María Vázquez
Obrera de la interpretación
La cámara de Álvaro Gago, director de ‘Matria’, persigue a Ramona en un relato frenético que le ha valido a María Vázquez su segunda nominación a los Goya. La actriz gallega admite estar viviendo un gran momento profesional, pero permanece con los pies en la tierra porque, al igual que su personaje, una mujer trabajadora, es consciente de la precariedad en su sector.
“Siempre digo que, a veces, no llega quien mejor lo hace, sino quien mejor resiste”. Así responde María Vázquez (Vigo, 1979) cuando se le pregunta si la de actriz es una carrera de fondo. Tras 25 años en la interpretación, la nominada al Goya a mejor actriz por su trabajo en Matria, lleva desde la presentación de la película en la Berlinale de 2023 recibiendo parabienes por su papel de Ramona, incluyendo la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga. María, que se autodefine como "una obrera de la interpretación", tiene claro que la clave del talento está en el trabajo: “El verdadero talento está en descubrir cuál es el tuyo y desarrollarlo. El error es creer que, por tenerlo, ya no tienes que esforzarte”. Precisamente, de trabajo y esfuerzo sabe mucho su Ramona, una mujer víctima de la precariedad a la que María ha dotado de una fuerza, un carácter y una verdad arrolladoras.
A escasos días de los Goya, ¿dirías que Ramona es el personaje más importante de tu carrera?
Hasta el momento, sí. Ramona me ha dado un montón de alegrías profesionales, pero también personales. Una amiga me dice que ya no le puedo pedir más a este personaje, así que, llegue el Goya o no, estaré feliz. El rodaje de Matria fue maravilloso, me permitió conocer otras realidades y a un grupo de mujeres increíbles. Me puso los pies en la tierra. Estoy muy agradecida a Álvaro y a Francisca [Iglesias Bouzón], que es la persona que inspiró el personaje.
El nivel en la categoría a mejor actriz es altísimo. ¿Cuánto talento hay en los trabajos de tus rivales?
He visto sus interpretaciones y te puedo decir que muchísimo. Además, otras actrices con grandísimos trabajos se han quedado fuera de las nominaciones. A mí me gusta decir que somos aliadas, no rivales, porque el éxito de una es el éxito de todas. Mis compañeras son referentes, son apoyo y sostén, así que gane quien gane será una alegría.
“El rodaje de ‘Matria’ fue maravilloso, me permitió conocer otras realidades y a un grupo de mujeres increíbles”
Para preparar el papel de Ramona trabajaste en una conservera y te enrolaste en un barco mejillonero. ¿El personaje lo requería?
100%. En la película interactúo con personas reales —muchos no eran intérpretes profesionales— y sentí que, para resultar creíble, todo lo que hiciera debía ser lo más realista posible. Fue un trabajo de inmersión total. Hay numerosas maneras de llegar a los personajes, pero a mí me gusta trabajarlos mucho. Tuve suerte porque Álvaro me dio el tiempo y la confianza, algo que no siempre ocurre. La nuestra es una labor de construcción, de creación, y debe hacerse poco a poco. Matria me gusta mucho porque me considero una obrera de la interpretación y me interpela directamente.
Como comentabas antes, tu personaje está basado en una mujer real. Además de Francisca, ¿qué otras mujeres te inspiraron?
Más allá de Francis, me inspiraron las mujeres de la conservera. También aquellas con las que me fui cruzando en Illa de Arousa y en Vilagarcia de Arousa durante los tres meses que pasé allí preparando el personaje. Hablé mucho con ellas porque soy de otra zona de Galicia y necesitaba pillar su acento. Una persona que me ha marcado en este y otros trabajos es mi abuela materna, Plácida. Era una mujer fuerte, que amaba su tierra y su cultura.
La precariedad marca el día a día de Ramona, algo que también os afecta a los profesionales del cine. ¿Cuánta precariedad se esconde bajo las alfombras rojas?
