Sergio Bernal
Belleza y armonía
En el ámbito de la danza, el nombre de Sergio Bernal resuena por todo el mundo. Un eco que, paradójicamente, parece atenuarse en su propio país. Pero eso no desanima a un bailarín estético, armónico y carismático que transmite, sin estridencias, una pasión visceral por su trabajo. Con el Premio Talía al Talento Emergente debajo del brazo, que bien podría ser al talento consolidado, nos cita en el Parque de El Retiro.
“Sergio es un número uno”. Y lo dice Ricardo Cue, alguien que ha dedicado su vida al mundo de la danza y que ha trabajado junto a las estrellas más rutilantes del género, incluida la legendaria Maya Plisetskaya. Además de instruir a grandes del ballet español, como Joaquín Cortés, Tamara Rojo o Igor Yebra. Ricardo nos hace esa confidencia mientras Sergio Bernal (Madrid, 1990), al que acompaña, se come la cámara durante una sesión de fotos en el madrileño Parque de El Retiro. Así, a solo unos días de que el bailarín reciba el Premio Talía al Talento Emergente —galardón patrocinado por Iberia—, Ricardo se rinde al talento de su ahora socio.
“Todo el mundo tiene su talento, lo que pasa es que la vida a veces te lleva por otros caminos y no te permite desarrollarlo”
Unos minutos antes de comenzar la sesión, el propio Sergio, sorprendido, reconoce que nunca había visitado el Palacio de Cristal. Quizás la razón se encuentre en el sacrificio, materializado en el infinito número de horas que el bailarín ha dedicado, desde bien pequeño, a su gran pasión. “La danza se cruzó en mi camino por pura casualidad —cuenta Sergio—. Mi madre nos apuntó a mi hermano y a mí a sevillanas, una cosa bastante surrealista en el año 94. No era habitual ver a chicos ahí, pero nada más comenzar supe que era mi camino, mi manera de comunicarme”. Él, a diferencia de otros, halló pronto el suyo y es consciente del privilegio que supone: “Todo el mundo tiene su talento, lo que pasa es que la vida a veces te lleva por otros caminos y no te permite desarrollarlo”.
Ahora Sergio está considerado uno de los mejores bailarines del mundo, tal y como atestigua, por ejemplo, el Premio Positano que recibió en 2012, uno de los máximos reconocimientos a los que puede aspirar un bailarín. Pero volvamos momentáneamente al pasado. Un niño bailando no era lo más usual y, en ese sentido, Sergio rescata un recuerdo, dibujando en nuestra mente una vívida imagen: “Una vez al año mis padres organizaban una fiesta con sus amigos en un parque y yo montaba mis propios espectáculos. Recuerdo un lugar en el que había una escalinata, un descansillo y, a continuación, otra escalinata; era como un escenario y ahí estaba yo bailando mientras el resto de chavales jugaba al fútbol”.
“Cuando te subes a un escenario y tocas el corazón de toda la gente que te está viendo, tu alma se llena”
A medida que fue haciéndose mayor, fue siendo más consciente de ciertas miradas o comentarios, pero nunca les dio mayor importancia porque él lo único que quería era disfrutar y hacer disfrutar. Algo que aún hoy lleva por bandera. Y ahora sabe que la mejor manera de conectar con el público es a través de la emoción: “Cuando te subes a un escenario y tocas el corazón de toda la gente que te está viendo, tu alma se llena”. Quid pro quo. Emoción, sí, pero también técnica: “La técnica es el puente que me permite saltar del escenario al patio de butacas para llegar hasta ti y emocionarte”.
Sergio es consciente de lo difícil que es atraer al gran público, pero ni mucho menos renuncia a ello. “Yo trabajo para el público, para la gente que paga una entrada para venir a verme y tengo que conectar con ellos, atraerlos. Y para eso hay que estar en el siglo XXI”. El pasado verano, sin ir más lejos, estreno SER, un espectáculo en el que homenajeaba a la artista estadounidense Beyoncé. Y lo hizo con su propia compañía (Sergio Bernal Dance Company), la cual puso en marcha junto a Ricardo Cue tras abandonar el Ballet Nacional, donde era primer bailarín. Una decisión arriesgada que justifica apelando a sus ganas de seguir creciendo como artista.
Mucho talento, pocas oportunidades
Al frente de su propia compañía, Sergio no se esconde a la hora calificar como “crítica” la situación de la danza en nuestro país. “La danza en España no tiene el apoyo institucional y político que debería tener”. Y apela a la educación para construir conocimiento alrededor de su arte: “Falta apoyo en las escuelas, y me refiero a dar a conocer la riqueza que tiene la danza en su conjunto”. Aún así, Sergio no elude la autocrítica: “El error también lo hemos cometido los artistas. Al final, cuando las cosas no funcionan, no solo puedes echar balones fuera, tienes que plantearte que es lo que tú estás haciendo para no conquistar a la gente”.
“La situación de la danza en España es crítica, no tiene el apoyo institucional y político que debería tener”
En España, admite Sergio, hay más talento que oportunidades. Y esa falta de oportunidades puede traducirse en frustración, la de los cientos de bailarines que cada año terminan su formación y no encuentran donde demostrar sus aptitudes. “Cuando te planteas qué vas a hacer, tras sacrificarlo todo, y ves que no puedes hacer nada piensas: ¡qué injusto!”. La danza es una disciplina muy dura, que exige horas y horas de trabajo no solo a nivel físico, también a nivel psicológico. “Los artistas trabajamos desde una edad muy temprana para desarrollar nuestra carrera lo antes posible porque es muy corta. A mí me quedan 10 años como mucho. Además, es una profesión un poco cabrona porque, conforme vas adquiriendo experiencia y sintiéndote mejor, tu cuerpo va para abajo; es algo muy contradictorio y difícil de encajar”.
Para finalizar, dejemos a Sergio volver a apelar a la emoción, a lo más visceral del ser humano, para invitar al público a darle una oportunidad a la danza: “Mucha gente dice que no va al teatro a ver danza porque no la entiende. Pero, ¿qué es lo que hay que entender? La cuestión es si te emociona o no te emociona. Punto, no hay más. No es un examen, simplemente se trata de dejarse llevar”. Para refrendar esto, Sergio, que ha bailado por decenas de países, defiende que la danza es un idioma universal y pone un ejemplo: “Fíjate en Japón. Somos bastante diferentes y nos distancian miles de kilómetros, sin embargo, son la nación con más escuelas de flamenco por metro cuadrado del planeta. Y es que la danza, unida al talento, que para Sergio es “la capacidad de emocionar, de conectar con personas de diferentes lugares y hacerles sentir algo a lo que no están acostumbrados”, tiene la virtud de conquistar el mundo.