María Platero
Arte que fluye
Con motivo de su colaboración con PHotoESPAÑA para interpretar la iniciativa Talento a bordo —su propuesta acaba de presentarse el pasado 17 de mayo en el Espacio Iberia—, charlamos con la fotógrafa María Platero sobre arte, procesos creativos, convenciones sociales y conexiones fortuitas, o no.
Llevamos un rato jugando a engañarnos: ella a que ve las mismas cosas que yo, a que no tiene ningún talento especial. Yo a que no se nota nada que está nerviosa mientras grabamos la entrevista. El juego lo gano yo, porque la naturalidad de María (Madrid, 1976) disuelve sus nervios en pocos minutos. Pero su mirada no puede esconder que su cabeza bulle, que cada comentario que hacemos, cada imagen que se nos cruza a lo largo del día dispara en su cabeza un concepto nuevo; podría ser el leitmotiv de una nueva propuesta artística.
Son esas maneras de ver el mundo las que llenan sus cuadernos de dibujos y las que a veces, solo a veces, acaban convertidas en fotografías: “Hay muchos dibujos que siguen ahí y con los que no ha pasado nada. Por lo menos todavía. Ya pasará”.
Porque a María le sobran ideas, y ganas, y cosas que contar… “Me interesa todo. Basta con que alguien me explique a qué se dedica para que me entren ganas de hacerlo a mí también. Todo me da envidia”, confiesa.
“Me interesa que ocurran las acciones, aunque solo sea en el tiempo que dura la foto”
Mundos conectados
Sin duda, es esa capacidad de ‘ver más allá’ la que detectó PHotoESPAÑA cuando decidió en 2019 exponer su Verificación física —una serie de fenómenos aleatorios, imágenes lanzadas al aire que se traducen en un abanico de resultados posibles—, y cuando pensó en ella para encargarle la serie inspirada en Talento a bordo. “Lo interesante de esta propuesta es que, aunque las iniciativas que apoya la compañía pertenecen a ámbitos muy diferentes (cultura, deporte, I+D+i), no son universos estancos, sino que están interrelacionados entre sí. Todo está unido por el talento”.
Basta echar un vistazo a sus fotografías para deducir algo del estilo de María: “Mi proceso es un poco performativo: me interesa que ocurran las acciones, aunque solo sea en el tiempo que dura la foto. En todos mis proyectos hay también bastante sentido del humor y mucho juego. Es como romper un poco la rigidez, lo pretencioso del mundo del arte, que a veces parece que tiene que ser opaco e inalcanzable”, apunta.
El orden y el azar son los dos extremos entre los que pivota su obra: “En general en mi vida soy bastante controladora. Pero al llegar a cierto punto, me di cuenta de que lo que hacía funcionar mis imágenes, y creo que todo en general, es el azar, lo que no habías pensado. Al empezar a trabajar es como realmente van surgiendo las cosas; vas investigando, vas aprendiendo y esa deriva es, en realidad, lo más interesante. En el proceso creativo no creo tanto en la imagen terminada, si es que llega a estarlo, como en lo que va pasando por el camino”.
Obsesiones creativas
A lo largo de nuestra charla, la palabra “obsesión” se repite varias veces. Nos detenemos en algunas, como su interés por la falta de sentido de las cosas. “Hay unos ejes en todo mi trabajo que me divierten y me obsesionan, que tienen que ver con las convenciones establecidas que regulan nuestra vida, que pueden ser muy útiles para movernos en el día a día, pero que pueden ser también muy absurdas, depende de cómo las veamos. Sobre todo, me interesa transmitir lo raro que es lo cotidiano, las cosas normales y pequeñas a las que estamos acostumbrados, y al revés, cómo se puede convivir con lo que nos genera extrañeza de manera natural, como la situación tan marciana [en referencia a la pandemia] que acabamos de vivir”, continúa.
“Creo que el talento es algo que no tiene límites. Es infinito y contagioso”
Otra de sus fijaciones es la necesidad que tenemos los seres humanos de medir las cosas para comprenderlas: en Las reglas de la naturaleza, con la que ganó la beca de Vegap, María toma medidas imposibles, y absurdas, de diferentes elementos naturales, como una montaña por ejemplo.
“Últimamente me obsesionan las leyes de la física. Creo mucho en la conexión entre arte y ciencia. Pienso que tanto la investigación artística como la científica parten de un momento en el que alguien se pregunta algo, en el que se quiere dar respuesta a algo. Y entonces, tanto unos como otros nos ponemos a investigar y, cuanto más profundizas, cuanto más estudias, cuanto más parece que avanzas, más cuenta te das de que te estás alejando. Y en eso creo que se parecen mucho las dos. Siempre aparece alguno de estos elementos: la teoría del caos o los fenómenos aleatorios. Y estas cosas me resultan muy divertidas”, relata.
