Carlos Saura

Genio y figura

3 Diciembre 2019 Por Rosario Fernández
carlos saura apertura fotografia
‘Autorretrato múltiple’. Berlín, 1994. © Carlos Saura / Cortesía de La Fábrica

Fotografía, cine, pintura, literatura o teatro. Trabajador infatigable, Carlos Saura no distingue disciplinas artísticas. Su nombre regresa contundente estos días en una exposición que le dedica el Círculo de Bellas Artes, donde este genio muestra su faceta como captador de imágenes.

Humildemente, dice que no se considera escritor; lo hace simplemente “por el placer de escribir”. Carlos Saura (Huesca, 1932) tampoco se cataloga como fotógrafo, sino solo un aficionado. Además, dibuja, pinta y escribe por la satisfacción que le produce. Y qué decir del cine. Desde Talento a bordo le robamos unos minutos de su preciado tiempo a este hombre del Renacimiento para hablar sobre todas estas facetas que han marcado y siguen marcando su vida. Estos días, sin ir muy lejos, el director de Cría cuervos compagina la exposición Carlos Saura Fotógrafoorganizada por La Fábrica y que puede disfrutarse en el Círculo de Bellas Artes de Madrid hasta el 12 de enero— con la obra de teatro que dirige basada en La fiesta del Chivo, de Vargas Llosa, mientras termina su película musical El Rey de todo el mundo. Está claro que Carlos Saura continúa viviendo, como uno de sus grandes títulos, deprisa, deprisa.

¿Cuándo descubrió la fotografía? ¿Qué supuso para usted?

Descubrí la fotografía por amor. A los 8 años me enamoré de una niña de mi barrio en Madrid con la que soñaba, y con la cámara fotográfica de mi padre, que, por cierto, desenfocaba, le hice a escondidas una fotografía que le envié. No tuve respuesta y aprendí entonces dos cosas: el valor de la fotografía como testimonio y recuerdo, y la frustración que supone no ser correspondido. Después, empecé haciendo retratos en casa. No tenía dinero y en España era imposible conseguir una buena cámara, así que un día decidí construir una cámara, me hice con una Rolleyflex, con la que tomé muy buenas fotos. Más tarde fui el fotógrafo oficial del Festival de Granada, y así comencé.

¿Fue la fotografía la que le hizo desembocar en el cine?

He cultivado la imagen desde que era muy pequeño porque mi padre en la guerra, en Barcelona, cogía todas las fotos de las revistas y hacía lo que llamábamos “un libro de recortes”. Eso me ha fascinado toda la vida y me ha hecho tener una preocupación constante por la imagen. Ahí empezó mi relación con la fotografía.

¿Qué proyectos tiene actualmente?

Lo primero, estar vivo. Después, todo se debe al “azar y la necesidad”, como dijera en su libro el darwinista Jacques Monod. Este año no he parado y ahora dirijo una obra de teatro basada en La fiesta del Chivo de Vargas Llosa, con Juan Echanove de protagonista. Tengo que terminar mi película musical El Rey de todo el mundo que he rodado en México. He dirigido la ópera Don Giovanni de Mozart en La Coruña, y ahora tengo también entre manos esta exposición en Madrid de fotografías seleccionadas por Chema Conesa. Además, en enero inauguro en la Plaza de Toros de Málaga una exposición sobre flamenco y tengo otros varios proyectos que estamos desarrollando.

¿Qué le aporta trabajar en disciplinas como la fotografía, el cine, la literatura o el teatro?

Cada cosa en su sitio. No me considero escritor, aunque disfruto escribiendo. Soy más bien un fotógrafo aficionado que hace fotografías para su uso personal. Dibujo y pinto, que, como la escritura, son placeres solitarios que recomiendo a todo el mundo. Y todo ello converge en el cine, lo cual es maravilloso.

¿Alguna otra faceta que le gustaría descubrir?

Mi madre era pianista. No tocar un instrumento musical es una de mis mayores frustraciones. Hay un dibujito de Goya de un viejo apoyado en su bastón en del el pintor escribió: “¡Aún aprendo!”.  Todo es posible, pero intenté en varias ocasiones aprender solfeo, sin resultado. Una vergüenza para alguien que ha dirigido ópera en seis ocasiones.

“Cuando nos miramos en un espejo, si permanecemos inmóviles es la fotografía, pero en el momento en que nos movemos nace el cine”

Si tuviera que elegir, ¿se quedaría con el cine o con la fotografía?

