Carlos Fernández-Pello
“Con mi obra quiero que los demás me cuenten lo que no sé”
Su trabajo se coló a las masas a través de la portada de un disco de C. Tangana. Sin embargo, el ‘hiperactivo’ Carlos Fernández-Pello lleva años agitando la escena artística madrileña, ya sea como artista, docente, editor o comisario. Nos adentramos en su espacio de trabajo para conocer de cerca la práctica de este artista milénico que en pocos años se ha ganado el beneplácito de los gigantes del arte.
Nos citamos con Carlos Fernández-Pello (1985) una mañana cualquiera en un barrio de la periferia madrileña al norte de Carabanchel, donde se encuentra su casa-taller. Allí, en un luminoso loft entre esculturas de foam, cómics de Marvel y ediciones de arte, vive y trabaja este artista, comisario, Doctor en Bellas Artes por la UCM y uno de los editores de NUDO, una revista que desgrana la práctica artística y las tecnologías culturales desde formatos como el ensayo, el podcast o el artículo de opinión.
Él es uno de los artistas de la galería García, donde cinco años atrás realizó su primera exposición individual en Madrid, que llevaba como título “Retrospectiva” y que reunía un conjunto de obras que ironizaban sobre el final de la carrera de un artista antes incluso de empezarla. Su propia galería iba más allá y la calificaba de “un laberinto que borra el tiempo y favorece la invención de la historia del arte: los mitos referenciales, las carreras de artista y la legitimidad institucional”. Antes de esto, el madrileño ya había expuesto su obra en La Casa Encendida, el Centro Cultural Conde Duque y en ciudades como Chicago, Roma, San Diego, Rotterdam o Berlín.
A través de disciplinas como la escultura, el videoarte o el diseño, Fernández-Pello indaga en la cultura visual, en la estética como lenguaje y en la narrativa de las imágenes, haciendo convivir forma, materia y concepto con la propia experiencia de del ojo ajeno. “Creo que el espectador tiene que interactuar siempre al cien por cien con la obra, pero no pretendo que sepa al cien por cien lo que yo pienso. Lo que trato con mi trabajo es de crear bien un objeto, una experiencia o una película con un montón de puntos de acceso y lecturas que a mí se me escapan”, explica. “El arte no es un mensaje periodístico ni informativo, por eso lo que busco es que los demás me cuenten lo que yo no sé, lo que yo no veo”, prosigue.
“Lo que trato con mi trabajo es de crear bien un objeto, una experiencia o una película con un montón de puntos de acceso y lecturas que a mí se me escapan”
Así, sus obras parten de situaciones inconexas y de conceptos a veces antagónicos que encuentran una misma línea de trabajo en su cabeza, antes de pasar a convertirse en un objeto, en una idea tangible susceptible de tantas lecturas como miradas. “Lo primero que hago cuando encuentro un dato es abrir una vía paralela que no tenga nada que ver: veo una película, leo un libro, hago cosas de forma mecánica sin saber para qué… Y empiezo a desarrollar dos, tres o cuatro caminos en paralelo que, a priori, no tienen nada que ver, pero que con el tiempo empiezo a ver cómo se entremezclan”, explica.
YouTube, haters y el arte como experiencia vital
Paradójicamente, su pieza más conocida no se encuentra entre los muros de un museo ni en el almacén de una galería, sino en la portada de un disco, el Ídolo, de C. Tangana. Un gato de mármol con una masa amorfa como cabeza hizo que, en solo unos días desde su lanzamiento, muchos se interesaran por la persona detrás del cover art de la primera puesta de largo del artífice de “Mala Mujer”. Mientras el rapero le daba vueltas al título de su disco, Pello se encontraba divagando sobre la forma blanda y abstracta y el culto a lo informe en nuestros días. Una amiga en común los puso en contacto y rápidamente saltó la chispa entre ambos. “Fue una experiencia muy interesante que me permitió exponer mi obra en un medio como YouTube”, cuenta. “La gente ahí no se corta. A algunos mi trabajo les alucinaba y a otros les parecía una parida. Me pareció una experiencia increíble, ya que como artista lo que busco es el diálogo. No todos tenemos que estar de acuerdo”, prosigue.
Sin embargo, y a pesar de que su trabajo ha calado con fuerza en los últimos años en el circuito especializado, Fernández-Pello prefiere no hacer demasiado ruido. El arte, en su caso, no es una necesidad ni una profesión, sino una manera como cualquier otra de enfrentarse al mundo, ya sea desde la institucionalidad de un museo o una feria, o desde el espacio cerrado de su taller. “El arte es algo natural para mí. No lo hago de forma consciente como salir a la calle o algún hobby, ni lo siento como algo que pueda separar de lo que es normal o habitual. No siempre las cosas que me atraviesan, que surgen o me preocupan las derivo al arte o hago una creación con ellas. A veces, simplemente las vivo y las sublimo de otras formas, como yéndome de vacaciones o a bailar”, dice y añade: “Mi proceso no es siempre el mismo. Le sucede como a la categoría de artista: es cambiante, mutante, crítica, autocrítica y está en constante revisión”.