Silvia Mas

Viento en las velas

4 Enero 2024 Por Roberto C. Rascón
Silvia Mas, deportista del Equipo Iberia Talento a bordo
Silvia Mas, deportista del Equipo Iberia Talento a bordo.

Desde pequeña, Silvia Mas aprendió a interpretar el viento. Un viento que unas veces sopla a favor y otras en contra, pero que siempre trae algo bueno. Así al menos lo cree una de las regatistas más laureadas de la vela española. Y es que, poco después de proclamarse campeona del mundo en 2021, sufrió una gravísima lesión en la rodilla. Durante casi un año estuvo parada, pero se considera ‘afortunada’ porque volvió más fuerte que nunca.

Durante el 2021, Silvia Mas (Barcelona, 1996) vivió la cara y la cruz del deporte. En marzo, se proclamó campeona del mundo de vela en 470 junto a Patricia Cantero. Una victoria que las situaba como favoritas al oro en los Juegos de Tokio. Finalmente, las expectativas no se cumplieron y las regatistas tuvieron que conformarse con el 11º lugar. El año, que tan bien había arrancado, terminó, además, con una grave lesión de rodilla. A su vuelta, tras prácticamente un año en el dique seco, tenía un gran reto por delante: comenzar a navegar con Nico Rodríguez (bronce en Tokio), puesto que su categoría había pasado a ser mixta, en un exigente sprint hacia los Juegos de París. Pese al esfuerzo por acortar los plazos y volver a ponerse al nivel de las mejores parejas, la Real Federación Española de Vela (RFEV) optó —a nueve meses de arrancar los Juegos y en una decisión no exenta de polémica— por Jordi Xammar y Nora Brugman para representar a España en la Marina de Marsella. El revés fue duro, pero Silvia continuará ejerciendo de sparring para la pareja elegida, al tiempo que piensa ya en la Copa América de Vela que se celebrará en su ciudad natal en 2024.

La pasión por la vela te viene de familia. ¿Era inevitable que terminaras dedicándote a ella?
Sí, lo era. Prácticamente toda mi familia, tanto por parte de madre como de padre, era navegante. De hecho, en mi casa era obligatorio navegar hasta los 18 años; a partir de ahí, cada uno podía hacer lo que considerase. Mis padres se lo tomaban como una forma de educar, por los valores que inculca el deporte.

Tu madre, Silvia Depares, fue campeona del mundo de la clase Optimist en 1980. ¿Ha sido tu mayor referente?
Sin duda. Mi madre fue mi entrenadora en Optimist [la clase en la que comienzan a competir los regatistas, desde los seis hasta los 15 años] y me lo enseñó todo. Tener, desde pequeña, a un referente de la vela a tu lado es brutal. Ganar ese Mundial es muy complicado y ella lo logró, algo que yo no. También fue la segunda mujer de la historia en ganar un campeonato de España absoluto de Optimist y yo fui la cuarta —ambas ganamos a los chicos—. Cuando ocurrió, todo el mundo me hacía referencia a mi madre. Fue una pionera.

“En mi casa era obligatorio navegar hasta los 18 años. Mis padres se lo tomaban como una forma de educar, por los valores que inculca el deporte”

¿Y cómo fue crecer rodeada de regatistas? ¿La competencia, no sé si rivalidad incluso, con tus hermanos te hizo mejor deportista?
En mi casa siempre ha habido una competitividad enorme. Y sí, también una rivalidad entre los hermanos por ver quién era mejor y quién conseguía más títulos. Daba igual que fueras chico o chica, más mayor o más pequeño, tenías que ser el mejor. De pequeños nos picábamos mucho, pero era una rivalidad sana y ha conformado nuestro carácter. Yo achaco muchos de mis éxitos deportivos a esa rivalidad con mis hermanos, no era un te gano para demostrar que eres peor, era, más bien, un te gano porque quiero que seas mejor. A día de hoy, me siguen ayudando.

A lo largo de tu exitosa trayectoria, además de esa rivalidad entre hermanos, ¿qué dirías que ha jugado un papel más importante: el talento o el trabajo?
El talento es fundamental y, entre comillas, te allana el camino. Pero también es un arma de doble filo porque, por mucho talento que tengas, si no lo acompañas de trabajo no vas a lograr nada.

Tras los Juegos de Tokio, te rompiste el cruzado de la rodilla y estuviste casi un año parada. A nivel mental, ¿fue especialmente duro?
Desde fuera la gente me decía que lo estaba llevando muy bien, pero no era así, fue bastante duro. Y no solo por el deporte. Soy una persona muy activa e independiente y ver que necesitaba la ayuda de otros (pareja, familia, amigos) me hacía sentir mal. Si a eso le añades que dejé de competir, que es el motor de mi vida, pues imagínate. Además, iba pasando el tiempo y quería volver, pero el preparador me decía que siguiera en el gimnasio. Era una lucha mental porque, si por mí hubiera sido, me habría subido al barco el primer día. Nunca había tenido una lesión y, aunque suene loco, me siento afortunada por haber visto la otra cara de la moneda. He vivido una etapa diferente de mi vida y ahora tengo más fortaleza mental para afrontar los momentos duros que vengan por delante.

“El talento es fundamental, pero también es un arma de doble filo porque, por mucho que tengas, si no lo acompañas de trabajo no vas a lograr nada”

Una vez recuperada, comenzaste a entrenar con Nico Rodríguez. ¿Es muy diferente navegar junto a un hombre?
Navegar junto a un hombre es diferente —no quiero decir que sea ni mejor ni peor— y me ha permitido ver las cosas desde otro punto de vista. Solo hemos podido competir juntos un año porque, como comentábamos, yo me lesioné el cruzado y luego Nico tuvo problemas en la espalda, pero, pese a ello, hay cosas muy positivas. Nico ha compartido su visión y su forma de trabajar conmigo y eso es superenriquecedor.

Como tú dices, vuestra etapa juntos ha estado marcada por las lesiones. ¿Os ha obligado a quemar etapas más rápido?
Totalmente. En solo un año hemos tenido que ponernos al nivel de otras parejas que han tenido dos años o más para ello. Lo bueno es que lo logramos y que hemos estado peleando por los primeros puestos en las competiciones.

“La vela es un deporte complicado de seguir. Al final no estamos en un campo o un pabellón, estamos en el mar y es difícil que el público vea la competición”

Pero en la gran competición del pasado año, el Mundial celebrado en La Haya, finalizasteis undécimos. ¿Supuso una decepción?
El Mundial duró seis días y hasta el último estuvimos en cuarta posición, casi empatados con el tercero. En general fue una semana bastante buena, pero el último día se dieron unas condiciones desfavorables y no nos adaptamos bien. Como todas las embarcaciones estaban muy igualadas, bajamos mucho en la clasificación. Nos quedamos con un sabor agridulce.

La vela es un deporte minoritario y parece interesar solo cada cuatro años porque históricamente ha dado muchas medallas al deporte español. ¿Compartes esta visión?
Yo entiendo que la vela es un deporte complicado de seguir. Al final no estamos en un campo o un pabellón, estamos en el mar y es difícil que el público vea la competición. Aparte, hay que entender el viento para saber cómo funcionan los campeonatos. Pero la vela es preciosa y cada vez la conoce más gente. En 2024 se va a celebrar la Copa América en Barcelona y creo que es algo muy positivo para nuestro deporte.