Lacol y La Borda
Arquitectura por y para las personas
La Borda, un complejo de viviendas colectivas en Barcelona, se alzó este año con el Premio Mies van der Rohe que entrega la Unión Europea en la categoría de Arquitectura Emergente. Detrás de este proyecto está Lacol, un estudio que funciona como una cooperativa y que confía en la capacidad de la arquitectura para mejorar la vida de las personas. Carles Baiges, uno de sus miembros, nos acerca su filosofía.
Algo parece estar cambiando en el mundo de la arquitectura. Temas como la sostenibilidad, la participación o la inclusión van ganando peso y cada vez se tienen más en cuenta a la hora de crear proyectos, algo casi impensable hace unos años. Precisamente, esos aspectos fueron decisivos para que el jurado del Mies van der Rohe distinguiera a La Borda (Barcelona), del estudio Lacol. Y es que el jurado de este galardón, el más importante de la Unión Europea, destacó "la importancia de la arquitectura que profundiza en la posibilidad de cambiar mentalidades y políticas, y en la relevancia de la inclusión".
Carles Baiges, miembro de la cooperativa de arquitectos premiada, comparte la satisfacción de los trece miembros del estudio por la consecución de este prestigioso reconocimiento y destaca que “cada vez se premian más proyectos de vivienda social o proyectos que trabajan muy bien los recursos o la sostenibilidad, de ahí que aspectos que antes se veían como accesorios ahora se estén poniendo en valor”. Aspectos que están en el ADN de Lacol, establecido en 2009 en el barrio barcelonés de Sants, quienes aseguran trabajar para generar infraestructuras comunitarias para la sostenibilidad de la vida. Y es que otra arquitectura es posible… y necesaria.
Al ser Lacol una cooperativa, ¿qué papel tiene el talento de cada uno de sus miembros?
Para nosotros era importante que Lacol no fuera un despacho de arquitectos clásico, que suele basarse en uno o dos nombres fuertes con un equipo detrás al que se invisibiliza. Los proyectos son de todos, fruto del esfuerzo y el talento conjunto, y así es como los queríamos dar a conocer. Aunque un proyecto lo hayan ejecutado mayoritariamente unos pocos, los demás siempre colaboramos. La firma colectiva es algo que teníamos claro desde el principio.
Y ¿cómo es vuestro estilo de trabajo?
De forma natural cada uno ha ido especializándose en un área concreta, aunque hay proyectos que los llevan a cabo más personas, como las viviendas colectivas, por ejemplo. En temas como ese vamos formándonos los unos a los otros y donde vemos margen de mejora recurrimos a gente externa que nos ayuda. Llevamos más de diez años trabajando juntos y somos amigos, pero sabemos que esto de mezclar amistad y trabajo no siempre sale bien. En nuestro caso la experiencia es positiva, pero no ha sido fácil. Ahora sí tenemos un buen sistema y un ambiente de trabajo que es más agradable que en otros despachos de arquitectura, basados en la presión y en roles de poder. Nosotros nos basamos en la colaboración, en ir trabajando y haciendo camino juntos.
“Los proyectos son de todos, fruto del esfuerzo y el talento conjunto, y así es como los queríamos dar a conocer”
¿En qué momento se encuentra la arquitectura? ¿Ha evolucionado en los últimos años?
Creo que actualmente hay una mezcla de todo. Muchas cosas han vuelto a la etapa anterior a la crisis del ladrillo, pero por suerte cada vez se da más valor a otros aspectos que nadie te explicaba o se consideraban anecdóticos cuando éramos estudiantes. Cada vez se premian más proyectos de vivienda social o proyectos que trabajan muy bien los recursos o la sostenibilidad, de ahí que aspectos que antes se veían como accesorios ahora se estén poniendo en valor. Por ejemplo, premios como el Mies van der Rohe o el Pritzker están reconociendo esta nueva forma de pensar la arquitectura.
Porque, ¿cuál debe ser la función de la arquitectura?
