Edu Soto
Un entrañable Willy Wonka
Interpretar a Willy Wonka, el protagonista de ‘Charlie y la fábrica de chocolate’, es el nuevo reto de Edu Soto. De su mano, los espectadores se adentrarán en un mundo de fantasía donde todo es posible. El espectáculo, que viene avalado por su éxito en numerosos países, cuenta con el beneplácito 'in situ' del último director encargado de adaptar el clásico de Roald Dahl: Tim Burton.
Primero fue Gene Wilder (Un mundo de fantasía, Mel Stuart, 1971), después fue Johnny Depp (Charlie y la fábrica de chocolate, Tim Burton, 2005) y ahora le toca el turno a Edu Soto (Mataró, 1978). Dar vida a Willy Wonka no es una tarea fácil, como reconoce el propio Edu a lo largo de esta entrevista, pero es que este actor que saltó a la fama como El Neng de Castefa no se acomoda y poner en escena este musical —en el que, además de interpretar, baila y canta— es una nueva prueba de ello. La fábrica, con sus decenas de Oompa-Loompas, sus cascadas de chocolate, sus coloridos dulces, sus locas ardillas y su gran elevador de cristal, permanecerá abierta en Madrid hasta el 11 de diciembre. A Charlie Bucket visitarla le cambió la vida, ¿a qué esperas tú?
¿Qué se encuentran los espectadores que acuden a ver Charlie y la fábrica de chocolate?
Hemos estado trabajando mucho y creo que es un título que a todos nos suscita una sonrisa. Ya hemos hecho las primeras funciones y es un musical muy completo, muy divertido y muy digerible. También tiene una moraleja bastante importante. Así que los que vengan serán debidamente gratificados.
Has hecho de todo a lo largo de tu carrera, pero ¿interpretar a Willy Wonka es uno de los mayores retos a los que te has enfrentado?
Willy Wonka es un personaje muy carismático y del cual tenemos referentes en la cabeza, lo que hace que la decepción pueda ser grande. El mayor reto, por tanto, es saciar a la gente que venga con una idea preconcebida. En cualquier caso, creo que no es un personaje demasiado alejado de lo que he venido haciendo hasta ahora y desde que me lo propusieron ya tenía algunas cosas claras. No es un personaje fácil de hacer, pero sí muy cercano a mi universo.
“Siempre estoy peleando por hacer cosas propias y persiguiendo papeles de los que se me ve bastante alejado”
¿Te has fijado en los Willy Wonka de Gene Wilder o de Johnny Depp a la hora de preparar el personaje o has preferido hacerlo tuyo?
La verdad es que no tengo esos referentes muy frescos. He visto las películas, pero hace mucho tiempo y tengo muy mala memoria. No me las he puesto para refrescar y he preferido enfrentarme al personaje con mi identidad. También me pasó en Cabaret. A mí me gusta aportar mi personalidad y todo lo que me recuerde a algo que ya he visto lo descarto.
¿Y qué tal te llevarías tú con un tipo tan particular como Willy Wonka?
Nos llevaríamos bien. Él ha estado encerrado voluntariamente en su casa sin querer saber nada de la gente y yo a veces entiendo esa sensación de agobio, esas ganas de estar tranquilo y alejarse del ajetreo. Pero luego es alguien que busca entre esa misma gente a su sucesor, a su alter ego, así que en el fondo no me parece un personaje tan raro, incluso resulta entrañable.
Tengo la sensación de que Edu Soto pudo haberse acomodado en algún momento de su carrera, pero que decidió no hacerlo y arriesgar…
Totalmente, y lo sufro en mis carnes a diario. Además, estoy luchando por hacer mucho más. Durante los últimos cuatro años he escrito cuatro películas y tengo la suerte de que una productora catalana está interesada en una de ellas. También tengo una banda de música con mi mujer y mis cuñados, que son todos músicos, y está detrás Javier Limón. Siempre estoy peleando por hacer cosas propias y por perseguir papeles de los que se me ve bastante alejado. Por suerte, me siento joven aún y voy a buscar la posibilidad de hacer un papel dramático. En el teatro ya se me ha dado la oportunidad, pero ante una cámara se me resiste. Soy muy cabezón y lo voy a lograr, aunque sea cuando tenga 85 años [risas].
Lo de cantar no es nuevo para ti. De hecho, este mismo año sacaste un disco titulado Imel dedicado a tu hijo. Cuéntanos de dónde viene esa pasión.
Mi padre y mi madre nos transmitieron la pasión por el canto. En todas las excursiones que hacíamos con el equipo de baloncesto se ponían a cantar y me sacaban los colores. Vengo de una familia muy artística, aunque ninguno ejerciera como tal. He heredado esos genes artísticos, sobre todo de mi padre, y he tenido la suerte de poder dedicarme a ello.
Aunque eres alguien muy polifacético, tu trayectoria ha estado marcada por la comedia, ¿es hacer reír el oficio más difícil del mundo?
Eso dicen… A nivel interpretación, la comedia requiere de un mecanismo muy natural y del que muchos de mis compañeros carecen; de hecho, lo saben y no quieren ni oír hablar de la palabra comedia porque si no tienes ese don probablemente te sientas como un pulpo en un garaje. También dependes de un buen guion cómico, que es una pieza de orfebrería perfectamente mecanizada y, por muy gracioso que tú seas, si este no acompaña las puedes pasar canutas. Creo que el mecanismo dramático es un poquito más sencillo o no requiere de tanta precisión. Yo no lo he trabajado tanto, pero, por lo que me comentan compañeros que se dedican a esto, puedo intuir que la comedia es ligeramente más compleja.
“Hay personas en el mundo que tienen un talento nato para hacer reír y te las puedes encontrar en cualquier lado”
¿Qué talentos debe tener alguien que se dedique al humor?
Creo que el ritmo en la comedia es lo más esencial, y el ritmo no es la rapidez. Como decía hay algo natural, un olfato especial. Hay personas en el mundo que tienen un talento nato para hacer reír y te las puedes encontrar en cualquier lado. Hay colegas que te cuentan una historia y tienen una manera de hacerlo, manejando el tempo y los silencios, con la que ya te ríes. Eso es muy difícil de enseñar, o lo tienes o no lo tienes.
Tras la pandemia, con las consiguientes restricciones para este tipo de espectáculos, ¿cuánta ilusión hace volver a ver un teatro repleto de gente?
El otro día nos sentamos a hacer entrevistas con la prensa en el patio de butacas y en ningún momento se nos pasó por la cabeza lo de la mascarilla, aunque sí, instintivamente, nos sentamos con algo de distancia. Estamos volviendo poco a poco a la normalidad, a que alguien se siente a tu lado y no te resulte extraño. Eso es una alegría, no solo para el sector sino para las propias relaciones humanas.
¿Y qué tal tu encuentro con Tim Burton? ¿Nos puedes contar algo?
Estuvo visitando la exposición que le han preparado en Madrid y tuve el placer de estar con él. Incluso rodamos un guiño en el que nos cruzábamos y él me deseaba suerte con la obra. La noche posterior a eso le hicieron una cena y también estuve ahí. Me deseó mucha suerte y me dijo que iba a ser un gran Willy Wonka. Así que contamos con el beneplácito del maestro.