Ignacio Blanco

La escala de grises

10 Octubre 2025 Por Roberto C. Rascón
Ignacio Blanco
Ignacio Blanco durante una de sus intervenciones en la final de la Liga Española de Debate Universitario 2025. © LEDU

La Liga Española de Debate Universitario (LEDU) celebró su 25ª edición y el mejor orador fue Ignacio Blanco, un joven periodista que reivindica los grises en un mundo polarizado que parece regirse por el blanco o negro. Ante un mundo en tensión, con discursos en muchos casos impostados, su recomendación es optar por la naturalidad, recobrar la tranquilidad y transmitir confianza. En definitiva, recuperar nuestro lado más humano.

“Tan importante es cuidar el mensaje como la forma de entregárselo a los oyentes”. Una afirmación que vale su peso en oro viniendo del, recientemente elegido, mejor orador de la Liga Española de Debate Universitario (LEDU) —patrocinada por Iberia—. Su nombre es Ignacio Blanco (Las Rozas, Madrid, 2002) y defiende el valor del debate como una herramienta contra la polarización reinante. Una polarización que, como apunta el propio Ignacio —no Nacho—, descuida los mensajes que les llegan a los jóvenes como él, enturbiando su futuro y haciendo que la incertidumbre se cierna sobre ellos. Al menos él tiene claro que lo suyo es la comunicación y, gracias a lo aprendido en el mundo del debate, sabe cómo hacerlo: “Lo primero, naturalidad. ¡Sé tú mismo! Es la mejor forma de conectar con el público. Tienes que dejar el miedo en casa, encontrar tu propio estilo y transmitir confianza en ti mismo. La seguridad es clave para que los mensajes calen”. De esa seguridad hizo gala durante la final que le enfrentó a Alberto García Chaparro, a la que llegó tras quedar subcampeón en la final por equipos con su universidad, la Carlos III de Madrid. Unos compañeros —amigos más bien— a los que agradece su ayuda: “El trabajo en equipo es muy importante porque preparan contigo el torneo, te acompañan durante el debate y, al finalizar, se sientan a tu lado para decirte lo orgullosos que están de ti. Rodearse de buenas personas es fundamental”.

¿Cómo sienta levantar el galardón a mejor orador de la LEDU 2025?
Después de diez años en el mundo del debate académico, ha sido el broche de oro. Fui a Vitoria sabiendo que, independientemente del resultado, iba a ser mi último torneo. No me podría haber imaginado mejor despedida y tengo una sensación de orgullo inmensa, tanto por mí como por mis compañeros.

¿Cuáles dirías que son tus principales talentos como orador? Es decir, ¿qué crees que vio el jurado en ti?
Bajo mi punto de vista, la naturalidad. Algo que el propio jurado me trasladó al acabar la competición. En el mundo de la oratoria son muy recurrentes perfiles más artificiales y creo que esos no convencen tanto porque no poseen nada diferencial. Cuando un orador es uno mismo gana en confianza, seguridad y tranquilidad porque está disfrutando el debate. Creo que, más allá de lo que dices y de cómo lo dices, es importante mostrar el lado más humano, que los receptores del mensaje vean a una persona, no a un busto parlante. La honestidad, el mostrarte tal y como eres, ayuda a que el orador derribe las barreras que le separan de los oyentes.

“Creo que, más allá de lo que dices y de cómo lo dices, es importante mostrar el lado más humano, que los receptores del mensaje vean a una persona, no a un busto parlante”

¿Y cuál es el secreto para ganar un debate?
Cuando estás solo frente al atril, la seguridad es fundamental. Algo que vas ganando con la experiencia. Si alguien está empezando y no termina de encontrarse cómodo en el atril, es totalmente normal. Con los años se va ganando seguridad y, cuando esa seguridad se vuelve palpable tanto para los jueces como para los espectadores, tienes el ingrediente secreto para alcanzar el éxito.

