Gabi Martínez
Palabras para salvar el mundo
¿Puede un relato cambiar el rumbo de nuestra vida? ¿Es posible encontrar en destinos lejanos un yo que desconocíamos? ¿Seremos capaces de aprender algo de nosotros mismos siguiendo las huellas de un animal? Para el escritor Gabi Martínez la clave está en la ‘liternatura’, una literatura que busca recuperar ese diálogo perdido entre los humanos y el resto de seres vivos. Curiosamente, cuanto más ampliamos la mirada, más conexiones y significados se nos revelan.
Para los amantes de la literatura de viajes, encontrarse con Gabi Martínez (Barcelona, 1971) es hacerlo con un mito. Seleccionado entre los cinco autores más representativos de la nueva narrativa española por la editorial Palgrave/MacMillan en 2005, sus obras, traducidas a 10 idiomas, nos han hecho recorrer medio mundo mientras descubríamos junto a él la costa de China (Los mares de Wang, Alfaguara), investigábamos la muerte del zoólogo Jordi Magraner en el Hindú Kush paquistaní (Sólo para gigantes, Alfaguara), nos asomábamos a la Gran Barrera de Coral australiana (En la Barrera, Altaïr), pastoreábamos ovejas en la Siberia extremeña (Un cambio de verdad, Seix Barral) o buscábamos animales escondidos u olvidados —y de paso a nosotros mismos— por toda la Tierra (Animales invisibles, NÓRDICA; Lagarta. Cómo ser un animal salvaje en España, GeoPlaneta).
Y es que en sus libros, ya sean de viajes o de lo que él denomina liternatura (combinación de literatura y naturaleza), Gabi despliega una prosa elegante, limpia, aparentemente natural, pero capaz de golpear sin previo aviso, de dejarte temblando de pronto con la belleza de un poema o la fuerza de una revelación: “No he abordado la poesía como género, pero sí he creído vivir siempre rodeado de ella. Creo que si dejas fluir a la realidad, si tu ojo está buscando las esencias, la sustancia de lo que pasa a tu alrededor, estás dentro de la poesía y cuando escribes eso fluye solo”, confiesa.
“El libro de viajes es irte a hablar con personas que viven con otros matices la realidad, pero que te ayudan a hacerte una idea de todas las personas que hay en ti”
La mirada ecosistémica
Nos encontramos con él en la madrileña librería Desnivel, destino legendario para los amantes de la montaña y los viajes. El escritor ha llegado esta mañana a la capital para inaugurar la Feria del Libro. Entra silencioso, cual animal invisible, y enseguida vislumbramos en él otros rasgos faunísticos: antenas desplegadas, movimientos delicados, olfateo constante... —lleva con él una libretita donde continuamente va tomando notas—.
Es esa curiosidad, esas ganas de acercarse a los demás y a uno mismo, lo que impregna toda su obra: “El libro de viajes no es más que la expansión de esa curiosidad. Es irte a hablar con personas que viven con otros matices la realidad que tú vives, pero que te ayudan todavía más a hacerte una idea de todas las personas que hay en ti”, desvela. “Es el desarrollo de una mirada ecosistémica, el tratar de aprender de cualquier cosa que ocurre, desarrollar tus sentidos, la intuición, saber prestar una atención singular a los detalles y, sobre todo, el cultivo de la paciencia y los sustantivos. Es fundamental cuando ves un árbol llamarle baobab, o sauce… ponerle el nombre exacto a las cosas. Ese contacto sensual con ellas permite que la materia penetre en ti de una manera sustancial y que se exprese de una manera más limpia. Para escribir debes tener integrado aquello que quieres transmitir”, añade.
A pesar de sus logros y reconocimientos, Gabi necesitó publicar cinco libros para sentirse realmente escritor: “A partir del quinto libro veo que ya tengo una fuerza narrativa suficiente para presentarme como escritor. Es en un aeropuerto, cuando me piden que indique mi oficio, cuando pongo escritor por primera vez”.
“Creo que es necesario comunicar la naturaleza de otra manera, llegar a ella por la emoción, no por el dato y el alarmismo”
Cultura y naturaleza, naturaleza y cultura
Sus pasos, poco a poco, le han ido conduciendo a una literatura más activista, donde la naturaleza ha ido conquistando cada vez más espacio. “Existe un hilo entre cultura y naturaleza que puede llegar a cambiar las cosas”, afirma. En esta segunda etapa, sus viajes y desplazamientos se hacen más cortos, pero más intensos. Durante meses se establece en la Siberia extremeña, la tierra que vio crecer a su madre, donde vive en plena dehesa “rodeado de avutardas y langostas”, sin luz ni agua corriente, dedicado al cuidado de un rebaño de ovejas. El resultado fue Un cambio de verdad, un libro delicado y reflexivo que supuso para el escritor un antes y un después en muchos sentidos. “Pensé: voy a hablar cada vez más de mi casa. Voy a enfrentar por primera vez palabras que para mí son importantes: España, naturaleza, madre”.
