Julia de León

Defensora del planeta

2 Diciembre 2025 Por Roberto C. Rascón
Julia de León
La astrónoma Julia de León fue galardonada con el Premio Mujeres a Seguir 2025 en la categoría de Ciencia. © Cedida por MAS

La protección de nuestro planeta está en buenas manos, concretamente en las de Julia de León. Los asteroides amenazan la Tierra, pero la astrónoma —ganadora del Premio Mujeres a Seguir 2025 en la categoría de Ciencia— destierra el alarmismo porque sabe lo duro que se trabaja, tanto en la identificación de esos objetos como en el desarrollo de técnicas de defensa propias de películas de ciencia ficción.

La astrónoma Julia de León (Santa Cruz de Tenerife, 1977) carga con una gran responsabilidad: proteger nuestro planeta. Como representante española de la Oficina de Defensa Planetaria de la Agencia Espacial Europea (ESA), su labor consiste en estudiar y vigilar a los asteroides que amenazan la Tierra. Lo hace desde el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y se vale del Gran Telescopio Canarias, situado en La Palma. “Es un telescopio muy importante y deberíamos estar orgullosos”, reivindica. El año pasado le pidieron vigilar la trayectoria del asteroide 2024 YR4, calificado como “potencialmente peligroso” —algo que ocurre cuando la probabilidad de impacto supera el 1%— tras activarse por primera vez en la historia el protocolo de defensa planetaria de la ONU. “Literalmente, me sacaron de la cama”, recuerda una Julia que, pese a todo, no se pone medallas: “Yo hago mi pequeña aportación, pero este es el trabajo de muchos investigadores perfectamente coordinados por la NASA y la ESA”. Recientemente galardonada con el Premio Mujeres a Seguir (MAS) en la categoría de Ciencia —con el patrocinio de Iberia—, Julia también nos defiende, con su compromiso divulgativo, frente a todos aquellos que menosprecian la ciencia. Escucharla —o leerla— es un privilegio.

¿Dónde está la raíz de tu interés por la ciencia?
Viene de mi pasión por las matemáticas. Siempre me fascinaron. Ya en el colegio me parecía algo mágico resolver problemas de la vida real con números y fórmulas. Aunque estuve a punto de matricularme en Arquitectura porque destacaba en dibujo técnico, finalmente opté por la Física porque es la base ideal si quieres dedicarte a la ciencia. A la astronomía llegué porque es la mejor especialidad que puede estudiarse en Canarias, donde tenemos dos grandes observatorios, el del Teide (Tenerife) y el del Roque de los Muchachos (La Palma).

Tu labor consiste en vigilar a los asteroides. ¿Es tan apasionante como parece?
Te diría que sí, pero mi visión está un poco sesgada [risas]. Al acabar la carrera trabajé para la ESA en un ámbito distinto, el de la basura espacial. Me dedicaba a observar el cielo en busca de esos fragmentos, pero comencé a fijarme también en los asteroides. Hice mi tesis sobre la composición de los near-Earth asteroids [asteroides próximos a la Tierra]. Mi labor como investigadora me llevó al tema de las naves espaciales y las misiones de exploración para caracterizar esos objetos. Así me especialicé en los potencialmente peligrosos y en lo relativo a la defensa planetaria.

“El año pasado, tras activarse el protocolo de defensa planetaria de la ONU, me pidieron observar el asteroide 2024 YR4 y fue muy emocionante”

Cuando te avisan de que un asteroide se dirige a la Tierra y te instan a estudiar su trayectoria, ¿qué sientes?
Se enciende la chispita de la investigación. Es un chute de adrenalina. Hay que reaccionar rápidamente y es un poco locura, pero merece la pena porque es pura ciencia. Al gestionar un grupo de investigación, gran parte de mi tiempo también se va en lidiar con burocracia y eso es superaburrido. El año pasado, tras activarse el protocolo de defensa planetaria de la ONU, me pidieron observar el asteroide 2024 YR4 y fue muy emocionante. Tuvimos que seguirlo minuto a minuto, incorporar las observaciones, rehacer los cálculos y ajustar las probabilidades.

¿Es importante concienciar sobre el riesgo sin caer en el alarmismo?
Así es. Sea más o menos catastrófico, es un evento que puede ocurrir. Afortunadamente, los objetos más grandes —los que tienen un tamaño superior al kilómetro— son menores y por eso impactan cada bastante tiempo. Además, están perfectamente localizados. Tenemos muchas observaciones suyas y podemos predecir con precisión dónde estarán en el futuro. Ninguno tiene una probabilidad alta de impacto. Los más pequeños, los que están por debajo de 50 metros, tampoco suponen un problema porque la atmósfera suele fragmentarlos o quemarlos. Los que miden entre 50 metros y un kilómetro son palabras mayores y sobre ellos trabajamos más. Lo primero es identificarlos porque, según nuestras estimaciones, faltan más de la mitad. Y lo segundo son las técnicas de defensa, el desarrollo de métodos que nos permitan evitar su colisión con la Tierra.