El tema de la final fue el siguiente: ¿puede un buen orador defender cualquier causa con éxito independientemente de su verdad o justicia? Y yo te traslado ahora a ti esa pregunta sin condicionarte a favor o en contra.
Casualmente, la postura que me tocó defender coincide con mi pensamiento. Así que, respondiendo a tu pregunta, sí, un orador puede defender cualquier causa con éxito independientemente de su verdad o justicia. En mi discurso expliqué que, por encima de la verdad o la justicia, está nuestra identidad y que ella nos hace vulnerables. Por eso, un buen orador puede convencernos. Te pongo un ejemplo: si la mitad de mi familia es colombiana, será más fácil convencerme sobre los beneficios de la inmigración.

Vivimos, parafraseando al sociólogo Zygmunt Bauman, en una “sociedad líquida” donde incluso la verdad pierde solidez, tornándose inestable y subjetiva. ¿Cómo es la relación de un debatiente con la verdad?
Ahora tenemos acceso a todo tipo información, por lo que es relativamente fácil dar con una afín a nuestro punto de vista. La gente entiende como verdad aquello que encaja con su pensamiento y esto ocurre cuando crece un sentimiento identitario. Cuando buscamos la verdad tenemos que despojarnos de nuestras propias cadenas para observar la realidad desde la objetividad más pura. Deberíamos dejar de lado quiénes somos a la hora de valorar el mundo que nos rodea. Y lo que nunca debemos perder es la lógica y el sentido común. Nada es una cosa o la contraria, existen muchísimos grises de por medio.

Durante una competición os puede tocar debatir sobre cualquier cuestión, pero si tuvieras que elegir, ¿qué tema crees, también como joven, que debería ocupar hoy el debate público?
¡Qué buena pregunta! Uno de los temas sobre los que más deberíamos debatir es hacia dónde vamos como sociedad. La juventud comparte una sensación de incertidumbre sobre el futuro, en gran medida por la falta de oportunidades y la sensación de abandono por parte de la clase política, pero también por una tensión y una polarización permanentes. Los jóvenes tenemos la sensación de que el futuro se nos escapa de las manos y creo que es relevante mostrarnos cuál va a ser nuestro papel en él.

“En un mundo polarizado, donde todo es o blanco o negro, donde si no estás a favor es que estás en contra, el debate es la evidencia de que existe una escala de grises”

¿La raíz de tu pasión por el debate tiene que ver con la comunicación o viceversa?
Gracias al debate descubrí que me gustaba la comunicación. Desde entonces, mi pasión por el debate y por el periodismo se retroalimentan constantemente. Y no me gustaría romper ese círculo virtuoso porque me hace muy feliz. La semilla la puso un profesor de secundaria que se llamaba Jesús Montoro. A partir de ahí fui descubriendo todo lo que el mundo del debate podía aportarme. Mi interés por el periodismo despertó durante la crisis del COVID-19.

El debate puede verse como una confrontación, pero también como una manera de conocer otros puntos de vista y acercar posturas. ¿Qué perspectiva te gusta más a ti?
En un mundo polarizado, donde todo es o blanco o negro, donde si no estás a favor es que estás en contra, el debate es la evidencia de que existe una escala de grises. Te permite ver que hay muchas razones entendibles y justificadas para defender una postura de igual manera que las hay para defender la contraria. Que la juventud de hoy se acerque al debate puede ser muy útil para evitar posicionamientos inflexibles.

¿Por qué recomendarías la experiencia del debate universitario a otros estudiantes?
Porque te cambia la vida. Si hace diez años me llegan a decir todo lo que he conseguido gracias al debate, no me lo creería. Me ha permitido conocer gente increíble, pero sobre todo me ha permitido conocerme mejor a mí mismo. También me ha abierto puertas profesionales. Mi consejo es que sean ellos mismos, que nunca pierdan la naturalidad y que disfruten siempre. Así, cuando se vean en vídeo, se reconocerán y se sentirán orgullosos de quiénes son.