto conmigo, me acogen pero también me ponen en problemáticas. Me considero escultora y performer, pero soy algo más, una artista que investiga a través del cuerpo y sus movimientos.
¿Qué ha supuesto para ti la oportunidad de ocupar la Sala Oval del MNAC con tu obra Trena?
Ha sido muy importante. Sobre todo el hecho de que reconozcan mi esfuerzo y mi perseverancia. “Te llamamos por tu trayectoria y porque nos gusta tu trabajo”, me dijeron. Yo quiero ser fiel a mi investigación y mi metodología; si a partir de ahí me salen proyectos, pues feliz. También ha sido una oportunidad para colaborar con más profesionales, como los ingenieros con los que he trabajado las curvaturas o las normas de seguridad, etc. ¿Y qué decir del lugar? La Sala Oval es un enclave que permite la observación de Trena desde todos los puntos de vista posibles. En mi carrera también fue muy importante recibir el Premio Ciutat de Barcelona 2021, que entrega el Ayuntamiento, porque el jurado estaba compuesto por compañeros de profesión, o que me llamara una galería de Madrid, la Ehrhardt Flórez. Voy dando pasos adelante.
¿Cómo surge la idea de hacer una pieza tan ambiciosa como Trena y quiénes te ayudan a hacerla realidad?
El MNAC me dio carta blanca y podría haber hecho una performance sola, pero quise jugar con la escala arquitectónica para ponerme a prueba. Tuvimos muchas reuniones para ver si el proyecto podía salir adelante y supuso un aprendizaje mutuo. Finalmente, se hizo con los mismos constructores con los que trabajo desde 2014, Tecnodimensión. Fueron los únicos que se vieron capaces de construirla, también a nivel económico. Me ha permitido trabajar mis dos materiales, el hierro y el textil, en una sola pieza y también he dado un salto a nivel de proporciones, de escala, de percepción espacial… Estoy muy contenta.
Los visitantes del MNAC pudieron interactuar con Trena. ¿Cuál fue su reacción?
Muy buena. Yo siempre busco aprender para poder dar al público algo más y el público esta conectando cada vez más con mis obras. Trena busca ser una escultura pública y está pensada para ser transitada. Es decir, no está solo ideada para mi performance o mi investigación. La gente salía feliz y me encanta haberles ofrecido una experiencia nueva que les permita evadirse de su realidad, de las preocupaciones de su día a día.