María Vargas

La enóloga de la excelencia

1 Abril 2022 Por Teresa Morales
María Vargas, directora técnica de la bodega Marqués de Murrieta.
María Vargas, directora técnica de la bodega Marqués de Murrieta. © Imagen cedida por María Vargas

A través de la pasión que su familia le inculcó por el mundo vinícola, María Vargas ha conseguido que los vinos de la bodega riojana Marqués de Murrieta hayan alcanzado la cima. Y no solo sus caldos, recientemente ella fue nombrada mejor enóloga del mundo en los premios Women in Wine & Spirits. Un reconocimiento tras el que se esconde el talento entusiasta de una mujer discreta y cercana.

El paisaje de la vinícola Rioja se magnifica en los meses de otoño y primavera, cuando las más de 65.000 hectáreas de todo el territorio con la Denominación de Origen Calificada se tiñen de rojos, verdes y ocres hipnotizantes. Por ahí pasea a diario María Vargas (Haro, 1971), concretamente por las 300 hectáreas de la Finca Ygay. “Hay un punto desde el que se ve todo el valle. Me encanta parar ahí porque la grandeza y la belleza que se admiran son abrumadoras”.

También lo es la capacidad de esta mujer para, en su labor como directora técnica, olvidarse de su ego y fusionarse con la esencia de una bodega con 170 años de historia. “Soy consciente de la responsabilidad que conlleva elaborar para Marqués de Murrieta y no te puedo negar que siento algo de vértigo por estar a la altura”. Pero más que presión, lo que siente es pasión. “Después de 25 vendimias, año tras año me sigue fascinando el momento en el que el viñedo despierta en primavera. Cada temporada empezamos de cero y escribimos un nuevo capítulo, eso hace que hoy mantenga la misma ilusión que sentía en mis inicios. Mi equipo y yo trabajamos cada día en la búsqueda incansable de la excelencia”.

“Año tras año me sigue fascinando el momento en el que el viñedo despierta en primavera”

¡Y vaya si lo ha conseguido! Como prueba la elección de María como mejor enóloga del mundo en los premios Women in Wine & Spirits 2021. Durante este recorrido de logros y reputación, ya en 2017 el prestigioso gurú de los vinos, Tim Atkin, la reconoció como mejor enólogo del año y en 2020 uno de sus grandes reservas especiales fue elegido mejor vino del mundo por Wine Spectator, María ha tenido siempre muy presente dos coordenadas: cuidar la marca y continuar un legado basado en la calidad. “Mi mayor aspiración es contribuir a la historia de esta bodega y que un vino mío pueda despertar una emoción en alguien dentro de 100 años. El tiempo dirá... Mientras tanto, debemos mantenernos en lo más alto y seguir ofreciendo la máxima calidad”.

El ADN del vino
María ha aprendido a conjugar perfectamente intuición y experiencia. “Lo más importante es escuchar al vino y darle el tiempo necesario para que muestre su potencial”. Fermenta su filosofía de trabajo con unos valores sagrados, entre los que destaca uno: la paciencia. “La elaboración de un vino es todo menos un proceso inflexible. Cada añada tiene su propia personalidad, por eso hemos de escuchar e interpretar los ritmos que marca cada vino desde la paciencia, con sensibilidad y honestidad; valores que se imprimen durante todo el proceso, como si fueran su ADN”.

“Hemos de interpretar los ritmos que marca cada vino desde la paciencia, con sensibilidad y honestidad”

Ella asegura, entre risas, que no habla en secreto con las uvas para sugerirles el camino que deben tomar hasta convertirse en un vino excelente. Sin embargo, algo específico ha de haber en la fórmula enológica que diseña para cosechar un éxito tras otro. “Seguramente es una suma de factores. Buscamos esa perfección observando, investigando, aprendiendo de nuestros errores y analizando nuestros aciertos. Para ello utilizamos todas las herramientas a nuestro alcance y la tecnología es imprescindible porque posibilita que tengamos más información y mayor control en cada fase del proceso, tanto en el viñedo como en la bodega”. Esto les permite llevar al límite las temperaturas de fermentación, controlar en todo momento la humedad en su botellero o saber lo que ocurre en cada cepa. “Es justo decir que el mejor vino del mundo es un equilibrio entre la tecnología más clásica y la más puntera”.

Sin margen de error
Cualquiera que entienda mínimamente de vinos, respaldaría las palabras de María cuando explica que los vinos de Marqués de Murrieta han evolucionado guardando un equilibrio entre tradición y modernidad, y siempre con un mismo hilo conductor, inamovible para ella y para los propietarios de la bodega: la Finca Ygay. “Nuestro viñedo es el pilar fundamental, ha impreso carácter a nuestros vinos desde su origen hasta ahora. Aquí es donde empiezan a definirse y cuidamos estas 300 hectáreas cada día para que nos regalen la mejor materia prima”.

“Es justo decir que el mejor vino del mundo es un equilibrio entre la tecnología más clásica y la más puntera”

En su modus operandi, el rigor en los detalles es otro gran recurso de la enóloga para trabajar como a ella le gusta: en modo preventivo. “Creo mucho en el trabajo diario y en dar siempre lo mejor de uno mismo intentando evitar errores que al final siempre dejan cicatrices. Los pequeños errores en un vino se traducen en defectos de cata, y los de uva en defectos de calidad. Por eso, por ejemplo, tenemos instalados dendrómetros con los que podemos saber si la viña tiene o no estrés hídrico. Disponer de esta información diaria sobre lo que ocurre en cada parcela nos permite adelantarnos a posibles problemas. Hay que tener siempre presente que, al hacer solo Reservas y Grandes Reservas, no existe la posibilidad de error”.

Lo curioso es que después de conocerla un poquito más descubrimos que esta autoexigencia y meticulosidad con las que María ejecuta su trabajo ni siquiera parecen pasarle factura emocional. En el día a día se refugia en el deporte y en la música para resetear, y en vacaciones se lanza a viajar fascinada por conocer países y culturas diferentes, aunque siempre con el vino en mente. “Me divierte mucho conocer nuevos vinos y bodegas. ¿Estados Unidos, Italia o Francia? Sí, son destinos de gran interés enológico y en todos ellos hay variedades interesantísimas. Pero ¿salir de aquí hacia otras bodegas? No es algo que me haya planteado”. Su cuarto de siglo entre los viñedos y las barricas de tan distinguida bodega no le han robado ni un ápice del entusiasmo de su juventud, ni el convencimiento de que, incluso habiendo ganado los máximos reconocimientos internacionales, aún puede aspirar a más. “Siempre estamos pensando en nuevos proyectos, pero así es esta bodega: intensa y llena de energía”.