Somos conscientes de que la arquitectura tiene sus limitaciones, ya que un espacio urbano no va a hacernos mejores y más felices de repente, pero pensamos, y es nuestro punto de partida, que sí tenemos un impacto sobre la sociedad y el planeta. Esto se observa, por ejemplo, en los espacios urbanos, ya que con la arquitectura se ayuda a que sean más amables para los peatones. Nuestro trabajo también puede contribuir a la sostenibilidad, a crear espacios más saludables o a que se hagan con perspectiva de género o pensando en una mayoría.
¿En qué situación se encuentra en España el modelo cooperativo por el que apostáis? ¿Qué países están a la cabeza?
En los años 70 hubo mucha cooperativa en España, pero seguían un modelo basado en la compra; mientras que en el resto del mundo se entendía que la cooperativa continuaba siendo la propietaria de la vivienda. Esto era muy normal en Dinamarca, un país en el que nosotros nos fijamos mucho; en Uruguay, que a nivel social es muy interesante; o en Suiza, concretamente en Zúrich, una ciudad que lo tiene muy incorporado. En estos lugares es muy normal vivir en una vivienda cooperativa sin que se busque el lucro o intervenga un fondo de inversión. Aquí, el modelo de vivienda cooperativa es casi una novedad. De hecho, La Borda fue el primero de nueva construcción y, además, en suelo público. Ahora en Barcelona ya hay veinte proyectos.
Vuestro talento ha sido reconocido recientemente con el Mies van der Rohe. ¿Para qué sirven los premios?
Sabíamos que ganar el Mies van der Rohe, el más importante de la Unión Europea, supondría un gran reconocimiento a nivel profesional. Esto ya era un gran éxito para nosotros, pero lo que no esperábamos era tal avalancha de interés por nuestro trabajo. Creemos que los premios son un poco artificiales porque decir que La Borda es el mejor proyecto de los últimos años en Europa es relativo, ya que estás comparando cosas muy distintas y, además, todos los nominados eran buenos. Pero sí creo que los premios marcan el camino y señalan lo importante.
¿Quiénes son vuestros arquitectos de referencia?
En Lacol somos trece miembros y cada uno tiene sus referentes, pero uno común a todos es, por ejemplo, el estudio Lacaton & Vassal, unos arquitectos franceses que ganaron la edición anterior del Mies van der Rohe. Ya como estudiantes nos encantaban y en los últimos años no han parado de llevar a cabo proyectos que nos gustan mucho. El año pasado estuvieron en Barcelona y pidieron ver La Borda. Fue un momento muy emotivo, ya que nos felicitaron. También nos gustan mucho HArquitectes, un estudio de Sabadell cuyos trabajos son una referencia.
“Nuestro trabajo puede contribuir a la sostenibilidad, a crear espacios más saludables o a que se hagan con perspectiva de género”
¿En qué proyectos estáis trabajando actualmente?
En todo tipo de proyectos, pero son aquellos dedicados a la vivienda cooperativa los que ocupan la mayoría de nuestro tiempo. Tenemos cinco proyectos en Barcelona, uno en Manresa y otros que están por venir. Lo bueno es que La Borda ha abierto camino. Está siendo muy interesante porque podemos aplicar todos los aprendizajes de La Borda y seguir investigando.
Un proyecto con el que soñéis…
Conjuntamente con otras cooperativas de arquitectura e ingeniería, hemos creado una estructura que nos une y que se llama Batec. La idea es desarrollar proyectos a gran escala de transición energética. Queremos llevar las ideas de La Borda a nivel de barrio, pueblo o ciudad.
¿Y un proyecto al que diríais no?
Hemos dicho que no a proyectos que pensábamos que no eran correctos. Hace años rechazamos un proyecto de un hotel en Gràcia. Es un barrio de Barcelona que ya está muy saturado de turismo; de hecho, en estos momentos no se podría levantar, pero por aquel entonces sí era posible. Lo rechazamos porque preferimos no colaborar en algo que era dañino para el barrio. Cuando pensamos que nuestro trabajo puede causar más perjuicio que beneficio, intentamos decir que no.