Helena Rohner

Poesía digital en forma de joyas

11 Diciembre 2019 Por Rocío Navarro
Helena Rohner diseñadora de joyas
La diseñadora Elena Rohner es una de las pioneras a la hora utilizar impresión 3D en la creación de joyas. © Cortesía de la diseñadora

Fue pionera en aplicar la porcelana en joyería. Poco después, hizo lo mismo con la madera. Ahora, muchas de las piezas que firma Helena Rohner se imprimen en 3D. Una nueva etapa en la artesanía para toda una industria que la diseñadora nos desgrana en primera persona.

Tanto el influjo de su Canarias natal como el minimalismo son rasgos que pueden leerse en sus joyas. Pero si hubiese que destacar un rasgo de su carácter, la intuición ganaría. En sus más de 25 años de carrera, el instinto ha sido el vigía de Helena Rohner (Las Palmas, 1968). Cuando nadie pensaba que la porcelana fuera apta para la joyería, ella la aplicó. Ahora, toda una generación de artesanos basa su producto en este material. Algo similar ocurrió con la madera. En estos momentos, centra su producción en la impresión 3D, gracias a la que ha descubierto una dimensión del diseño más ecológica y sostenible. Descubrimos junto a la creadora cómo se vehicula la artesanía en la era digital.

Tu destreza para aplicar materiales y generar juegos de luz alude a escenarios de tu Canarias natal. ¿Es algo en lo que te inspiras o forma parte de tu ADN?

Creo que vivimos y llevamos con nosotros un tipo de fondo de armario de experiencias, estético… La parte orgánica y esencial de mis creaciones es indudablemente de Canarias. Su mar fuerte, el cielo limpio, las piedras, los colores absolutos, la luz clara. Pero hay otras. Mi padre era suizo protestante y amante del diseño escandinavo. Estéticamente crecí con esa visión minimalista y sencilla del mobiliario. Por otra parte, mi madre es canaria y apasionada de la artesanía. Desde pequeña he vivido rodeada de tejidos, cestas, barro… Con el tiempo, te das cuenta de cómo todo eso influye. He sido una afortunada. Espero proyectar algo similar a mis hijos.

Entonces, ¿tu gen creativo es heredado?

Vivimos en el mismo mundo, pero la creatividad tiene que ver con cómo cada uno lee la realidad. Todo influye, pero al final depende de tu parte cognitiva, de lo que eres capaz de crear tú.

¿Cuándo te diste cuenta de que la joyería era tu forma de explorar esa creatividad?

Cuando tenía 17 años estudié joyería en Florencia durante un año, pero me acabé matriculando en la carrera de Ciencias Políticas, animada por mi padre. Él era un feminista absoluto y siempre me inculcó que debía ser independiente, y pensaba que para ello era fundamental tener una buena carrera. Se lo agradezco, porque haber estudiado Políticas me ha ayudado en la capacidad de gestión, de liderazgo e, incluso, en la de disuasión.

¿Y cómo empezaste esta aventura?

Cuando acabé la carrera en Londres conocí a Jacqueline Rabun, que hacía joyería artística y piezas que ponían en valor el trabajo hecho a mano. Ahí me di cuenta de que se podía vivir de eso. Entonces había cumplido los 22 años. A través de ella, comencé a vender a Barneys New York. Cuando me quise dar cuenta, tenía pedidos de 500 piezas que debía producir yo sola. Fue entonces cuando monté la empresa. Fue todo muy intuitivo. Después, comencé a vender a Japón y, luego, a Paul Smith.

La marca surgió con vocación absolutamente internacional. ¿Sigue siendo así?

Sí, de hecho, hace unos días me fijaba en los puntos de venta y nuestra red de distribución en el extranjero es de 40 puntos, mientras que en España es de 20. Y los internacionales son grandes. Sin embargo, nunca he contado con un plan de negocio o una visión de desarrollo. He aprendido sobre la marcha. Al igual que he hecho con la joyería, los materiales y, ahora, la impresión 3D. Es un reto constante.

¿De dónde surgió la idea de producir tus joyas por impresión 3D?

A través de Instagram conocí a Comme des Machines (una empresa de Vizcaya que produce a través de impresión 3D). Vi que hacían cosas interesantes y me gustaron mucho. De nuevo, fue algo muy intuitivo. Les escribí y vinieron a conocerme a Madrid. Hemos creado una relación de sintonía en aspectos ideológicos como la sostenibilidad. Es un vínculo muy simbiótico y siento que llega también a las joyas.

¿Es muy diferente la impresión 3D de la producción tradicional?

Hago un dibujo o una cera y se lo entrego para producirlo. Pero ellos también aportan, son hipercreativos. Por ejemplo, en mi última colección Brancusi empecé trabajando con formas, pero no lograba acertar con el cierre, fueron ellos quienes los idearon: los crearon a partir de imanes escondidos en bolas, no existen los ganchos. Si lo piensas, es un mundo muy tecnológico, pero al mismo tiempo manual. Ellos lo llaman artesanía o poesía digital. En producir una joya se puede tardar una noche y, luego, se acompaña de un trabajo de lijado a mano.

¿Es este tipo de producción limitante respecto a materiales?

Nosotros trabajamos con PLA (ácido poliláctico). Tiene algunas limitaciones a la hora de proyectar. Pero en los dos años que llevamos aplicándolo, la evolución ha sido enorme. Al comienzo las piezas necesitaban tener una superficie plana para apoyarse durante el proceso y ahora incluso hacemos nudos en el aire.

¿Podríamos decir que esta es una nueva forma de artesanía?

Depende de cómo se trate. Nosotros trabajamos con biopolímeros, aunque hay quienes utilizan materiales contaminantes. Pero más allá de las fibras biodegradables, el 3D cuenta con un beneficio extra: produces solo lo que necesitas.

¿Qué composición tiene el biopolímero?

Suele ser de yuca, patata o maíz. De hecho, cuando lo taladras o lo manipulas huele a verduras. Pero también se hace con barro, ébano o cemento. En la colección del próximo verano hemos creado un biopolímero que incluye cobre. Se puede pulir y pesa como un metal.

Recientemente has presentado una colección de pufs junto a Gancedo, ¿qué te falta por hacer?

Escultura, pero todavía no me atrevo. He diseñado vajillas, muebles, velas, lámparas e incluso tejidos, que se verán próximamente. Justo ahora presento unos textiles junto a Iloema. Este es uno de esos proyectos que se hacen puramente por amor. Se trata de una empresa que quiere dar a conocer los bordados tradicionales de Toledo. Están desarrollando piezas contemporáneas desde la tradición, que cuenten cómo las mujeres hablan de la cultura a través del bordado.

¿Qué te frena para probar con la escultura?

Al final, el diseño es arte para utilizar, pero dar el salto a hacer una pieza exenta de uso es otra cosa. Todavía siento que tengo que liberarme o dar un paso más en mi desarrollo. Pienso que se necesita un discurso aún más marcado.

Volviendo a tu producto, diseñas joyas que gustan a los hombres, ¿cuál es la clave?

Creamos joyas para un tipo de persona apegada al arte, a la cultura, a la sutileza y, de alguna manera, a la individualidad. Se dirigen a un hombre atemporal, que se sale de la lógica de la masculinidad. Los diseños provienen de la colección de mujer, pero su línea es más depurada. Hay gente como Quim Gutiérrez o Benicio del Toro que han hecho suyas las piezas. Este es mi gran reto.