María Rodés

Cuando la sensibilidad se vuelve rotunda

17 Julio 2019 Por María Ballesteros
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María Rodés encarna la mezcla perfecta entre intérprete y autora. Tiene la determinación de quien cuenta una historia y la capacidad emocional de quien la interpreta. @ Noemí Elías Bascuñana

La cantautora catalana María Rodés (Barcelona, 1986) lleva más de una década en la música. Tiempo en el que ha publicado cinco discos, compuesto la banda sonora de tres películas y escrito un libro. En las últimas semanas, se ha hecho especialmente popular por haberle puesto voz al anuncio de este verano: el facturado por una popular marca de cerveza que aboga por la preservación del fondo marino.

Espontánea y cercana, la catalana reconoce abiertamente que “el poder de la televisión, y particularmente de la publicidad, tienen un alcance mucho mayor que los medios especializados en música”. Pero, al César lo que es del César: después del puñado de años de carrera que lleva encima, militando en el terreno más underground de la música española, qué mínimo que experimentar un golpe masivo de fama.

Sus colaboraciones con Jorge Drexler, Coque Malla o Nacho Vegas le han acercado a un público que quizá la conocía pero que no la seguía. Aunque, sin duda, si hubiera que escoger un compañero de crimen y diversión para Rodés ese sería Ramón Quintana, más conocido como The New Raemon: uno de los estandartes del indie patrio con el que canta dos temas en su último LP. La artista cuenta el por qué de este compadreo: “Para empezar somos vecinos... Ambos somos del Maresme. Él editó mi primer disco con su sello, Cydonia. Somos buenos amigos y me encantan sus canciones y su voz. Creo que nuestros timbres combinan bien”.

Desde aquel primer disco hasta Eclíptica (Satélite K, 2018), el último que ha publicado, han pasado nueve años. El título de este trabajo musical hace referencia al proceso de ver la rotación del Sol desde la Tierra a lo largo de un año. Un concepto en el cual se atisba un interés por lo interestelar y el misticismo: “Siempre he sentido curiosidad por la espiritualidad referida a búsqueda interior, aunque no me atrevería a decir que soy una persona mística”. Y prosigue: “Hay lugares y personas que despiertan esa parte de mi personalidad, pero no es una constante en mi vida. Ejemplo de ello son mi tío bisabuelo Lluís Rodés, astrónomo al que dediqué mi último disco, y la zona del Ebro, lugar en el que él vivió, dirigiendo el Observatorio del Ebro durante la Guerra Civil”.

“Me apetece volver a cantar canciones de amor y desamor. Algunas (¿por qué no?) entre brujas y diablos”

En todo este tiempo de carrera, su impronta musical —repleta de atmósferas efímeras y sensibilidades rotundas— se ha reforzado tanto como ampliado su espectro estilístico. Prueba de ello es su disco de 2015 María canta copla en el que rinde homenaje al género. Ahora, confiesa estar interesada en la cumbia psicodélica peruana: “Cuando estoy de bajón escucho un disco recopilatorio llamado The Roots of Chicha-Psychedelic Cumbias from Peru que automáticamente me pone de mejor humor”.

Pero no todo el interés de esta artista se centra en la música. El paganismo está empezando a ocupar un lugar destacado en su vida como vehículo de inspiración y objeto de estudio. Le fascinan especialmente la figura de las brujas. Cabe preguntar si, en su opinión, estas mujeres con supuestos poderes mágicos fue el germen del feminismo siglos atrás. Rodés responde: “Existen varias teorías. Supongo que se podría ver a las hechiceras y a las brujas como parte de la lucha feminista, aunque el feminismo no se convirtiera en un movimiento organizado hasta mediados del siglo XIX. Lo que sí está claro es que el feminismo ha reivindicado la figura de la bruja desde siempre. Por ejemplo, uno de los colectivos que me inspira mucho es W.I.T.C.H, un movimiento que surgió en los sesenta y que sostenía que si eres mujer y te atreves a mirar dentro de ti puedes encontrar a tu propia bruja, lo que te ayudará a crear tus propias normas, a ser libre y hermosa. Puedes ser invisible o visible, tú decides cómo quieres dar a conocer tu cara de bruja’”.

Conclusión: “Solo sé que no sé nada”. A propósito de su futuro discográfico aún no se atreve a desvelar las líneas de trabajo a seguir ni el sonido a buscar, pero sí tiene claro su motor creativo. "Las brujas y sus múltiples connotaciones son una buena excusa para realizar una exploración personal. No he decidido todavía el estilo que adoptarán las canciones. Me encuentro ahora mismo en ese proceso. “Me apetece volver a cantar canciones de amor y desamor. Algunas, ¿por qué no? entre brujas y diablos”. Sus deseos para 2020 los tiene claros: “Que me pasen muchas cosas buenas y muy pocas malas”.