He hecho ya 48 películas, pero no podría elegir entre las dos, ya que ambas me han aportado mucho. La fotografía me parece maravillosa y sigo muy de cerca todos los avances en la materia. La revolución tecnológica ha cambiado la forma de entender la fotografía y todavía cambiará más. Hago fotos todos los días. Es algo compulsivo. Yo hago fotografías muy rápido, sobre la marcha, por eso digo que soy un aficionado. El cine reúne todas las manifestaciones artísticas y todo lo que me gusta. Es un trabajo más laborioso.

¿Qué discurso construye con el cine que con la fotografía no puede? ¿Y al revés, cuál construye con la fotografía que con el cine le resulta extraño o complicado?

El fotógrafo, como el escritor o el pintor, tiene un trabajo solitario, y de ahí su grandeza. El responsable eres tú y solo tú. El cine es un mundo más complejo, donde participa la fotografía, la literatura, el teatro y la representación, la iluminación, la escenografía, la música…

¿Dónde encuentra Carlos Saura la inspiración a la hora de hacer fotos? ¿Y en el cine?

El cine y la fotografía son cosas diferentes. Es como cuando nos miramos en un espejo, si permanecemos inmóviles es la fotografía, pero en el momento en que nos movemos nace el cine. Con el movimiento se modifica el espacio y el tiempo, lo que nos permite contar historias. Las imágenes fijas se desvanecen sustituidas por otras. Inventamos el cine para contar historias y comunicarnos a través de ellas con otras personas. En cuanto a la inspiración, sinceramente no lo sé, depende de la duermevela, de una lectura, de un cuadro, de un texto, una canción… La fotografía es más una mirada personal. Poner en pie un guion de cine de ficción exige, en cambio, la colaboración de otras personas.

¿Qué es lo que el espectador se podrá encontrar en la exposición Carlos Saura Fotógrafo en el Círculo de Bellas Artes?  

Un retazo de mi vida pasada. Cada vez que apretamos el obturador, sea con una cámara fotográfica, un móvil o una tableta, estamos guardando nuestro pasado, algo que nunca más se repetirá. Ese es el milagro de la fotografía. Es una selección de Chema Conesa que recorre un poco todas mis facetas como fotógrafo.

La muestra traza un recorrido que comienza en los años 50. ¿Cómo ha evolucionado usted desde entonces? 

“Todo cambia” reza una canción que cantaba con su voz maravillosa la argentina Mercedes Sosa. Todo cambia y evoluciona, y como dijo Quevedo: “Soy un es, un fui y un seré”.

“Cada vez que apretamos el obturador, sea con una cámara fotográfica, un móvil o una tableta, estamos guardando nuestro pasado. Ese es el milagro de la fotografía”

¿Cómo era la España de los 50 y cómo ve la España actual?

Con unos 20 años me nombraron fotógrafo del Festival de Granada y empecé a recorrer toda España. Ahí me di cuenta de que había una España diferente a la que se publicitaba. Me compré la primera Leica e hice muchas fotografías por todos los pueblos. Lo hice simplemente por mi placer, pero no pensando nunca en que eso se fuera a exponer. Descubrí una España miserable que hoy es difícil incluso de imaginar. La gente vivía en casas de barro, había hambruna y miseria y una incultura brutal por falta de medios. Por suerte, España ha avanzado muchísimo en los últimos años y ahora es un país maravilloso con unas infraestructuras buenísimas y en el que podemos tener acceso a todo. 

¿Cuáles han sido sus mayores influencias?

Todos somos el resultado de lo que otros nos han dejado: pinturas, libros, teatro, óperas, películas que han educado nuestra mirada. Pero la verdad es que ese tema nunca me ha preocupado. He tratado de ser yo mismo, sin más pretensión que enfrentarme a la realidad que me rodea: mi familia, mis amigos, los parajes que he transitado…

De sus más de 500 cámaras, ¿con cuál se queda?

Me quedaría con una Ernemann Ermanox de los años 20. Es un objeto compacto, perfecto en su época y que permitió hacer fotografías de reportaje por lo luminoso de su objetivo. Durante años he utilizado una Leica M3, una de las primeras que llegó a España, un instrumento eficiente y bello. Pero ahora, en la era digital, son varias las cámaras cada vez más perfectas y atractivas.

¿Qué lugares y personas le ha gustado fotografiar?

He tenido la suerte de viajar lo suficiente para ver que, en cualquier lugar de la tierra, por muy remoto que sea, hay suficientes motivos para la fotografía. Una cámara de fotos es un fiel compañero de viaje.