Christian G. Bello

La poética de la materia

26 Febrero 2020 Por Enrique Bueres
Christian garcia bello arcomadrid apertura
Este será el quinto año que el artista gallego Christian G. Bello llevará su obra a ARCOmadrid. © Sergio Albert

Es uno de los artistas españoles con mayor proyección dentro de la joven creación plástica contemporánea y uno de los cinco finalistas del IV Premio Cervezas Alhambra de Arte Emergente. Estos días, el gallego Christian García Bello afronta su quinto año consecutivo en ARCOmadrid con varias propuestas fruto de sus investigaciones como escultor. 

Lleva años fraguando una obra que explora las posibilidades del espacio a través de infinidad de técnicas, materiales y dimensiones, acercándose a las formas tradicionales de la arquitectura desde un prisma analítico y contemporáneo. Christian García Bello (La Coruña, 1986) crea formas geométricas que iluminan la zona de penumbra que hay entre la estricta percepción intelectual y la deslumbrante representación material convertida en arte. En su trabajo siempre aplica una estrategia metódica e introspectiva que se inicia con la experiencia directa del territorio y que se sintetiza componiendo un relato poético a través de la escultura y la obra sobre papel. 

Tras haber residido durante los últimos años en Vigo, Ourense y Bruselas, García Bello se establecerá en La Coruña hasta mediados de este año, puesto que, además de su presencia en ARCOmadrid 2020, en abril inaugurará su próxima exposición individual en la Fundación DIDAC de Santiago de Compostela.

¿Cuáles son los ejes de tu trabajo como escultor y pintor? ¿En qué faceta encuentras mayores satisfacciones?

En primer lugar, no me considero pintor porque las aproximaciones que hago en mis trabajos sobre papel en su mayoría no son las propias de un pintor. Soy un escultor que trabaja en dos y tres dimensiones. En ambos casos priorizo la radicalidad del ascetismo compositivo y la carga poética del material. 

Comenzaste en el audiovisual y el dibujo. ¿Qué te llevó a la escultura?

Supongo que fue un proceso de maduración de mis propias ideas. Mi campo de problemas cada vez se acercaba más a la materialidad espacial, con lo que mi aproximación a la escultura vino marcada por una gradual necesidad de rotundidad y concreción física.

Mi trabajo se desarrolla en materiales con carga poética o una vinculación con el territorio que sea objeto de mi investigación del momento. Por ese motivo, gran parte de mi obra se desarrolla a través de la madera, el hormigón, el grafito, el yeso, la cera o el acero, lo cual no implica que esta lista no vaya a continuar creciendo en el futuro.

¿Con qué proyectos participas en esta edición de ARCOmadrid y dónde se podrán ver?

Este año presento, por una parte, mi proyecto para el Premio, y por otra, una serie de trabajos en torno a las formas inéditas de Galicia, que podrán verse en el stand de la galería FORMATOCOMODO (Madrid). En concreto, se trata de una serie de piezas sobre papel que replantean los esgrafiados de la Ribeira Sacra, y una escultura que homenajea a un juego popular gallego que está desapareciendo y que se llama ‘chave’.

¿Cuál es el origen de estas piezas?

En junio de 1965, desde su residencia de Buenos Aires, Luis Seoane le escribió una carta a su amigo y socio Isaac Díaz Pardo en la que le explicaba que “existen formas gallegas inéditas que están en el paisaje” y que “ahí están para quien sepa recogerlas”. Este trabajo hace un homenaje velado al Juego de la Llave (Xogo da Chave, en galego); un juego popular de Galicia que consiste en lanzar una serie de pesos metálicos desde 14,20 metros de distancia contra un tótem con forma de lengua. Pese a ser un juego que se ha ido perdiendo, el sonido metálico característico de la Llave ha pasado a formar parte del paisaje sonoro y de un patrimonio inmaterial de Galicia que está en plena disolución.

¿Qué representa haber sido seleccionado para el Premio Cervezas Alhambra de Arte Emergente?

Es muy motivador poder dar continuidad a un premio por el que ya han pasado un número notable de artistas españoles a los que sigo y admiro. El concurso tiene dos condicionantes principales que lo definen: buscar la inspiración en Granada y en la Alhambra, y colaborar con un artesano del territorio español. Afrontar este proyecto me ha resultado muy cercano a mi campo de problemas y, por tanto, muy apetecible.

El proyecto que presentas como parte del concurso se titula Almuqárbas. Cuéntanos.

A través de Almuqárbas propongo un replanteamiento contemporáneo del mocárabe, elemento ornamental característico de la arquitectura islámica. Para ello he desarrollado un nuevo módulo basado en la significación poética de la geometría arquitectónica de la Sala de Dos Hermanas de La Alhambra. La musicalidad de la composición final recuerda, como las cúpulas del palacio, a una constelación estelar que se petrifica en porcelana sobre los muros, disolviendo los límites entre lo terrenal y lo divino. Es como si naturaleza y artificio se dieran la mano en un ejercicio de intuición, síntesis y representación de la simbología del jardín de los Siete Cielos del Corán, interpretado metafóricamente desde el fragmento y la variación.

¿Cómo ha sido tu colaboración con la ceramista Verónica Moar para este proyecto?

Buscaba una ceramista que compartiese conmigo el gusto por la precisión, la autoexigencia y el disfrute de la poética del material, y todo eso lo reúne Verónica Moar a través de un conocimiento muy extenso de los lenguajes y las posibilidades plásticas de la cerámica.

¿Reivindicas la unión de artesanía y arte?

Absolutamente. En mi caso concreto, mi proyecto habría sido inviable sin esta colaboración y no habría madurado del mismo modo si no lo hubiésemos ejecutado trabajando codo con codo todos estos meses.

¿Cómo ha influido en tu carrera la idiosincrasia gallega, concretamente, aspectos como la muerte o la religiosidad?

Mucho. Ambas están ligadas a toda mi investigación reciente alrededor de la arquitectura popular y las formas inéditas de Galicia. Al final todo responde a una intención de hallar el mejor modo de desencriptar un pasado que nos viene dado por nuestro contexto, para poder narrar el presente que vivimos desde la coherencia, con una voluntad contemporánea y un rechazo radical a la frivolidad. 

¿Sientes en tu propia piel la competencia que hay dentro del arte joven?

No, porque la cultura no es un juego de suma cero y nunca lo ha sido. El mercado del arte tampoco, aunque tienda a creerse lo contrario. No hay una tarta por la que competir porque nosotros hacemos y horneamos la tarta, así que no creo que esto consista tanto en competir entre nosotros como en cooperar y seducir a aquellos que todavía no hemos seducido.

“La cultura no es un juego de suma cero y nunca lo ha sido. No consiste tanto en competir como en cooperar”

¿Con qué artistas sientes que compartes afinidades o recibes influencias?

La lista de creadores que influyen en mi trabajo o que lo catalizan es francamente amplia. Abarca desde artistas de mi entorno geográfico o generacional como Álvaro Negro, Fernando García, Jacobo Castellano, Miguel Marina o Tamara Feijoo, a referentes elementales de la escultura contemporánea como Nacho Criado, Mark Manders, Thierry de Cordier o Miroslaw Balka. Pero también tengo siempre en mente a arquitectos como Peter Zumthor, Luigi Moretti o Carlo Scarpa, músicos como Leyland Kirby, Daniel Lopatin o Julia Holter, y poetas como José Ángel Valente o Manuel Antonio.

¿Qué esperas de esta edición de la feria?

Espero que se lean mis nuevos trabajos como un paso coherente pero también seductor dentro del contexto de mi propia investigación.