Macarena Gómez

El rostro de Macarena Gómez (Córdoba, 1978) se ha convertido en un habitual dentro del cine de terror español. “Me encanta cuando dicen que soy la musa del terror español —confiesa la actriz—. Antonia San Juan me dijo una vez: ‘No tienes que ver que te encasillen como algo negativo, sino como algo positivo porque demuestra que eres de las mejores haciendo eso’. Así que no le veo el problema, al contrario, me siento orgullosa”. Nos reunimos con Macarena para charlar sobre uno de sus géneros fetiche y para que nos cuente —no te pierdas el vídeo— cuáles son sus películas de terror españolas favoritas. Para ello, la citamos en un lugar envuelto en misterios relacionados con lo paranormal, el Palacio de Linares, y por si alguien se lo está preguntando: no, no tuvimos noticias de la pequeña Raimunda y sus célebres psicofonías. ¡Menos mal!

A Macarena, el terror más clásico —ese que protagonizaría el fantasma de Raimunda— le aburre a estas alturas: “Creo que en ese tipo de cine de terror, el de fantasmas, espejos, niños pequeños y muñecas abandonadas, está casi todo inventado y queda poco por explorar. Prefiero el terror psicológico al de sustos y me gusta mucho la comedia de terror, donde se aúnan mis géneros favoritos. También, aquí donde me ves con carina de niña buena, me gusta mucho el slasher y el gore. Si no hubiera sido actriz me hubiera encantado ser cirujana [risas]". La actriz andaluza sabe de lo que habla porque disfruta tanto haciendo cine de terror como viéndolo y esa pasión se la ha inculcado a su hijo: “Prefiero ver las películas de miedo acompañada y muchas veces las veo con mi hijo, así acurrucadita. La gente no lo entiende, pero a él le encantan”.

“Como actriz, el terror me hace viajar emocionalmente a lugares tan insólitos y tan ajenos a mi vida diaria que me resulta atractivo y excitante”

Al contrario que la de su hijo, la pasión de Macarena por el cine de terror no viene desde pequeña. Y la culpa no la tuvieron ni Freddy Krueger, ni Michael Myers, ni Jason Voorhees… ¡La tuvo E.T.! “Con cuatro o cinco años vi E.T. El extraterrestre y, aunque no es una película del género, a mí me aterró. Tras verla tenía miedo de abrir los armarios y encontrarme a E.T. entre la ropa, que estuviera bajo mi cama o detrás de la puerta del baño… Empecé a temer a la oscuridad y no podía dormir sola. En resumen, me negué a ver cine de terror hasta que, con unos 20 años, fui a ver con mi madre Los sin nombre, de Jaume Balagueró, y me fascinó toda su carga psicológica y emocional. Recuerdo que miré a mi madre y le dije: ‘Cómo me he podido estar perdiendo esto’. A partir de ese momento comencé a consumir cine de terror por mi cuenta y el destino quiso que la primera película que rodé en mi vida, Dagon: la secta del mar, estuviera basada en un relato de Lovecraft”.

Tras aquel debut, Macarena comenzó a encadenar proyectos de terror y confiesa que, paradójicamente, se lo pasa mejor asustando al espectador que divirtiéndolo. Lo que no implica, recuerda, que sea más fácil asustar que divertir: “Muchas veces tienes que tirar de imaginación y reaccionar ante estímulos que no existen, y eso es una dificultad añadida. Por ejemplo, cuando ruedas con croma y tienes que imaginar que detrás de ti hay un monstruo”. Otro aspecto que le gusta a la intérprete cuando aborda este tipo de papeles es que le sirven para alejarse de lo cotidiano: “Como actriz, el terror me hace viajar emocionalmente a lugares tan insólitos y tan ajenos a mi vida diaria que me resulta atractivo y excitante”. Cuando le preguntamos si hay que tener algún talento especial para triunfar en el género, Macarena confiesa: “Ser mala [risas]. Es broma”. Con una sonrisa en la cara y sin rastro de Raimunda nos despedimos de la musa del terror español.