Jaime Álvarez - Mans
Larga (y nueva vida) al sastre
Jaime Álvarez, que halló su lugar (y su concepto) en un punto intermedio entre tradición y vanguardia, revisa los códigos de la sastrería desde una nueva masculinidad. Sus diseños impecables se visten con coloridos lazos, insólitos estampados e, incluso, se dejan acariciar por sedas y por pieles, eso sí, sintéticas. Porque la sostenibilidad solo es tal si va acompañada de ética, responsabilidad y perdurabilidad.
Que la devoción de Jaime Álvarez (Sevilla, 1994) por la sastrería masculina no lleve a equívocos respecto al nombre de su marca. Mans nada tiene que ver con el término anglosajón aplicado al hombre. Es el apellido de su abuelo materno, de quien heredó la sensibilidad por el oficio y el gusto por vestir bien. Su moda está pensada para varones, pero su forma de recrear la costura se ha convertido en un fenómeno que enamora a ambos géneros por igual.
Jaime sabe que para que un traje quede como es debido hay que manejar con maestría el patronaje. Pero además de su dominio cortando y armando tejidos, lo que ha posicionado al creador sevillano como autoridad de la nueva sastrería es su habilidad para descontextualizarla. Una paleta inédita, unos estampados prominentes y un espíritu fluido han elevado sus diseños a iconos de vanguardia para el hombre contemporáneo.
¿Por qué te inclinaste por la sastrería?
Mi abuelo materno, cuyo apellido es Mans y da nombre a la marca, era de los pocos hombres en Sevilla que vestía trajes a medida en su época. Fue él quien me enseñó desde pequeño a valorar la sastrería y el trabajo que conllevaba una prenda bien hecha. De forma inconsciente, me transmitió ese amor por esta forma de costura. Aunque empecé estudiando diseño de mujer, el segundo o tercer año de carrera sentí que no encontraba un concepto propio, un espacio donde pudiese mezclar vanguardia y tradición, y decidí apostar por la sastrería. En ese momento, había un vacío tremendo entre la moda masculina más clásica y la más moderna, y ese espacio me representaba. La marca nació como una necesidad personal.
¿Piensas que diseñar sastrería requiere un talento especial?
Es un trabajo que requiere mucha paciencia porque hay que ser muy meticuloso. El 90% depende del corte; si se corta mal un tejido, aunque sea de la más alta calidad, el resultado no va a ser bueno. Creo que los sastres son de otro mundo, a la vista está que quedan muy pocos, porque es un oficio muy especial y necesita mucho conocimiento.
“Los sastres son de otro mundo, a la vista está que quedan muy pocos, porque es un oficio muy especial y necesita mucho conocimiento”
Hoy sois varios los diseñadores que hacéis moda desde la sastrería. ¿Qué ha hecho que se recuperen las ganas de vestir traje?
Después del boom del sportwear y de la pandemia, el hombre quiere volver a vestirse bien, sentirse especial a través de una prenda. Es un tributo al buen hacer. En el caso de Mans no se trata simplemente de ir a una tienda y escoger una prenda; implica también la elección de un tejido, probárselo y sentirse único en un traje hecho a medida.
Se habla mucho de que tus prendas trascienden el género, pero ¿qué tienen tus trajes para gustar tanto a las mujeres?
Yo me inspiro en hombres para crear mis prendas, pero no son únicamente para ellos. De hecho, el 85% de mis ventas son a mujeres y eso es curioso. Mi ropa no tiene genero, el sexo se lo da la persona que lo lleva.
¿Qué prenda es la que más te gusta o la que más disfrutas haciendo?
Sin duda, el proceso de crear una americana, porque es un camino tan apasionante como duro. Se trata de un trabajo muy laborioso y completamente artesanal que casi nunca se valora.
Mans es una firma con vocación internacional, pero ¿cuáles son sus vínculos con España?
Todas las producciones se realizan en Madrid. Hace años producía en mi tierra, Sevilla, pero desde hace un año intentamos que todo se realice en nuestro taller interno. En cualquier caso, mi tierra está presente en todas mis colecciones. Aunque a priori no lo parezca, intento incluir guiños a Sevilla, a Andalucía y a España en mis diseños a través de colores, formas, estampados…
Puede pensarse que la sastrería está más encorsetada creativamente que otro tipo de moda. ¿Cómo has conseguido revolucionar este oficio?
Al contrario, la sastrería ofrece mucha libertad a la hora de crear. Siempre se puede ir más allá de lo que se ha hecho hasta el momento, darle una vuelta a través de los detalles, las solapas, los puños… Es un mundo totalmente nuevo por descubrir.
¿Qué inspira tus colecciones?
El abanico de inspiraciones que aplico en mis colecciones es muy amplio. La última colección se ha inspirado en el art decó francés, en esa decadencia cabaretera de los años 20 y 30 en París, en ese lujo con el uso de las pieles —todas sintéticas—, en ese hombre afeminado que se maquillaba y se ponía plumas. El pasado verano fue Slim Aarons y sus fotografías de la alta sociedad americana de los 60 y 70. Me nutro mucho de épocas pasadas de la moda y de corrientes artísticas con fuerte carga estética, haciendo un ejercicio por transformarlas y alinearlas con mi visión de la sastrería.
“La sastrería ofrece mucha libertad a la hora de crear, siempre se puede ir más allá de lo que se ha hecho hasta el momento”
Hace falta talento para confeccionar un traje de sastre y que siente bien, pero ¿qué más?
Muchos ingredientes, desde un buen patrón a un buen tejido y, sobre todo, un buen corte. Si un tejido no está bien cortado, aunque sea buenísimo, ya puedes hacer malabares que el resultado será pésimo.
Se habla mucho de sostenibilidad, ¿qué papel tiene en tu marca?
Para nosotros va más allá de emplear tejidos reciclados y tintes naturales. Utilizamos tejidos de primera calidad, como lana 100% para americanas o lana merina para jerseys y sedas naturales, pero aún por encima está una manufactura impecable y responsable. Para nosotros, la verdadera sostenibilidad consiste en que todos estos ingredientes juntos ayudan a que una prenda perdure en el armario más de 30 años, evitando así el comprar por comprar. ¿De qué sirve la utilización de ciertos materiales y métodos si una prenda va a la basura en dos meses?
¿Esta visión ética te ha llevado a utilizar siempre pieles sintéticas?
Sí, utilizamos pieles sintéticas, pero siempre que el proceso de fabricación sea responsable. Es decir, si los métodos con los que se ha fabricado no son éticos, con mano de obra barata o tintes malos, no nos sirve. Eso no es sostenible. Nosotros apoyamos una visión de la sastrería basada en utilizar materiales de primera calidad y una mano de obra que trabaje en condiciones justas.