María Hervás

Con voz propia

24 Marzo 2023 Por Roberto C. Rascón
María Hervás, Premio al Joven Talento en la primera edición de los Talía
María Hervás, Premio al Joven Talento en la primera edición de los Talía. © Lanaja Factory

Si cierras los ojos y escuchas su voz, su rostro se dibuja en tu mente. Así de carismática es la voz de María Hervás, una actriz valiente, inquieta y versátil que ha encontrado en el teatro —‘Iphigenia en Vallecas’, ‘Jauría’ o su último trabajo, que es a la vez su primer Lorca, ‘Yerma’— los papeles que mejor se ajustan a su forma de entender la interpretación. Su compromiso con las tablas le ha hecho merecedora del Premio Talía al Joven Talento.

Si algo caracteriza a la actriz María Hervás (Madrid, 1987) es su voz. La misma que, siendo una niña, ponía a las marionetas cuando su madre la llevaba al teatro, el lugar en el que nació su pasión por la interpretación y por el cual siente “debilidad”. “También es donde he podido hacer los mejores personajes”, admite. Y es que aunque su voz se asocie mayoritariamente a series de televisión, como la reciente Machos Alfa —actualmente rueda la segunda temporada—, ha sido en el teatro donde ha recibido los mayores elogios y reconocimientos: Premio Max 2019 por Iphigenia en Vallecas y Fotogramas de Plata 2020 por Jauría, ambos en la categoría de mejor actriz. Así, papel tras papel, Hervás ha dotado a su distintiva voz de atributos como el compromiso, la pasión y el talento. Por ello, la Academia de las Artes Escénicas ha decidido concederle, junto a Sergio Bernal, el Premio Talía al Joven Talento —galardón patrocinado por Iberia—.

Antes de hablar del presente, echemos la vista atrás. ¿Cómo nace tu pasión por la interpretación?
Mi madre me llevaba al teatro siendo yo una niña. Recuerdo sentirme fascinada por las marionetas y, en la oscuridad de la sala, pensar: “Yo quiero mover los muñecos y poner sus voces”. Se me daba bien entender cómo se sentían los personajes.

“En las tablas es donde mejor me siento como actriz, donde experimento las emociones más fuertes”

Comenzaste la carrera de Arquitectura, pero la abandonaste para hacer Arte Dramático. ¿Qué te impulsó a tomar aquella decisión?
Hubo un tiempo en el que compaginé Arquitectura, Arte Dramático y mi primer trabajo en Los Serrano. No descansaba, así que empecé a dormirme en las clases de Arquitectura, pero jamás en las de Arte Dramático. Ese fue el mejor indicativo de que deseaba con fuerza ser actriz. Además, la suerte me llegó rápido. Recuerdo esa etapa como una de las más bonitas de mi vida.

Y, ahora, ¿qué sientes cada vez que pisas las tablas de un teatro? ¿Es un sueño cumplido?
Absolutamente. De jovencita, estudiando Arte Dramático, solía hacer el ejercicio de visualizar a mis padres sentados en la oscuridad del María Guerrero a punto de comenzar una función en la que yo actuaba. En las tablas es donde mejor me siento como actriz, donde experimento las emociones más fuertes y la sensación más directa con el público.

Si tuvieras que quedarte con uno de tus trabajos sobre el escenario, ¿cuál sería y por qué?
¡Qué complicado! Tal vez me quedaría con Confesiones a Alá. Fue mi primer monólogo, con tan solo 25 años. Cuando me llamaron para hacer la prueba sentí pánico por estar demasiado alejada del conflicto del personaje —una pastora bereber de las montañas del Atlas—, pero finalmente encontré un acento, una manera de moverme y de mirar. Aquello me demostró que estaba preparada para asumir retos difíciles y comprometidos.

“No me acomodo y trato de llevarme siempre al límite, indagar en las emociones menos previsibles y componer personajes muy poliédricos”

¿Y ese papel fue el mayor reto al que te has enfrentado como actriz?
No me acomodo y trato de llevarme siempre al límite, indagar en las emociones menos previsibles y componer personajes muy poliédricos que siempre sorprendan. Jauría también fue un gran reto, porque interpretar a la víctima de La Manada cuando ni siquiera había salido la sentencia del Supremo supuso un compromiso emocional altísimo.

Aunque los mayores reconocimientos te han llegado en el teatro, el público te conoce más por tus papeles televisivos. ¿Te da, entre comillas, rabia?
Rabia no. Todo el mundo tiene una tele en casa, pero no todo el mundo mueve su cucu para ir a un teatro, así que es normal que me conozcan más del audiovisual. Lo que me encanta es cuando algún espectador que me conocía de la tele me descubre en el teatro. El otro día, por ejemplo, después de hacer Yerma uno me dijo: “Yo no sé qué hace esta chica en las series, no debería bajarse nunca de las tablas”.

“Me encanta cuando algún espectador que me conocía de la tele me descubre en el teatro”

A lo largo de tu carrera has demostrado una gran versatilidad. Dicen que es más difícil hacer comedia que drama, ¿tú qué opinas?
Yo creo que lo difícil es hacer buen drama y buena comedia. A mí la comedia no me parece superdifícil porque entiendo muy bien el timing, es matemática pura sumada a tener muy poca vergüenza y ser capaz de reírte de ti misma. Si lo consigues, no existe nada más liberador.

Tu último trabajo ha sido Yerma. ¿Qué tiene Lorca para que casi un siglo después de su muerte su obra esté más viva que nunca?
Lorca fue un sociólogo audaz. Entendía muy bien los conflictos humanos, al modo en que lo hizo Shakespeare pero con el vuelo de nuestra poesía y nuestro duende.

El talento crece cuando conecta, ¿de quiénes has aprendido más a lo largo de tu carrera?
Soy una gran espectadora de teatro, y muy cinéfila. Admiro a tantos compañeros y compañeras que, si me arrancara, tendría que nombrarlos a todos. Soy muy niña para eso, aprendo todo el rato y disfruto mucho observando.

“Una celebración como los Talía es gasolina para seguir creyendo en tus sueños”

El otro día anunciaste los nominados a los Talía. ¿Necesitaba el sector de las artes escénicas este reconocimiento?
Es un oficio difícil, con un índice de paro de casi el 90% y mucha precariedad. La gente ve la parte bonita, pero lo que más abunda es la falta de estabilidad. Una celebración como los Talía es gasolina para seguir creyendo en tus sueños.

¿El teatro es, por tanto, compromiso?
Para mí sí lo es. En un escenario no puedes engañar al espectador, todo se ve, todo se siente. O pones toda la carne en el asador o la gente desconectará y les estarás quitando la posibilidad de experimentar un gran viaje emocional.

“En un escenario no puedes engañar al espectador, todo se ve, todo se siente”

Y, ¿qué momento dirías que vive el teatro?
Creo que estamos sedientos de espectáculos en vivo. En la pandemia consumimos todo el audiovisual del mundo y ahora queremos ver a personas de carne y hueso haciendo cosas [risas]. El teatro es un ejercicio de reflexión en comunidad. Un ritual que nos permite conocernos mejor como seres humanos a través de la emoción, que es la herramienta más poderosa que conozco.