Lourdes Hernández

El retorno de Russian Red

26 Julio 2019 Por María Ballesteros
Russian Red
Lourdes Hernández sigue siendo Russian Red, una de las artistas más carismáticas y genuinas de nuestro país que, por suerte para ella, hace todo lo que quiere y además lo hace bien. © Taylor Thomson & Asia Cataldo

“No ha habido ni una marcha definitiva ni una vuelta definitiva. Yo por lo menos no lo he experimentado en esos términos”. Habla Lourdes Hernández más conocida como Russian Red. La madrileña, que tomó su nombre de una tonalidad de labial, regresa a su ciudad natal para ofrecer un concierto único (el 31 de julio) dentro del ciclo Noches del Botánico. “Me apetece hacer un concierto distinto, una especie de experimento. Llevo queriendo subir distintas disciplinas artísticas al escenario desde hacía tiempo. Entonces, ¿por qué esperar más?”.

Tras cuatro discos, entre los que destacan I Love Your Glasses (2008) y Fuerteventura (2011), Lourdes Hernández (Madrid, 1985) decidió cambiar de vida y marcharse a Los Ángeles. Dejó la música a un lado, transformó una iglesia desacralizada en un espacio para celebrar eventos —de bodas a talleres creativos— y se casó. Y, claro, sus fans y cierto sector de la industria musical levantaron las cejas no sin perplejidad. “Durante la veintena todo me parecía muy bien. Me fui de gira y viví la vida hasta que un buen pensé: ‘vale, a otra cosa mariposa’. Lo que no puedo negar es que, aunque haya buscado otros rumbos, la música siempre me ha acompañado. En el espacio para eventos hay un programa de residencia artística en el que hacemos danza contemporánea, ilustración, talleres, charlas, etcétera. Pero me faltaba algo. Por eso he vuelto, para reconectar de la manera en la que siempre he querido hacerlo”.

Hablamos con Lourdes en un pequeño reservado de uno de los hoteles más trendy de la capital. Acaba de despedirse de su marido, Zac, que regresa a Los Ángeles. Su madre espera pacientemente a que termine la ronda de entrevistas en el lobby. Hay mucho de lo que hablar, porque la vuelta de Russian Red sorprendió a la mayoría cuando se anunció la programación de Noches del Botánico. El suyo no será un concierto al uso sino una performance en la que se trenzarán disciplinas como baile, dirección de vestuario, arte visual y música. Algo que escenifica a la perfección la presente voluntad de construirse y evolucionar como artista de Russian Red.

“Llevo meses preparando este espectáculo en el que he intentado plasmas los temas nucleares de mi vida. Hace nueve años descubrí en los Teatros del Canal a una compañía belga que se llama Peeping Tom. Ofrecieron un espectáculo multidisciplinar de artes vivas, sólido y muy bien hilado que cambió mi percepción de las artes escénicas. Desde que vi aquello aspiro a hacer algo parecido, pero con mi personalidad. Por eso, este concierto va a ser una especie de instalación conceptual que explique lo que soy ahora”.

“Yo nunca me he llamado a mí misma artista, me parece una palabra demasiado grande”.

Esta evolución, en la que la música no es la única protagonista, escenifica el desarrollo de una artista que no se conforma con repetir lo que sabe que funciona. “Creo que la mujer madura en la que me he convertido necesitaba medirse con otros desafíos. Compongo mis canciones, diseño mi gira y doy forma a la banda que quiero yo misma. Ahora estoy en una posición mucho más interesante y enriquecedora. Trabajar con gente nueva siempre aporta”.

Volvamos a su aventura americana. “Si algo he aprendido en Estados Unidos es a practicar la libertad mental. Allí me di cuenta de que soy muy europea. Les meto mucha caña. Demasiados estadounidenses se refieren a sí mismos como artistas. Yo nunca me he llamado a mí misma artista, me parece una palabra demasiado grande. Hablaba de mí como cantante o como alguien que escribía. Ser artista implica varias responsabilidades. Esa es la fase en la que estoy ahora. Investigándome al máximo”.

La autora de himnos generacionales como I Love Your Glasses o I Hate You But I Love You promete un repaso por lo mejor de sus cuatro álbumes de su estudio y un nuevo doble salto mortal ante el público de las Noches del Botánico.