Carmelo Gómez
Un regreso inesperado
Carmelo Gómez vuelve a la gran pantalla. Una decisión que solo podía venir motivada por un reencuentro: el del actor con Imanol Uribe. 'Llegaron de noche', que verá la luz en el Festival de Málaga y llegará a los cines el 25 de marzo, es el título de su sexta colaboración con el director, y es una historia, la de los mártires de la UCA, que apela a la memoria para no silenciar errores que corroen el alma humana.
La última vez que los espectadores pudieron ver a Carmelo Gómez (Sahagún, 1962) en pantalla grande fue en 2016, concretamente en La punta del iceberg. Desde ese momento, el actor ganador de dos Goyas (Días contados y El Método) decidió alejarse del cine y centrarse en el teatro, en busca de la adrenalina que solo sus tablas pueden proporcionar. Su retorno, que él mismo reconoce puntual ya que los acontecimientos que le llevaron a tomar esa decisión persisten, solo podía producirse de la mano de Imanol Uribe, un director con el que ha establecido una relación de confianza, excesiva incluso, como él mismo reconoce. Llegaron de noche narra la masacre que se produjo la madrugada del 16 de noviembre de 1989, en plena guerra civil salvadoreña, cuando seis jesuitas fueron asesinados en la UCA (Universidad Centroamericana) y en ella el actor se mete en la piel del Padre Tojeira, uno de los supervivientes.
Llegaron de noche supone tu regreso al cine tras un lustro alejado de él, ¿lo has echado de menos?
No siento las cosas así. Mi marcha del cine tuvo que ver con acontecimientos que le daban sentido a la decisión. Hoy la situación no es diferente. He pasado varios años sin aparecer en pantalla y sigo pensando que solo lo haré si el proyecto me seduce y si encuentro un director de confianza. Todo eso lo reúne esta aventura con Imanol Uribe, que además es un gran amigo. De haber surgido algo así de apasionante antes, quizá habría vuelto a sucumbir a la tentación de las cámaras.
Durante estos años has estado volcado en el teatro, ¿qué te da el teatro que no te da el cine?
El cine y el teatro tienen sus peculiaridades, sus semejanzas y sus diferencias, y ambos son atractivos. La grandeza del teatro es el cuerpo a cuerpo con el público, esa sensación de vértigo, de saber que te la juegas cada día, la adrenalina y el inmenso placer de contar una historia entera, sin cortes.
“La grandeza del teatro es el cuerpo a cuerpo con el público, esa sensación de vértigo, de saber que te la juegas cada día”
¿Por qué regresar ahora o, dicho de otro modo, qué te atrajo de la historia que narra Llegaron de noche?
Me gustó mucho el guion, me fascinó el arrojo y la valentía de la historia —un hecho real silenciado— y sus ingredientes de thriller. En la película se cuenta claramente lo que pasó. También el valor moral que aportan sus personajes, gente dispuesta a todo por la verdad, esa cosa tan discriminada en estos tiempos. Estamos, por tanto, ante un hecho real con una fuerte imbricación en estos momentos de fake news, desafección y desarraigo.
Interpretas al padre Tojeira, uno de los supervivientes de la masacre, ¿cómo se afronta un papel basado en una persona real?
Tojeira es una persona real, pero una vez que está escrito en un papel se convierte en un personaje y ha de ser cazado por el actor y el director. Considero que ceñirse a los rasgos del personaje real es una pérdida de tiempo, aunque te permita demostrar el virtuosismo de copiar gestos y tonos, y pueda darte algún premio. Pienso que eso nos aleja de la verdadera creación. El actor ha de ajustar a sí mismo un personaje de ficción y, a partir de ahí, contar a través de él. Cuando hablé con Tojeira sentí que su anhelo era el triunfo de la verdad… No hay reto mayor.
En una época en la que todo parece efímero y los hechos se olvidan rápidamente, ¿hasta qué punto es importante contar historias, como la de los mártires de la UCA, que ayuden a recordar?
Conocer la historia ayuda a no repetirla. Si vivimos en democracia es obligado un compromiso con las cosas, al final somos nosotros quienes las podemos cambiar. Eso se hace poco a poco y entre todos, nadie debe eludir esa responsabilidad.
“Cuando hablé con Tojeira sentí que su anhelo era el triunfo de la verdad… No hay reto mayor”
Llegaron de noche supone tu sexta colaboración con Imanol Uribe, ¿qué tipo de relación se establece entre un actor y un director tras tantos rodajes?
Con Imanol todo es fácil. Crea sensación de confianza en los equipos y nadie se enfada nunca. El hecho de conocernos desde hace tanto es tan bueno como malo. Bueno porque hay cosas que no se necesitan decir, malo porque la confianza puede rebasar líneas que nunca han de cruzarse en un rodaje. Hay que tener mucho temple para no pasarse con el exceso de confianza.
Naciste en Sahagún (León), creciste en un entorno rural en los 60 y en los 90 te convertiste en el actor de moda. ¿Fueron tus orígenes los que te permitieron mantener los pies en el suelo?
Sí, el pueblo te recuerda que los sueños tienen una base sólida, apegada a la tierra. Aún hoy puedo cerrar los ojos, volver allí y revivirlo con vivos olores y sensaciones de eterna felicidad, como solo la infancia puede evocar.
Se suele afirmar que los intérpretes son vanidosos, pero desde fuera no pareces una persona que anhele los halagos, ¿estoy en lo cierto o yerro en mi apreciación?
Los halagos son un desactivador. Hasta los genios construidos a sí mismos han sucumbido al halago. Diría más, en cuanto uno empieza a sentirse respetado en exceso… ¡alarma! Lorca decía algo así: “Los teatros están llenos de engañosas sirenas coronadas con rosas de invernadero (…) exigencia y lucha templan el alma del artista que se destroza con el fácil halago”.
Tras una trayectoria como la tuya, ¿consideras que el talento nace o se hace?
Se nace, y luego se va haciendo algo que es más que talento. La capacidad de mirar es algo que se trae de fábrica, qué hacer con esa percepción es también talento, pero sobre todo es la vida la que te da las herramientas. Y luego está la constancia.
“La capacidad de mirar es algo que se trae de fábrica, qué hacer con esa percepción es también talento”
¿Qué crees que vieron Julio Medem, Imanol Uribe o Gonzalo Suárez en aquel joven Carmelo Gómez?
(Risas) Que respondan ellos. Seguro que se ponen de acuerdo en algunas cosas y en otras no. Es curioso cómo lo que aquellos vieron, hoy no se ve. “Ya no hay nidos en los pájaros de antaño”, decía el mismísimo Cervantes. Es difícil comprender cómo los valores de un día al siguiente no son ya virtudes. ¿Por qué pasa esto? ¿Somos tan esclavos de las modas? Realmente esta vida es solo un tránsito y este oficio no podía serlo menos.
En tu web observamos que has impartido cursos de interpretación, ¿qué consejos le darías a alguien que esté empezando?
Que si le gusta lo haga, pero que si no está del todo seguro ni lo intente. Esta profesión tiene muchos inconvenientes para la felicidad si no estás dispuesto al desengaño, al esfuerzo no remunerado... Si no tienes verdadera vocación puedes terminar en el estercolero con enorme facilidad. Aconsejo un corto de Pasolini para finalizar: Che cosa sono le nuvole?