Palomo Spain

Raíces para volar

19 Julio 2023 Por Lala Llorens
Palomo Spain, diseñador

Una vocación innata y tan clara como sus ideas, una capacidad extraordinaria para conectar necesidades actuales con raíces culturales profundas y una curiosidad permanente que lo impulsa a desafiar lo establecido y a volar lejos sin despegar los pies del suelo. Palomo Spain nos demuestra una vez más que se puede ser Palomo y Alejandro al mismo tiempo. Todo es cuestión de talento.

Ya desde muy niño, Alejandro Gómez Palomo (Posadas, Córdoba, 1992), id est, Palomo Spain, tenía claro que lo suyo era la moda. “Desde que tengo uso de razón he mostrado un interés particular por la ropa. Ya en la escuela, cuando me preguntaban ‘¿Qué quieres ser de mayor?’, siempre contestaba: ‘Diseñador de moda’. Me considero una persona súper afortunada porque desde pequeño he tenido clara mi vocación. No ha sido un camino fácil, pero sí muy directo y claro”, nos confiesa al poco de reunirnos con él en el antiguo Teatro Albéniz de Madrid, hoy renovado y reconvertido en el UMusic Hotel Teatro Albéniz.

Fue también temprano, a los 14 años, cuando tras un viaje a Londres descubrió que la moda estaba en la calle, y que la podían llevar también los hombres. “Eso me hizo abrir los ojos y pensar que realmente había un sitio en el mundo donde yo podía sentirme cómodo y donde me podía desarrollar. A partir de entonces me enfoqué en pensar en qué tenía que hacer para llegar hasta ahí”, reconoce.

De hecho, acabó trasladándose a Londres, donde estudió diseño de moda en el London College of Fashion y en la escuela de arte y diseño Central Saint Martins. “A los cinco o seis años de vivir allí, fue cuando empecé a venir a España y a darme cuenta de lo afortunado que era por haber crecido rodeado de una cultura tan sumamente rica. Sentí una conexión tremenda con mis raíces y entendí que la única forma de hacer el proyecto que tenía entre manos era si tenía cerca a los míos y podía dedicarme en cuerpo y alma a ello”, afirma. Confiesa que jamás podría haber creado una marca como Palomo Spain estando en Londres: “No me hubiera podido permitir pagar un piso, un estudio, una costurera… Así que volví a casa de mis padres, contraté a la costurera del pueblo y me instalé en una oficina que mi padre tenía libre”.

“Me considero una persona súper afortunada porque desde pequeño he tenido clara mi vocación. No ha sido un camino fácil, pero sí muy directo y claro”

Hoy, el diseñador conserva su centro de operaciones, su casa-taller en Posadas, rodeado de naturaleza y de un grupo de costureras locales, así como de un equipo de profesionales que ha ido creciendo alrededor de la marca. “La relación con mi equipo se basa en mantener la ilusión y la felicidad por lo que estamos haciendo. Ellos confían en mí. Tengo la suerte de estar rodeado de gente de todos los sitios de España, e incluso de Europa, que han dejado todo y se han venido a vivir al pueblo para dedicarse exclusivamente a un proyecto que en principio es mío, pero que al final los incluye a ellos también”. El resultado habla por sí mismo: prendas alegres, originales y provocadoras que transmiten la misma vitalidad y buen rollo que se respira en su equipo.

Responder desde la identidad
Alejandro explica que siempre ha ido contando su historia a través de sus colecciones: “Desde la primera, que se llamaba Orlando, apoyada en una novela de Virginia Woolf, que me dio el contexto perfecto para hablar de mi idea sobre ella, de ese juego entre lo masculino y lo femenino”. Un nuevo concepto de masculinidad que hoy se va asentando, pero del que Alejandro fue pionero e impulsor. “La clave del éxito es conectar con tu momento, ser muy observador y estar pendiente de la necesidad social que haya”. Para responder a esas necesidades sociales, las colecciones de Alejandro beben de sus raíces andaluzas: del flamenco, de las ferias, del color, de los volantes, de los lunares, incluso de la iconografía religiosa. “Para mí la Semana Santa era un momento precioso del año. Cada vez que voy a ver una procesión digo: ¡un desfile mío se queda corto al lado de esto!”.

“Me encanta dejar que el trabajo nazca también de la casualidad. Creo que la curiosidad extrema es completamente necesaria. Es una forma de vivir, de respirar, de sentir”

Sin embargo, en todas sus creaciones late el mismo espíritu: el deseo de desafiar lo establecido, de jugar, de experimentar. “En mi proceso creativo primero tengo que hallar una dirección. Normalmente nace de querer romper con lo que he hecho anteriormente. Me analizo a mí, analizo el momento de la marca y luego busco esa inspiración más visual, más física. Siempre empiezo dibujando una serie de siluetas que luego están completamente sujetas a cambio. Me encanta dejar que el trabajo nazca también de la casualidad. Creo que la curiosidad extrema es completamente necesaria. Es una forma de vivir, de respirar, de sentir”, afirma.

Campo y ciudad: yin y yang
“El talento para mí es una suerte o un regalo. Una especie de lenguaje auténtico que tiene uno dentro. Es una forma de enfrentarse a la vida, dando algo al resto que les sirva, que les aporte, que les cambie en la medida de lo posible”, afirma el diseñador. “Alejandro y Palomo no dejan de ser la misma persona. Alejandro es mucho más sencillo, y Palomo no deja de ser todo lo que he sido en la vida pero con esa parte mucho más creativa y libre”, añade.

Su talento, además de trabajo, se nutre de muchas otras cosas: de la calle, especialmente de observar y escuchar a la gente, pero también del arte, de las flores, del paisaje... “La naturaleza, inevitablemente, forma parte de mi entorno. Vivo enfrente de Sierra Morena. Desde mi ventana se ve la montaña. Me inspiran mucho los cuadros de Velázquez y el fondo de esos cuadros tiene mucho que ver con el fondo que veo cuando estoy diseñando”, explica.

“El talento para mí es una suerte o un regalo. Una especie de lenguaje auténtico que uno tiene dentro. Es una forma de enfrentarse a la vida”

La combinación campo-ciudad representa para él la fórmula mágica. “Aunque sea un chico de pueblo, también necesito venir a la ciudad para luego volver lleno de nuevas ideas y frescura. Madrid para mí lo es todo. Vengo aquí a vivir, a sentir, a pasármelo bien, a enamorarme, a comer rico… En Posadas tengo a los amigos de toda la vida, pero aquí tengo a todo el mundo que trabaja en el mismo ambiente que yo y con los que conecto directamente”.

Para recargar pilas, intenta huir del bullicio y del calor: “Cuando necesito desconectar, ponerme en modo avión, intento viajar, escaparme. Irme a Galicia, a los Pirineos, a un sitio fresco donde no haya tanta contaminación”. Su próximo destino, en el que se encuentra volcado ahora mismo, el desfile de Nueva York en septiembre, no le va a permitir mucha desconexión este verano. Pero sus ojos ya están puestos más allá: “A largo plazo, en cinco o diez años, me sigo viendo en Palomo Spain con una tranquilidad mayor, pudiéndome dedicar a ser meramente creativo sin tener que estar demasiado contaminado por números, estrategias e historias. También me veo siendo director creativo de alguna casa, quizá en París o en Estados Unidos”. ¿Apuestas?