Rosa Montero
Jugando con la creatividad
La periodista y escritora Rosa Montero acaba de recibir el Premio Festival Eñe 2022 en reconocimiento a toda su trayectoria. Para ella, no obstante, la mayor recompensa es haber escrito uno (o varios) de los tres mil libros que un asiduo lector leerá a lo largo de su vida. El último, 'El peligro de estar cuerda' —en el que desenreda la madeja de la mente humana—, es una prueba más de su inagotable talento.
De pequeña, a la escritora Rosa Montero (Madrid, 1951) le daba miedo un adorno con forma de calderito de cobre que había en su casa. Cada noche, le pedía a su madre que lo escondiera porque había leído que ese metal era venenoso y temía levantarse sonámbula —un mal que nunca sufrió—, lamerlo y enfermar. Misterios de la mente humana. En su último libro, El peligro de estar cuerda, Montero busca respuestas a los entresijos del cerebro humano, donde residen la creatividad y el talento. La autora de best sellers como La buena suerte, Historia del Rey Transparente o La ridícula idea de no volver a verte acaba de recibir el Premio Festival Eñe 2022, que se suma a galardones como el Premio Nacional de Periodismo (1980) o el Premio Nacional de las Letras (2017).
En El peligro de estar cuerda afirmas que todos somos un poco raros. En tu caso, ¿cuándo te diste cuenta de que eras diferente?
Son pequeños detalles que suman y te das cuenta de que algo pasa. La normalidad no existe, pero esto no es algo que diga yo. Un estudio de 2018 del Departamento de Psicología de la Universidad de Yale aseguraba que lo que nos han contado que es “normal” no es más que una media estadística entre todos los humanos. Dependiendo de cada sensibilidad, de las manías de cada uno —como mi miedo al calderito de cobre—, te alineas más o menos con esa media y percibes la diferencia. Tener la cabeza llena de imágenes, como es mi caso, te lleva a eso.
¿Cómo funciona una cabeza llena de imágenes?
Lo normal es que la cabeza de los niños esté llenísima de imágenes y que en la adolescencia se produzca una poda neuronal para concentrarnos en lo esencial para la supervivencia. Se calcula que un 20% de la humanidad se salta esa poda: las personas con enfermedades mentales y aquellos que nos dedicamos a cosas creativas, con mayor o menor éxito. Yo sigo teniendo la cabeza llena de imágenes, con un cableado distinto al de la mayoría. Tiene un precio alto, pero pago lo que haga falta para mantener mi cabeza así. Ser novelista es seguir siendo un niño y jugar con un juguete muy grande: la creatividad.
“Ser novelista es seguir siendo un niño y jugar con un juguete muy grande: la creatividad”
Sufrías crisis de pánico desde los 17 años, pero cuando publicaste tu primera novela se acabaron. ¿Qué pasó?
Como periodista escribía desde los 19 años, pero a partir de los 30, coincidiendo con mi primera novela, perdí el miedo al miedo. Hay que aprender a vivir con tu maleta de oscuridad y la ficción te ayuda a eso. El periodismo es una voz externa, la de la sociedad, mientras que la ficción nace de tu agujero negro, es una especie de delirio controlado. Que otra persona te lea y te diga que también siente así las emociones te permite un contacto más sano con la realidad.
Tras encontrar respuestas a tus preguntas en El peligro de estar cuerda, ¿qué te gustaría escribir?
Tengo tres libros en la cabeza… Pero, como no he parado de viajar y de trabajar, no he avanzado nada. Uno de ellos es la cuarta entrega de la serie de Bruna Husky, que acabó en un punto (Los tiempos del odio) que me produce mucha curiosidad y me gustaría saber qué pasa después, pero tengo que escribirlo para saberlo. Otro será una novela contemporánea, como La buena suerte, de la que ya tengo varias notas, y el tercero será otro "artefacto", mezcla ficción y realidad, sobre un tema bonito.
¿Crees que el talento nace o se hace?
Un cúmulo de circunstancias precede a la obra creativa. Decían los Hermanos Goncourt que “la literatura es una facilidad innata y una dificultad adquirida”. Todos los que nos dedicamos a escribir tenemos esa facilidad innata porque empezamos a jugar con las palabras desde niños, pero a escribir se aprende. He visto a lo largo de mi vida a mucha gente con mucho talento que no ha llegado a nada. La carrera de novelista requiere bastante esfuerzo, es de larga distancia. Necesitas la tenacidad de una estalactita.
¿Cómo surgen las historias de tus novelas?
Hay dos tipos de novelistas: los de brújula y los de mapa. Los de brújula empiezan a escribir sin saber adónde les llevará. Los de mapa, antes de escribir, deben tenerlo todo claro. Yo soy una mezcla de ambos. Tú no escoges las historias, sino ellas a ti; cuando empiezan a emocionarte tanto que no te caben en la cabeza y tienes que sacarlas, contarlas. Así nace una novela. Es lo que llamo el “huevecillo”. Yo tomo notas a mano, con estilográfica en cuadernos sin rayas, y me puedo pasar dos años así. Al final de ese periodo, para mí es muy importante la estructura, así que empiezo a hacer mapas de la novela en cartulinas y a plantear combinaciones de capítulos. Cuando tengo todo estructurado me siento en el ordenador.
“La carrera de novelista requiere mucho esfuerzo, es de larga distancia. Necesitas la tenacidad de una estalactita”
¿Y cómo nacen tus personajes? Por ejemplo, Pablo, que se baja de un tren en mitad de la nada en La buena suerte.
Surgen solos, como las historias. Al principio no los conoces, pero ellos te van contando quiénes son y la novela, de alguna manera, va construyéndose. El personaje de Pablo surgió durante un viaje. Iba en un AVE, escribiendo con mi ordenador, de camino a Málaga y el tren se paró entre Puertollano y Córdoba. Vi, como cuenta la novela La buena suerte, un balconcito de una casa que se vendía y lo primero que pensé fue: “¿Quién querría comprarse una casa aquí?”. Inmediatamente, surgió otra pregunta: “¿Y si…?”.
¿Ese “¿y si...?” es la llave que abre la puerta de las novelas?
Claro, abre un mundo de posibilidades. ¿Y si un viajero en un tren levantara la cabeza, viera ese piso, se lo comprara, se encerrara en él y nunca llegara a su destino? No sabía nada de la historia cuando me surgió esa pregunta, pero sabía que sería el comienzo de una novela.
¿Qué piensas cuando vas en un tren y ves a alguien leyendo uno de tus libros?
Me siento agradecida a un nivel que no puedes imaginar. Hay un libro de Clara Obligado, no recuerdo ahora el título, sobre ensayos literarios y en él hace un cálculo muy sencillo: si una persona leyera un libro a la semana desde los ocho hasta los 80 años, solo leería tres mil libros en su vida. De manera que, si un buen lector solo lee tres mil libros en su vida, es increíble que escoja uno mío. ¡Es como que te toque la lotería! Así que cuando veo a alguno de esos lectores en el tren me siento muy agradecida y, aunque evito decirles nada, ¡me levantaría y les daría de besos!