Dani Tatay
El salto a un sueño
Cada uno persigue sus sueños a su manera, unos lo hacen paso a paso, otros, por qué no, salto a salto. Ese es el caso del actor y bailarín Dani Tatay, que actualmente protagoniza ‘Dirty Dancing’ y pone en escena, junto a Sara Ávila, el salto más famoso de la historia del cine. Espectáculos como 'Más de cien mentiras', 'Hoy no me puedo levantar' o 'El guardaespaldas' jalonan su trayectoria y avalan que los sueños se cumplen.
Baby (Jennifer Grey) salta sobre Johnny Castle (Patrick Swayze), que la envuelve con sus manos y la eleva al cielo del Kellerman’s, el hotel testigo de su historia de amor. Ahora, los que quieran revivir esa escena, una de las más recordadas del cine de los 80, tienen su oportunidad porque Dirty Dancing permanecerá en Madrid hasta el 11 de diciembre en el Espacio Ibercaja Delicias. Dani Tatay (Valencia, 1982) interpreta al mítico Johnny Castle y asegura orgulloso que “nunca” ha fallado al poner en escena ese momento, aquel que tanto ansían los espectadores. De saltos sabe bastante el propio Dani: de la natación al baile, de Valencia a Madrid, del baile a la interpretación, de secundario a protagonista; saltos sin red que le han salido bien y le han llevado a cumplir su sueño.
¿Qué siente Dani Tatay al saltar a un escenario?
Saltar a un escenario ante tanta gente es una responsabilidad. Nunca tengo nervios del tipo “ufff, qué mal lo voy a pasar”, pero sí tengo los nervios necesarios antes de arrancar un espectáculo. Y siempre hay cierto miedo —no miedo escénico— a que algo no vaya bien. Pero salgo con mucha ilusión y muchas ganas, a dejarme la piel y a disfrutar muchísimo, y eso se transmite a la gente. Me gusta que la función esté viva y evito hacerla mecánicamente. Dirty Dancing son dos horas y media y acabo reventaico porque es una función muy exigente físicamente y casi no salgo de escena. Llevamos tres semanas y llevo tres fisios [risas].
Ahora estás interpretando a un personaje muy querido por el público: Johnny Castle. ¿Supone una presión añadida?
Sí, porque la gente quiere ver a Johnny encima de un escenario. Es un reto. La película la he visto como una decena de veces, así que era un protagonista que tenía muy en mente. Yo he sido bailarín durante muchos años y este personaje, que obliga a bailar y a interpretar al mismo tiempo, es muy completo para mí. A los actores no nos gusta copiar, pero sí captar la esencia del personaje y eso es lo que intento. La mera imitación no queda bien.
“A los actores no nos gusta copiar, pero sí captar la esencia del personaje y eso es lo que intento. La mera imitación no queda bien”
Dirty Dancing es una película con una legión de fans, ¿no decepcionarles es uno de los objetivos que os habéis marcado?
Totalmente. Cada momento de la película lo trasladamos a las tablas. A veces le decía al director: “¿Puedo cambiar esto?”. Y me contestaba: “No, no, no, tienes que ser fiel a la película”. Porque la gente se sabe las escenas y las quiere ver. Cuando Johnny está enseñando a Baby y le acaricia la axila o cuando Johnny le dice a Baby “no permitiré que nadie te arrincone”, esos momentos tienen que ser tal cual. Todo está muy medido. El momento del salto durante el baile final no lo pienso porque si lo hago me pongo nervioso. Hay mil personas esperándolo y tiene que salir sí o sí. Si no sale, la gente va a la taquilla y pide que le devuelvan el dinero [risas]. Nunca lo he fallado.
¿El joven Dani Tatay ya se imaginaba actuando ante miles de personas? Cuéntanos cómo nace tu pasión por el baile.
Desde pequeño he sido muy artista, pero mi familia no me enfocó a ese mundo. Me encaminaron más al deporte y competí en natación durante varios años, pero siempre intenté hacer teatro y baile porque me gustaban mucho. Con 19 años estudiaba Trabajo Social en la Universidad, pero no me llenaba y conocí a un grupo de gente que bailaba. Empecé a bailar en una escuela en plan hobby, pero al año o así lo dejé todo y me centré en ello.
Del baile diste el salto a la interpretación y se te abrieron las puertas del cine y la televisión. Hoy en día, ¿dónde disfrutas más?
El teatro está muy vivo y lo que sientes encima de un escenario con el público mirándote —si además haces un protagonista, imagínate el subidón— no se siente delante de una cámara en una serie o en una película. Rodar ficción es algo más frío. A nivel mediático el cine o la televisión te van a dar mejor resultado, pero me quedo con el teatro.
En 2010 dejaste tu Valencia natal y te trasladaste a Madrid para perseguir tu sueño. Doce años después, ¿sientes que lo has cumplido?
Sí. Yo empecé en esto un poco a la aventura y he ido cumpliendo sueño tras sueño. Nunca hubiera imaginado llegar donde lo he hecho. Me vine a Madrid con una maleta a probar suerte creyendo que iba a estar tres meses y ya llevo doce años. El camino ha sido cuesta arriba, pero no tanto por su dificultad como por haberlo ascendido peldaño a peldaño. De empezar bailando en una orquesta a acabar haciendo una película o protagonizando Dirty Dancing. Tengo amigos que llevan muchos años en esto y no han conseguido ni la tercera parte, así que solo puedo dar gracias.
“El teatro está muy vivo y lo que sientes encima de un escenario con el público mirándote no se siente delante de una cámara”
Si tuvieras que darle un consejo a un joven bailarín que esté arrancando su carrera, ¿cuál sería?
Que hay que luchar por lo que quieres y pelear por tus sueños. Pero también te digo una cosa: si llevas cinco años intentándolo y no consigues nada, toca ser realista. Hay que luchar, pero siempre teniendo un plan B en la vida. Porque esto no siempre depende de ti, depende de una llamada de teléfono.
El talento es imprescindible para triunfar, pero ¿influye también la fortuna?
Sí, yo tuve mucha. De un día para otro pasé a protagonizar El guardaespaldas tras la lesión de Maxi Iglesias. Era la única persona preparada para sustituirle —el otro protagonista, Iván Sánchez, estaba en México—, así que me dijeron: “Dani, tienes que hacerlo”. Aparecí en el teatro sin haber podido casi dormir y con una presión brutal porque nunca había hecho nada tan grande. Si me lo llego a pensar dos veces no salgo… [risas]. No sé si fue suerte estar ahí en ese momento concreto, pero la compañía apostó por mi y todo salió bien. ¡No me podía creer estar en las marquesinas de Gran Vía!
Y ya que hablamos de talento, ¿qué significado tiene para ti esa palabra?
El talento es algo que tiene una persona de forma innata. Mucha gente se pasa años intentando algo y no lo consigue, y luego llega alguien que tiene ese talento innato y sí lo logra. También hay mucho trabajo detrás para sacarlo de dentro. Eso encima de un escenario se ve, quién lo tiene y quién no. Algo que traspasa y que el público percibe.