Natalia Millán

La primera vez

18 Diciembre 2024 Por Roberto C. Rascón
Natalia Millán, actriz
Natalia Millán aparca momentáneamente el musical para pasarse a la comedia con ‘Conspiranoia’. © Cedida por El papel es tuyo

Cantando, bailando, actuando… Natalia Millán lleva toda la vida sobre los escenarios dando muestras de una versatilidad, fruto de una concepción artesanal del talento, que se ha convertido en su mejor aliada. Ahora se ha propuesto hacernos reír sin parar con ‘Conspiranoia’ y, pese a su dilatada experiencia, confiesa que los nervios y el miedo siguen ahí, intactos antes de alzarse el telón. Como si fuera la primera vez.

Natalia Millán (Madrid, 1969) se subió a un escenario por primera vez en 1982, con solo 13 años. “La taquicardia era brutal y creía que el corazón me iba a estallar”, confiesa hoy al rememorar ese estreno, ni más ni menos que My Fair Lady. Aquella niña no podía ni imaginar lo que los musicales iban a ser para ella, ni lo que ella iba a suponer para los musicales. Durante varias décadas, Natalia nos ha hecho reír y llorar, pero sobre todo nos ha hecho bailar, aunque sea sin movernos de la butaca, protagonizando los mejores musicales que han pasado por la cartelera en España. “Me fascinan muchos, pero tengo la suerte y el honor de haber participado en tres maravillosos: Cabaret, Chicago y Billy Elliot”, asegura cuando le preguntamos por sus favoritos. No es un musical lo que defiende actualmente, sino una comedia: Conspiranoia —hasta el 12 de enero en el Teatro Alcázar de Madrid—. “Se suele decir que hacer reír es lo más difícil, pero a mí todo me parece igual de complicado”, confiesa entre risas. Natalia nos atiende el día de su cumpleaños, pero el regalo nos lo hace ella dedicándonos unos minutos de su tiempo.

Desde tu debut en 1982, con My Fair Lady, has transitado por todo tipo de géneros sobre las tablas de un teatro. ¿Dirías que la versatilidad ha sido tu gran aliada?
Sí, ha sido una aliada estupenda. Cuando empecé solo unos cuantos estábamos formados en varias disciplinas y eso me dio singularidad. Ahora es diferente, las nuevas generaciones de intérpretes reciben una formación más multidisciplinar; de hecho, de ahí viene también el auge de los musicales en España.

Tras tantos años sobre los escenarios, ¿ha cambiado tu forma de vivir los instantes previos a salir a escena?
Cuando se alzó el telón en mi primer estreno pensé que iba a morirme de un infarto. Aún hoy tengo pánico escénico y procuro adquirir un estado de serenidad y autocontrol antes de salir. Siempre hago ejercicios de relajación y respiración. Últimamente también medito y me está funcionando muy bien. Los nervios no se pueden eliminar, pero hay que intentar que no sean tus enemigos, transformarlos en un caudal de energía extra para desempeñar tu papel. Los intérpretes nos dejamos la piel sobre el escenario y esa responsabilidad, la de que todo salga bien, puede jugar malas pasadas. Cuando vives un episodio de miedo en escena pasas a tenerle miedo al miedo, que es todavía más aterrador. Hay que vivir el miedo de forma que no te bloquee.

“El chute de endorfinas que se produce cuando pasamos una hora y media en la butaca riéndonos sin parar es muy beneficioso”

Ahora presentas una comedia, Conspiranoia. ¿Qué importancia tiene la risa en una sociedad tan aparentemente crispada como la actual?
El sentido del humor es fundamental, es el que nos salva en muchas ocasiones. La vida es maravillosa, pero tiene sus claroscuros y mirar las cosas desde una perspectiva divertida ayuda a sobrellevar numerosas situaciones. La comedia siempre es bienvenida en teatro, pero desde la pandemia se demanda aún más. El chute de endorfinas que se produce cuando pasamos una hora y media en la butaca riéndonos sin parar es muy beneficioso y llevarse ese buen rollo fuera del teatro sienta bien.

¿De qué trata Conspiranoia, en la que interpretas a una terraplanista?
El tema del terraplanismo es solo el punto de partida, en realidad la obra habla de la tolerancia y el respeto a los demás. Cada vez nos llegan con más dificultad pensamientos distintos a los nuestros y, por eso, cuando escuchamos una opinión diferente nos ponemos a la defensiva o incluso agresivos. Jamás hay que perderle el respeto a nadie por pensar diferente. Siempre animo a la gente a escuchar porque la mente se amplía conociendo otros puntos de vista, aunque se encuentren en las antípodas de los tuyos. Por cierto, el terraplanismo se cura haciendo un viaje un poquito largo en avión [risas].

La amistad es otro de los temas centrales de la obra, en la cual compartes cartel con amigos. ¿Cómo es trabajar junto a personas a las que quieres?
Maravilloso. Luis Merlo y Clara Sanchís son amigos míos desde hace muchos años, a Juanan le conozco desde hace menos pero se ha integrado increíble. Todos estamos deseando que llegue la hora de ir al teatro. A veces, incluso le robamos minutos a la función; la regidora nos pilla hablando antes de salir a escena y le pedimos un ratito más. Es una sensación muy bonita porque nos admiramos mutuamente y compartimos amor por lo que hacemos, además de unos recuerdos y una vocación. Cuando tienes la suerte de ir a trabajar con alegría es como si te tocara la lotería.

El musical vive un gran momento en España y tú, como reina indiscutible del género, has sido una de las artífices. ¿Cómo lo has vivido?
Muchísimas gracias por lo de “reina”. ¡Qué bonito! Lo vivo con mucha felicidad. Comencé haciendo musicales siendo menor de edad y encadené varios, pero luego dejaron de hacerse en España. No tuvo sentido que desaparecieran de la cartelera durante tantos años porque nuestro país tiene un temperamento muy musical. De repente resurgió y siento que he puesto mi granito de arena, lo que me enorgullece.

“Mi consejo es que para que el talento aflore hay que ponerlo a trabajar a diario. El talento es casi artesanía, no es nada mágico”

Se representan muchos musicales que vienen de fuera de España, ¿echas de menos espectáculos más anclados en nuestra cultura?
Sí. Tenemos todos los ingredientes para bucear en nuestro propio acervo cultural. Además, contamos con grandes creadores, compositores, directores, productores… Hay mucho talento y podrían surgir grandes obras. En Estados Unidos hay musicales inspirados en personajes históricos, como Hamilton; imagina si nosotros hiciéramos algo parecido. Y si nos fijamos en personajes femeninos mejor. Se traen musicales que ya han sido un éxito en sus países de origen y lo entiendo porque son inversiones muy importantes, pero animo a los productores a que sean valientes.

¿Qué es el talento para ti y qué consejo le darías a una joven actriz para desarrollarlo?
No sabría definirte el talento, pero sí sé que todos tenemos uno; solo hay que mirar dentro de nosotros para descubrirlo. Mi consejo es que para que el talento aflore hay que ponerlo a trabajar a diario. El talento es casi artesanía, no es nada mágico. Yo siempre he sido muy trabajadora, así que hablo desde la experiencia.