Rubearth

El lujo de reutilizar

8 Marzo 2022 Por Rocío Navarro
Gabriel Nogueiras, diseñador y creativo de Rubearth
Gabriel Nogueiras lidera la marca Rubearth, galardonada con el Mercedes Benz Fashion Talent 2021. // © Imagen cedida por Rubearth.

Gabriel Nogueiras es la persona detrás de la marca Rubearth, que de la mano de la sostenibilidad ha desarrollado un proyecto que aúna personalidad, creatividad y compromiso. En concreto, Rubearth elige un concepto inspirado por el ser humano y reutiliza los metrajes de tejidos desperdiciados durante las ferias de moda para ofrecer piezas únicas al mercado masculino. Su última colección, Fat Man, le valió el galardón Mercedes Benz Fashion Talent 2021.

Reescribir la exclusividad a partir de lo que ya no sirve es una tarea que exige un sólido concepto y Gabriel Nogueiras (Caracas, 1988), alma mater de la firma española Rubearth, lo ha conseguido con un proyecto que amalgama customización y upcycling. El mundo del arte y la realidad social son las bases de una propuesta que invita a la reflexión, no solo en la forma sino también en el fondo: su apuesta por reutilizar descartes de la industria materializa un nuevo lujo con vocación sostenible. Con su segunda colección, Fat Man —inspirada en la bomba atómica lanzada en Nagasaki (Japón) durante la II Guerra Mundial—, la marca fue premiada con el Mercedes Benz Fashion Talent en su última edición.

Dos colecciones han bastado para que Rubearth sea galardonada con el premio Mercedes Benz Fashion Talent. ¿Cómo digieres este éxito?
Con mucha ilusión. Nuestro proyecto tiene valores artísticos y hemos trabajado en consolidarlo a través de la imagen. Este premio nos ayuda a profesionalizar la marca y a desarrollar una visión más empresarial. Además, la parte económica del galardón nos posibilita trabajar en nuestra próxima colección.

¿Cuándo supiste que te querías dedicar a la moda?
Fue algo muy gradual. Empecé estudiando Publicidad y Relaciones Públicas, pero toda la parte técnica me aburría. Sin embargo, la visual me fascinaba. Pensé que ahí estaba mi propósito y empecé a desarrollarla. Cuando me licencié, comencé a estudiar Diseño Textil y Moda en ESDEMGA (Pontevedra) y ahí sentí un amor inmenso, que conectaba con todo. Era un mundo que me fascinaba y lo quería en mi vida.

“Ofrecemos una prenda única al cliente: tenemos filosofía de atelier y no queremos hacer nada masivo"

¿Cuál es la ecuación que hace única a Rubearth?
He trabajado para grandes multinacionales, como Inditex, Bimba y Lola o Carolina Herrera. También hice prácticas en el sector del lujo, Givenchy concretamente. Creo que esa fusión entre industria y diseño me ayudó a acertar con el concepto de mi marca. Lo que ofrezco al mundo, aparte de moda, es una visión ética.

¿Cómo se materializa ese paradigma?
Me di cuenta de que en las ferias textiles se desperdiciaban muchos metrajes de tejidos: en presentaciones, muestrarios o desarrollos. Otros, por su coste o porque no encajan en el mercado, se descartan, se almacenan y no vuelven a verse nunca más. Nosotros ponemos la vista en ellos y recuperamos los que nos interesan. Se trata de telas de muy buena calidad, de producción italiana o portuguesa. Su cantidad es limitada, entre tres y veinte metros por tipo de tejido, y lo que hacemos es crear prendas con ellos. Proponemos un mismo patrón, pero confeccionado en tejidos diferentes. Gracias a ello, ofrecemos una prenda única al cliente: tenemos filosofía de atelier y no queremos hacer nada masivo.

¿Que diferentes tejidos sienten bien a un mismo patrón exige un trabajo de investigación extra?
Para mí es relativamente fácil. Si queremos una gabardina, vamos a diferentes sargas que permitan crear la misma forma y caída… Además, hacemos un estudio antes de presentar la pieza al cliente final. Se le envía una muestra del tejido y, si está de acuerdo, comenzamos el montaje.

Entonces, existe un contacto estrecho con el cliente, ¿es parte del ADN de la marca?
Queremos que el cliente se sienta atendido y mimado cuando compra un producto, que sepa que es una pieza única y de calidad. Vamos a contracorriente del sistema actual. Todo el mundo lleva lo mismo o de la misma manera y nosotros buscamos recuperar la sensación de vestir algo único, de estar a gusto con la prenda porque tiene una filosofía, una personalidad y un diseño detrás.

Además de esta propuesta ética, ¿qué otras iniciativas sostenibles lleváis a cabo?
Toda la parte de tricot de punto es sostenible. Me enteré de que un almacén enorme de tejido de punto para ropa de bebé estaba cerrado y no pretendían volver a abrirlo, así que decidí recuperarlo y desarrollar allí toda la confección de punto de la marca. Por otra parte, se trata de una producción de cercanía. La mujer que lo confecciona trabaja muy cerca de ese almacén y tanto ella como el resto de mi equipo de confección, que vivimos en lugares diferentes, nos hemos adaptado al sistema de trabajo a través de medios digitales.

“Todo el mundo lleva lo mismo o de la misma manera y nosotros buscamos recuperar la sensación de vestir algo único”

Tu última colección, Fat Man, explora una tragedia, ¿piensas que la moda es una herramienta para la reflexión social?
La aplico en ese sentido, es una de las características de la marca. Elegimos temas controvertidos que invitan a la reflexión. En Fat Man utilicé la tragedia de las bombas atómicas lanzadas durante la II Guerra Mundial. Dentro del desfile se podía observar una evolución: explora la inocencia, muestra la crueldad y termina en la paz.

¿Qué cualidades debe tener un tema para que lo conviertas en objeto de moda?
Lo primero, que gráficamente me funcione porque necesito crear estampados interesantes. Por ejemplo, la colección Fat Man incluye un print militar realizado a partir de sombras de personas sobre las que va a caer una bomba. El resultado es atractivo, pero hay una historia detrás. Ese es otro de los factores: un concepto potente que me permita desarrollar y contextualizar; por ejemplo, hicimos abrigos y los cubrimos con chalecos antibalas para que hubiera coherencia.