Rozalén y El Chojin
Bendita locura
Cuando dos personas conectan, sus talentos se retroalimentan y se enriquecen. Eso fue, precisamente, lo que les ocurrió a Rozalén y El Chojin el pasado año, cuando trabajaron y lanzaron una canción ('No es egoísmo') que aunó lo mejor de sus universos musicales. El 25 de junio volvieron a reunirse en Espacio Iberia y su charla orbitó alrededor de la ‘locura’ a la que dedican su vida: la música.
Las distancias en la música son relativas. A priori, los estilos musicales de Rozalén y El Chojin —el pop y el hip-hop— tienen poco que ver, pero el pasado año se reunieron para preparar una canción (No es egoísmo) que se convirtió en un éxito. Y es que, más allá de estilos, hay algo que ambos comparten: su pasión por la música. Una pasión que, durante el encuentro que mantuvieron en Espacio Iberia el pasado 25 de junio, El Chojin definió como “una bendita locura”. “No digo que unos trabajos sean más elevados que otros, pero hay diferencias entre los que son artísticos y los que no. Nosotros damos vueltas y vueltas a una canción y no hay forma objetiva de saber cuándo está terminada, simplemente lo sientes”, aseguró el rapero. Al hilo de esa reflexión, Rozalén puso un ejemplo concreto: “Me tiré cinco años intentando encajar las piezas de Entonces [tema de su último álbum: El abrazo]. Si al terminar cada disco echara cuentas del tiempo que le he dedicado y la gente supiera…”.
“El talento no es necesario para empezar en la música, se puede ir construyendo” — El Chojin
Una dedicación que, según El Chojin, muchas veces no se valora en su justa medida: “Se desprecia al artista porque se entiende que hace algo que le sale fácil y se minusvalora todo el trabajo que hay detrás de una canción. Puedes tener un don, un talento innato, pero sin trabajo no sirve para nada. De hecho, el talento no es necesario para empezar en la música, se puede ir construyendo. Yo, por ejemplo, fui autodidacta”. Rozalén también reivindicó ese trabajo, pero a su vez reconoció que, a veces, la música requiere algo más: “Me puedo tirar años con una canción y con otras, en cambio, surge la magia y en solo dos horas la tengo. Y no solo eso, además luego es la que más le llega a la gente”. El Chojin, por su parte, mide de manera diferente el tiempo que tarda en escribir una canción: “Aunque suene moñas, tardas toda tu vida porque plasmas las vivencias que acumulas. Yo estoy escribiendo siempre y no podría hacerlo sin una experiencia vital detrás. Nuestro trabajo es de 24 horas porque todo orbita alrededor de la música”.
Siendo un trabajo tan exigente, surge la pregunta: ¿alguna vez os habéis planteado a qué os hubierais dedicado si no fuerais músicos? “Yo estudié psicología en Murcia y luego me vine a Madrid a hacer musicoterapia. Si mi camino hubiera sido otro, me hubiera dedicado a algo relacionado con lo social”, confesó Rozalén. El Chojin, en cambio, es ingeniero aeronáutico y sabe pilotar aviones, pero ni se lo plantea: “¿Habría que preguntarle a ese otro yo? Nadie sabe cuál es el camino correcto y son las decisiones que tomamos las que nos van conformando”. Y el destino, ¿qué papel juega? “Yo creo que hay un plan y que tenemos una misión, pero lo más importante es disfrutar del camino. Nunca me he planteado una meta concreta, a lo único que aspiro es a tener siempre canciones, a tener algo que contar”, aseguró Rozalén. “No creo en el destino —discrepa El Chojin—, creo más en las decisiones y en cómo el entorno nos condiciona. Tengo una canción que se llama El viaje y muchas veces tengo la sensación de que estamos pensando en llegar a un lugar, pero ese sitio no es más que una parte del camino”.
La música somos nosotros
¿Qué significa la música para dos personas que viven por y para ella? “La música es mucho más necesaria de lo que la gente cree”, reivindicó El Chojin. Y puso un ejemplo: “Al principio odiaba el reggaeton, hasta que un día en un bar vi a un montón de gente bailando y disfrutando; me di cuenta de que lograba que la gente olvidara sus problemas durante unos minutos. La música tiene más que ver con el sentimiento que despierta en los oyentes que con la técnica con que la hagas”. “La música somos nosotros —celebró Rozalén—. Cuando estudiaba musicoterapia aprendí por qué unos acordes despiertan alegría y otros tristeza, y tiene todo el sentido porque latimos a un ritmo, caminamos a un ritmo... Es imposible vivir sin música. Con el tiempo te das cuenta de que todo tipo de música es necesaria porque a las cuatro de la mañana yo también perreo [risas]. No hay que despreciar”.
“Nunca me he planteado una meta concreta, a lo único que aspiro es a tener siempre canciones, a tener algo que contar” — Rozalén
El éxito suele asociarse a la felicidad, pero depende de cómo concibas una cosa y la otra. “Si pensamos que el éxito tiene que ver con llenar un estadio o con tener un número uno, lo normal sería que casi el 100% de los músicos viviéramos frustrados —afirmó El Chojin—. Para mí el éxito ha sido encontrar un lugar en el que realmente escapo de todo aquello que no me gusta para convertirme en el protagonista de mi propia historia. Yo no me considero una persona feliz, solamente encuentro momentos felices cuando dejo de buscarlos. Y es que buscamos una felicidad que no existe, que es la que nos venden”. Rozalén, por su lado, reconoció que su concepción de la felicidad ha cambiado: “Hace unos años no era así, pero ahora mi momento favorito es cuando estoy en mi casa en el campo con el gato encima ronroneando, cuando enciendo la lumbre, cuando cuido la tomatera, cuando cocino lento, cuando ando por el monte… ¡Me estoy convirtiendo en mi abuela! [risas]. Cada vez me hace más feliz lo simple”. Los aplausos sí son, reconocieron, sinónimo de felicidad para ambos y, aunque Rozalén advirtió que se pone “muy nerviosa” al recibirlos, la charla finalizó con una más que merecida ovación para los artistas.