Tras conocer allí a Miguel, un pastor que cría oveja merina negra (hoy amigo personal y socio), el autor empieza a activar lo que él llama el código negro: oveja negra, España negra, cigüeña negra… Una potente simbología que le sirve para poner el foco en animales y seres que viven de alguna manera al margen del sistema. “Es importante defender y visibilizar también a los animales alternativos: esa biodiversidad y esos animales invisibles que nos hacen existir como seres humanos y como sociedad, de los que tan poco se habla y se menosprecian y que, sin embargo, tan valiosos son”.
Desde entonces, el compromiso medioambiental del escritor no ha hecho más que crecer. Hoy es miembro fundador de la Asociación Caravana Negra (cuyo objetivo es impulsar la creación artística inspirada en la naturaleza, además de invitar al apadrinamiento de animales autóctonos), miembro de la Fundación Ecología Urbana y Territorial, codirector del proyecto Animales Invisibles y director del Festival Liternatura, una iniciativa que planea en breve expandir a Latinoamérica: “Creo que hay un deseo de relato sobre naturaleza que no se está dando, que no se ofrece desde Félix Rodríguez de la Fuente. Y que es necesario comunicar la naturaleza de otra manera, llegar a ella por la emoción, no por el dato y el alarmismo”. Su última obra, Lagarta. Cómo ser un animal salvaje en España, recupera precisamente el concepto de la gran conversación que planteó Thomas Berry, la necesidad de establecer un gran diálogo entre los humanos y el resto de seres vivos: “Porque todo está conectado, esa es la verdad”.
“La literatura me ha transmitido el poder del pensamiento. Cómo algo que no existe puede condicionarte y llevarte a la acción física más radical”
Vuelta al origen
Si Un cambio de verdad le permitió al escritor conectar con la tierra de la familia materna, su último destino, el Delta del Ebro, le ha devuelto a la cultura del mar, a su padre. Dos figuras que el escritor tiene muy presentes durante toda nuestra charla: “Creo que de alguna manera, inconscientemente, mis padres siempre han querido que el juego y la cultura estuvieran con nosotros [ha crecido entre pinturas, juguetes y películas de videoclub], que nos abrazaran. Y eso, de alguna forma, me ha marcado”.
Gabi ha pasado este último año viviendo prácticamente aislado en el Delta del Ebro, en la isla de Buda, “en la primera casita que hay antes del mar, la primera que desaparecerá cuando llegue una gran ola. Se trata de un lugar de frontera interesantísimo, donde se juntan la sardana y la jota, los toros y las ovejas, el catalán y el castellano”, relata. Confiesa que ha sido un año duro, “con mucho tiempo para observar y pensar; entre otras muchas cosas, en la muerte, la religión…”. Por un momento Gabi se rompe, se contagia de la fragilidad de este ecosistema natural del que ya forma parte y que se ha propuesto defender.
Una reflexión que como siempre se transforma en acción: de momento, en la Caravana Delta, una extensión de la Caravana Negra donde siete artistas nacionales e internacionales han acompañado a los rebaños de toros y vacas en los primeros tramos de la trashumancia por las Terres de l'Ebre. Tradición, ganadería y cultura, de nuevo de la mano. “El mundo también se defiende narrando, pintando, filmando, cantando, esculpiendo. La comunicación y la belleza creadas por los humanos son eficaces formas de resistencia y, por lo tanto, de protección colectiva”, asegura. Y así es, precisamente, como él entiende el valor de los libros. “La literatura me ha transmitido el poder del pensamiento. Cómo algo que no existe, o que es absolutamente etéreo, puede condicionarte decisivamente y llevarte a la acción física más radical. Y eso para mí ha sido la literatura”, subraya.
El Gabi Martínez de hoy parece más tranquilo que el que se intuía en sus primeras obras, como si de alguna manera se hubiera reconciliado consigo mismo y hubiera encontrado ese necesario equilibrio entre su impulso artístico y su faceta empresarial, entre esa autoexigencia que le lleva a vivir siempre al margen, al límite, y su vida personal: “La verdad es que estoy muy feliz. Tal y como va la cosa, en mi epitafio pondría: No cambiaría nada”.
Será que ha pasado la barrera psicológica de los 50, o será que ha encontrado, por fin, un destino inagotable donde inspirarse: la naturaleza. “Pon una cigüeña negra en tu vida y verás”, afirma Gabi en su Lagarta. Pon un libro de Gabi Martínez en la tuya —decimos nosotros—, y verás tú.