Precisamente, participaste en la misión DART, que logró desviar la órbita de un asteroide con un “impactador” cinético. ¿Estamos preparados?
Los científicos necesitamos datos para trabajar y la idea es realizar pruebas para obtenerlos. La técnica del “impactador” cinético consiste en chocar una nave contra uno de estos objetos para modificar ligeramente su trayectoria. Gracias a esta misión comenzamos a tener esos datos: cuánto tardamos en construir la nave, cuánto dura el viaje hasta el asteroide, cuánto fuimos capaces de modificar su trayectoria… La segunda fase de este proyecto se llama Hera y también participo en él. De hecho, soy la responsable de uno de los instrumentos a bordo de la nave no tripulada y lo que vamos a hacer es alcanzar el asteroide —en octubre de 2026— sobre el que impactó DART para observarlo de cerca y recabar más datos.

Dejando a un lado sus riesgos, ¿por qué merece la pena estudiar los asteroides?
Cuando doy charlas de divulgación siempre digo que los asteroides son como los restos de una obra. Es decir, los planetas serían las casas y los asteroides los ladrillos que sobraron tras construirlos. Son rocas que no lograron formar parte de los planetas durante la generación de nuestro sistema solar y, por eso mismo, conservan gran parte de las propiedades originales. Analizarlos nos proporciona información sobre las condiciones existentes en ese momento. Es importante estudiar los restos de nuestro disco protoplanetario para comprender cómo se forman los planetas en otras estrellas.

“Siempre digo que los asteroides son como los restos de una obra. Es decir, los planetas serían las casas y los asteroides los ladrillos que sobraron tras construirlos”

“Hacer ciencia y contarla en estos tiempos, en los que el pensamiento crítico es una especie en peligro de extinción, es un reto”, aseguraste en los Premios MAS. ¿Te preocupa la tendencia a menospreciar el conocimiento científico?
Me preocupa, pero sobre todo me molesta muchísimo. Estamos en una época en la que el ser humano tiene acceso a gran cantidad de información y, paradójicamente, es cuando más ignorantes nos estamos volviendo. Tengo una hija y siempre le digo que contraste la información, que la cuestione constantemente y aprenda a identificar las fuentes fiables. Es fundamental desarrollar el pensamiento crítico. Me da mucha rabia que surjan bulos y teorías sin ningún rigor científico en mi campo. Dedicar tiempo y esfuerzo a desmentirlas es agotador, pero hay que hacerlo, sobre todo entre la gente joven. Doy charlas en institutos porque ahí es donde aún puedo influir un poco en sus cerebros. Dentro de mi pequeño campo de acción hago lo que puedo.

Tienes a tu disposición el mayor telescopio óptico infrarrojo del mundo: el Gran Telescopio Canarias. ¿Es un privilegio?
Como investigadora del IAC uso habitualmente ese telescopio y creo que deberíamos hacerle más publicidad. Es maravilloso, y no solo por los datos que proporciona. La construcción de un telescopio de 10,4 metros de diámetro fue un gran reto a nivel de ingeniería. Ahora están construyendo uno aún más grande en Chile —el ELT, con casi 40 metros de diámetro— y los ingenieros vinieron aquí a formarse, a nutrirse de nuestra experiencia.

“Me da mucha rabia que surjan bulos y teorías sin ningún rigor científico en mi campo. Dedicar tiempo y esfuerzo a desmentirlas es agotador, pero hay que hacerlo”

¿Cómo despertarías la curiosidad entre las más jóvenes para promover la incorporación del talento femenino a la ciencia?
Les diría que adelante, que no crean que no pueden. Ser científica es una pasada y no somos bichos raros [risas]. Me preocupa que demos la batalla por perdida… A las niñas, desde que son pequeñitas, se les lanza un mensaje —sutil y perverso— de que la mujer no es brillante, sino trabajadora. Desde ese instante se las condiciona para que no elijan carreras STEM [Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Matemáticas]. Cuando voy a los institutos noto esa autopercepción en las chicas. Como sociedad tenemos que cambiar esto y hacerlo pronto porque cuando están en el instituto y tienen que elegir especialidad ya es tarde. En mi campo, sorprendentemente, somos bastantes mujeres y eso me alegra muchísimo. Habría que hacer un estudio para saber por qué ocurre.

¿Cómo es eso de tener un asteroide con tu nombre? Concretamente, el (8324) Juliadeleon.
Es una frikada absoluta, pero mola mucho. Como hay tantos asteroides, la Unión Astronómica Internacional (IAU) tiene un comité dedicado a ponerles nombre. Cuando los colegas de profesión consideran que has hecho una contribución significativa en tu campo, pueden nominarte y el comité tiene la última palabra. Le pusieron mi nombre hace bastante tiempo y, aunque pueda parecer una bobería, me hizo mucha ilusión.