Si solo alrededor del 7% de la profesión vive de esto, imagínate cuánta precariedad hay. Al final, las alfombras rojas las pisamos los privilegiados. Está claro que forman parte de la industria y en sí no están mal, pero al mismo tiempo me generan controversia porque creo que deberíamos dignificar más nuestra profesión, hay gente que lo pasa muy mal incluso teniendo trabajo. A veces solo mostramos el lado bonito y también tenemos que reivindicar, por ejemplo, un nuevo Estatuto del Artista.
Ramona habla en galego. En los últimos años, el cine español está visibilizando más lenguas y acentos. ¿Hasta qué punto es importante mostrar esa diversidad?
Es importante porque nos enriquece. La diversidad que tenemos en este país es una suerte y hay que mostrarla porque sirve para abrir mentes. Durante muchos años las películas han mostrado una realidad que tenía más que ver con el centro del país que con el resto. Poco a poco, el cine y la televisión van visibilizando más esa diversidad, pero aún queda mucho por avanzar.
“Me considero una privilegiada porque tengo muchas amigas actrices de mi edad que lo están pasando mal. No puedo pensar que el mundo gira en torno a mí”
Cuando Matria finaliza nos quedamos con ganas de saber cómo le irá a Ramona. ¿Cómo te gustaría que fuera su futuro?
Pese a que el final es esperanzador, creo que Ramona lo va a tener difícil. Como sociedad, aún faltan redes de apoyo para este tipo de mujeres. Tenemos que visibilizarlas y darnos cuenta de lo que necesitan. Me gustaría que le fuera bien, ojalá aprendiera a estar sola y empezara a valorarse más a sí misma.
Tu hermana, Tatiana Rodríguez, guionista; tú, actriz. ¿De dónde os viene esa vena artística?
¡Y mi hermana mayor es restauradora! Cuando le conté a mi padre que quería ser actriz, dijo: “¡Ni una normal!”. Siempre se lo recuerdo [risas]. No sabría decirte, pero es verdad que mis padres, aunque tuvieran otro tipo de trabajos, son muy artistas. Hemos sido una familia bastante locuela. En casa nos gustaba disfrazarnos y montábamos actuaciones. Además, mi padre pintaba y mi abuela recitaba poemas.
Con solo 18 años llegaste a Madrid para estudiar danza, pero descubriste que tu verdadera vocación era la interpretación. ¿Cómo recuerdas ese proceso?
Si miro atrás, siempre me gustó interpretar. Donde vivía no había clases de teatro, así que me apunté a ballet, pero en los exámenes sacaba suficiente en técnica y sobresaliente en expresión. Cuando llegué a Madrid descubrí que me gustaba más interpretar, sentí que podía expresarme más. Progresivamente, dejé de bailar y empecé a actuar, me metí en el Estudio Corazza y ya no hubo marcha atrás, la interpretación se convirtió en mi vocación y en mi profesión.
“Una se va dando cuenta de que lo que quiere es trabajar con buenas personas. Además, suelen ser los mejores profesionales”
Cuando una actriz rebasa cierta edad suele resultarle más difícil conseguir papeles. Tú, en cambio, no paras de trabajar. ¿Crees que la situación está cambiando?
Creo que las cosas van cambiando poco a poco. Me considero una privilegiada porque tengo muchas amigas actrices de mi edad que lo están pasando mal. No puedo pensar que el mundo gira en torno a mí. Estoy muy agradecida, pero tengo los pies en la tierra y tengo miedo porque pienso que esto puede ser un oasis en mitad del desierto. Mientras tanto, quiero disfrutarlo y currármelo todo lo que pueda.
Si 2023 ha sido bueno, 2024 promete. ¿Qué proyectos tienes por delante?
El 8 de marzo estrenaremos la segunda película de Celia Rico (Los pequeños amores), que protagonizo junto a Adriana Ozores. Celia es increíble como directora y como persona. Según pasa el tiempo, una se va dando cuenta de que lo que quiere es trabajar con buenas personas. Además, suelen ser los mejores profesionales. También tengo la nueva película de Pau Freixas, Alumbramiento, que va sobre los bebés robados, y la segunda parte de Cuñados [+Cuñados]. Hace poco terminé de rodar Nosotros, con Helena Taberna, y ahora voy a rodar una serie para Netflix que se llama Jardinero. ¡Estoy muy contenta!