Javier Perianes

El pianista honesto

21 Julio 2023 Por Roberto C. Rascón
Javier Perianes, pianista
El pianista Javier Perianes fue galardonado con el Premio Nacional de Música en 2012. © Cortesía de Ibermúsica.

Por encima del virtuosismo, Javier Perianes, uno de los pianistas españoles más prestigiosos a nivel internacional, defiende la honestidad a la hora de tocar un instrumento como la clave para llegar al público. Pocos días después de debutar como solista en el Palacio Carlos V dentro del Festival Internacional de Música y Danza de Granada, un hito para él, rememora cómo entró el piano en su vida.

Los padres de Javier Perianes (Nerva, 1978) tuvieron que sacrificar mucho, “muchísimo” —recalca el propio Javier—, para que su hijo pudiera desarrollar su vocación por la música y, más concretamente, por el piano. Desde el aeropuerto de Berlín —pillamos al músico a punto de coger un vuelo—, rememora el “número”, así lo define, que montaron sus padres para meter su primer piano en casa y darle una sorpresa. Así que sí, sacrificio, pero también mucha ilusión por ver a su hijo feliz. Ahora, varias décadas después, Javier goza de una sólida carrera internacional que le ha llevado a trabajar con maestros como Barenboim, Dutoit, Dudamel, Mehta o Mäkelä y a tocar con orquestas como la Wiener Philharmoniker, la Mahler Chamber, la BBC Symphony, la Royal Philarmonic o la Israel Philarmonic. Pese a su imponente trayectoria, Javier asegura mantener la misma ilusión y confiesa que una de sus últimas actuaciones, en el Palacio Carlos V dentro del Festival Internacional de Música y Danza de Granada —con la colaboración de Iberia—, ha sido tremendamente especial para él.

¿Cómo arranca tu relación con la música? ¿Hubo alguien que jugara un papel especial?
Según mis padres, era un niño bastante travieso. Un día la banda municipal de mi pueblo se puso a reclutar gente y mi madre pensó que quizás aquello consiguiera calmarme. Comencé tocando el clarinete, pero durante unas vacaciones que pasamos en Islantilla descubrí el piano de la mano de mi tía, que era profesora de piano. Mi tía tocó para mí y me convenció de que el piano era un instrumento único, aquello me impresionó. Con ocho años empecé y hasta hoy.

¿Recuerdas el primer piano que entró en tu casa?
Mi primer piano fue el fruto de las muchas horas extraordinarias que tuvo que hacer mi padre en las minas de Río Tinto. Era un piano vertical. Cuando llegué a casa estaba escondido bajo una manta y cuando la levantaron ahí estaba. Es un recuerdo imborrable. Para darme la sorpresa, mi familia tuvo que montar un número —cortar la calle y subirlo con una especie de grúa—. Mis padres hicieron lo posible y lo imposible.

La música no es una profesión, es una forma de entender la vida. Uno no es músico de 8h a 15h y cierra el chiringuito"

Tus orígenes son humildes, ¿tú y tu familia tuvisteis que sacrificar mucho?
Mis padres tuvieron que sacrificar muchísimo. Y no solo por mí, también por mi hermano que estudió Medicina. A mi madre, de broma, la llamábamos Carlos Solchaga [ministro de Economía entre 1985 y 1993]. En aquella época se hizo muy famosa una frase suya que decía: “Españoles, hay que apretarse el cinturón”. A nivel doméstico, mi madre hacía ingeniería financiera. Así mis padres iban salvando envites: unas partituras, un desplazamiento, un curso, etc.

Tras tantos años pulsando sus teclas, ¿el piano se ha convertido en una prolongación de ti mismo?
Yo siempre digo lo mismo: la música no es una profesión, es una forma de entender la vida. Uno no es músico de 8h a 15h y cierra el chiringuito. Como decía un gran maestro: “La música te ataca en cualquier momento”. Es algo vocacional, lo llevas dentro y no puedes desconectar.

¿La labor del pianista es tan solitaria como parece?
Cuando haces un recital en solitario, eres tú y tu instrumento. Pero se establece una relación de complicidad con el público muy especial, mágica. Es muy reconfortante. Luego está la soledad de los viajes, en los que se pasa mucho tiempo solo, pero eso también te da la oportunidad de alimentar tu mundo interior.

Has tocado para grandes maestros, Daniel Barenboim entre ellos. ¿Qué sentiste la primera vez que interpretaste ante él?
Más que responsabilidad, sentí gratitud hacia el maestro por dedicarme su tiempo. Que una persona con su agenda te dedique unas horas supone una motivación extraordinaria y llevo sus consejos guardados como un tesoro.

“Pese a tener ya una edad, 44 años, mantengo la misma curiosidad y la misma pasión, siempre estoy ansioso por aprender”

¿Dirías que las diferentes conexiones que has establecido a lo largo de tu carrera han hecho que tu talento crezca?
Estoy convencido de que todas las experiencias que he vivido me han servido, sobre todo, para ser mejor persona. Evidentemente, he aprendido muchísimo de grandes maestros en los últimos años, como Klaus Mäkelä, François-Xavier Roth o Gustavo Dudamel, entre otros. Son directores a los que admiro profundamente y todos los intercambios que he tenido con ellos han sido muy enriquecedores. Pese a tener ya una edad, 44 años, mantengo la misma curiosidad y la misma pasión, siempre estoy ansioso por aprender.

Has recorrido los cinco continentes con tu música y has actuado en auténticos templos. ¿Sientes que gozas de mayor reconocimiento en el exterior?
No, nunca me he parado a hacer esa reflexión. Yo me siento plenamente reconocido y apreciado en mi país, donde he tenido la oportunidad de tocar con la práctica totalidad de las orquestas. También tengo una relación muy cercana con los festivales, como el de Granada que me concedió su Medalla de Honor. Estoy muy agradecido a todos los que me han permitido desarrollar mi vocación.

De hecho, recientemente actuaste en el Festival de Granada. ¿Cómo fue aquella noche y cuál es tu relación con el certamen?
Mi relación con el festival viene desde hace casi 20 años y he acudido regularmente fuera quien fuera su director. Todos ellos han depositado su confianza y su cariño en mí. He tocado allí con Tabea Zimmermann, con el Cuarteto Quiroga, con la Mahler Chamber, con la BBC Symphony, con la Royal Philarmonic… Y tengo unos recuerdos únicos. Esta última colaboración ha sido muy especial porque he debutado en el Palacio de Carlos V, un lugar icónico para mí.

“El talento de un artista es una mezcla de naturalidad, flexibilidad y, por encima de todo, honestidad. También está el trabajo"

Para un pianista tan prestigioso, ¿qué significa el talento?
Para mí el talento de un artista es una mezcla de naturalidad, flexibilidad y, por encima de todo, honestidad. También está el trabajo, pero eso es algo que no puedes captar a primera vista. Puedes tener mayor o menor habilidad, estar más o menos dotado técnicamente, pero el talento también es expresión. Si te marchas de un recital sintiendo un pellizco, que la interpretación te ha llegado, y pensando qué musico tan especial, es que es talentoso.

¿Qué momento vive la música clásica en España? ¿Hay talento?
En España hay talento a raudales. Hay muchos músicos españoles que están en los primeros atriles de orquestas internacionales de primerísimo nivel. También hay pianistas, violinistas, chelistas, flautistas (etc.) haciendo carrera internacional a nivel solístico. Incluso a nivel directores de orquesta vivimos un momento espectacular. Talento no falta en España, a lo mejor tenemos que contarlo mejor porque fuera nadie nos pone ningún límite.