En cuanto a los formatos, reconoce que no siempre los tiene claros: “No hay nada cerrado, me gusta pensar que las imágenes están vivas y que siempre pueden tomar otras formas diferentes. Además, a veces ellas mismas te van llevando de manera natural a otros proyectos, fluyen solas, y está bien dejarlas convivir con una u otra propuesta, o con distintos formatos”.
Conceptos abiertos, ambiguos muchas veces, insinuaciones… imágenes que pueden tener para cada uno una lectura diferente. Como sucede en Los múltiples, donde plantea retos al espectador, que tiene que mirarlas de manera distinta porque se superponen, o en Bestiario, un libro autoeditado por el colectivo BIKINI, compuesto por una serie de retratos que se descomponen y recomponen generando múltiples identidades. “No me gusta dar mis obras por cerradas. Me gusta que quien las observe saque sus propias conclusiones. Creo que el talento es algo que no tiene límites. Es infinito y contagioso. Y el espectador claramente se puede conectar, contagiarse, continuar y hacer suyo ese talento”, afirma.
“Creo que, al final, todos los procesos creativos se derivan de tus vivencias personales, pero también al revés. Es decir, que también te contaminan de vuelta o transforman tu manera de vivir. A través de la fotografía yo he modificado muchas formas de estar en la vida y de hacer las cosas; por ejemplo, he aprendido a controlarlas menos. Siempre he sido súper tímida y me daba muchísima vergüenza preguntar a la gente si quería aparecer en mis fotos; eso también ha cambiado mi forma de relacionarme, incluso con la gente”, añade.
Planeta Platero
María confiesa que ha llegado un punto en el que se siente a gusto conciliando sus distintos papeles: el de artista, el de gestora cultural, el de docente (da clases en la escuela Lens), el reciente de madre… Además, le gusta compaginar sus proyectos personales con otros colaborativos: “Creo que es importante trabajar con más gente, desactivar un poco la autoría y no solamente quedarte en tu trabajo. Colaborando se aprende muchísimo más, es mucho más divertido”.
“A través de la fotografía he modificado muchas formas de estar en la vida y de hacer las cosas; por ejemplo, he aprendido a controlarlas menos”
Le gusta el cine —“por razones evidentes, porque al final es pura fotografía”—, las artes escénicas —“he bebido mucho de ellas y creo que eso se refleja en mi obra, también en la serie de Talento a bordo”—, ver exposiciones, escuchar música, cocinar, las plantas, comer, sus amigos —muchos de ellos son artistas—, pasear por Madrid...
“En general soy bastante hiperactiva y siempre estoy embarcada en algo. Estoy todo el rato haciendo o maquinando cosas. Y a veces no hace falta nada sofisticado; solamente con ir caminando por la calle ocurren mil anécdotas a tu alrededor, oyes mil historias o te cruzas con cientos de personajes… Y es estar un poco atenta a eso”.
Sin embargo, apenas ve la tele, “y no por dármelas de nada, ¿eh?” Es que siempre estoy en mi propio mundo, en mi Planeta Platero. Tienen que venir a rescatarme siempre mi hermano o mis amigos, que son los que me aterrizan y me ponen al día de todo”.
La desconexión, al igual que la inspiración, la encuentra en las cosas simples, cotidianas: “Todos los días, en el momento de bañar a mi hija, entro en un estado súper especial”. En ese momento, el Planeta Platero se detiene.
Y así es precisamente como nosotros vemos sus obras: como estaciones interespaciales, como burbujas suspendidas en el aire que, cuando se cruzan en nuestra órbita, nos permiten repostar: parar, respirar, pensar. Porque, como diría el poeta, “Platero es pequeña”, sí, pero muy grande por dentro.
Fotógrafa, gestora cultural y docente, María Platero ha recibido premios y becas como Propuestas VEGAP; las Ayudas a la Promoción del Arte Contemporáneo Español del Ministerio de Cultura; el Premio a la Creación Artística de la Comunidad de Madrid; y ha sido finalista del Premi Ciutat de Palma Antoni Gelabert d’Arts Visuals, Mallorca; Descubrimientos PHotoESPAÑA o el Certamen de Fotografía Purificación García. Su trabajo forma parte de colecciones como la Fundación Canal, el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert o la colección Galila Barzilai. Junto a Cristina Mora forma desde 2015 el colectivo BIKINI, cuyo trabajo gira en torno al reciclaje de imágenes y la fotografía colaborativa.