Brenda Navarro

La mexicana más madrileña

30 Mayo 2025 Por Roberto C. Rascón
Brenda Navarro, escritora
La mexicana Brenda Navarro forma parte de una elogiada generación de escritoras latinoamericanas. © Noelia Olbés

Con ‘Ceniza en la boca’, novela que saltará a la gran pantalla bajo la dirección de su compatriota Diego Luna, la mexicana Brenda Navarro conquistó a los lectores. Como atestigua el Premio al Libro del Año para las Librerías de Madrid (2022). Con lectores y libreros, pese a encontrarse en la recta final del proceso de escritura de su nuevo libro, piensa reunirse esta madrileña de adopción en la Feria del Libro: “Es uno de los eventos que más disfruto en Madrid”.

Brenda Navarro (Ciudad de México, 1982) es mexicana por los cuatros costados, pero se reivindica también como española, incluso como madrileña. “¿Por qué no voy a serlo? Si a mí también me gustan C. Tangana y la tortilla de patata”, esgrime ante aquellos que le niegan esa condición. De desarraigo sabe bastante la propia escritora, que tuvo que empezar de cero en España, al igual que la protagonista de su segunda novela: Ceniza en la boca (Sexto Piso). Un libro que, junto a Casas vacías (Sexto Piso), forma parte de una trilogía que, adelanta, está a punto de culminar: “Estoy en la fase final de la escritura. Cerrará una trilogía que habla de las distintas formas de violencia y opresión que sufren las mujeres. Es un tema que siempre me va a interesar, pero con este libro lo voy a agotar y tengo ganas de escribir, qué sé yo, de fútbol [risas]”. Como escritora y como lectora —su opción preferida— visitará el Pabellón Iberoamericano de la Feria del Libro (30 mayo - 15 junio), una iniciativa impulsada por Iberia que busca fortalecer la vocación iberoamericana de la feria y visibilizar la riqueza cultural que nos une. Además, bajo el título La cabina del libro, el espacio acogerá una serie de entrevistas a personalidades del mundo de la literatura.

Estudiaste Sociología. ¿Cuánto hay de la Brenda socióloga en la Brenda escritora?
La primera regla en sociología es que tienes que observar el mundo para tratar de entenderlo. A mí siempre me interesó la sociología porque para contar cosas hay que comprender la condición humana. También estudié Economía Feminista, la cual me ayudó a entender algo fundamental para que me volviese escritora: que la realidad explicada desde la sociología no basta. La literatura y la ficción son el espacio donde puedo aterrizar lo que encuentro en los teóricos sociales y económicos.

Pese a conocer bien la industria editorial [trabajó en ella antes de ser escritora], publicaste tu primera novela, Casas vacías, en formato PDF a través de la plataforma Kaja Negra. ¿Tan difícil es hacerse un hueco en el mundo literario?
Yo me acerqué a dos editores, uno en Argentina y otro en España —en Cataluña— porque no quería publicar en México. Quería que mi trabajo fuera leído por sí mismo y no por las relaciones que tuviera con el mundo editorial. Esas personas me dijeron: “Hay algo en tu novela". Eso era lo que necesitaba escuchar. Como entiendo los mecanismos del mundo editorial y sé lo difícil que es publicar, pensé que necesitaba lectores. Tenía una pequeña comunidad en Twitter y lo publiqué porque quería saber si gustaba o no. Por fortuna, gustó.

“En Madrid hay un montón de gente latinoamericana nutriendo la ciudad y convirtiéndola en algo mucho más rico”

Una reseña de Fernanda Melchor ayudó a que tu carrera literaria despegara. ¿Hay una red de afectos entre las escritoras latinoamericanas?
Sí. Yo a Fernanda le estaré siempre agradecida porque eso cambió el rumbo de la novela. Además, nunca me lo contó, simplemente un día me desperté y vi que había hecho la recomendación. Hubo un momento —entre 2010 y 2020— en el que las escritoras logramos hacer de las redes sociales un lugar en el que compartir. En la industria editorial también existen barreras geopolíticas y es complicadísimo que un libro latinoamericano se distribuya en España y viceversa. Lo que hicimos las escritoras fue llevarnos los libros que pensábamos que valían la pena a las ferias o los festivales para regalárselos a personas a las que les podían interesar.

Perteneces a una aclamada generación de escritoras latinoamericanas, pero tu estilo se aleja de la escuela del realismo mágico que sí abordan otras de tus contemporáneas. ¿Por qué?
Nunca me he sentido alejada del realismo mágico. Acabo de estar un semestre en Iowa dando clases de escritura creativa a jóvenes estadounidenses y les decía: “Lo que para ustedes es el realismo mágico, para nosotros es la vida normal y corriente”. Nuestras mamás nos dicen que Dios nos observa, que los fantasmas existen, que pueden hablar con los muertos… Lo que pasa es que mis temas siempre tienen que ver con la violencia estructural hacia las mujeres, con cómo cada decisión de los gobiernos o las instituciones afecta directamente a su vida privada. Tal vez mi literatura sea demasiado materialista en ese sentido.

Los temas femeninos han ganado presencia literaria gracias a escritoras como tú. Aun así, ¿sigues echando en falta voces?
Más que echar en falta voces, lo que siento es que las mujeres estamos escribiendo de un montón de temas, pero tratan de encorsetarnos con lo de “literatura femenina” y eso reduce nuestra visibilidad. Quisiera morirme diciendo: "Al fin nos dijeron que escribimos solo literatura, sin apellidos”. Si Agota Kristof, que es la escritora que mejor ha descrito la Europa del siglo XX, publicara hoy alguien le diría: “Estás hablando de la orfandad de dos niños”. Y no es así, está hablando de la guerra y de la violencia europeas.  Lo que no me gusta, confieso, es que haya editoriales —y no estoy señalando a ninguna— que digan: “Ahora escríbete un libro sobre maternidad”.

El talento literario iberoamericano conecta en la Feria del Libro. Para ti, que naciste en México pero vives desde hace años en España, ¿qué importancia tienen las conexiones entre España y Latinoamérica?
Son superimportantes. Desde que empecé a hablar de mi trabajo, que tiene que ver con México —pero también con España—, he buscado superar los estereotipos. A mí me interesa conversar con España, que es donde vive mi familia, y tenemos algo muy importante para ello: el español. Una herramienta que sirve para romper barreras y construir sociedades más inteligentes a través de la conversación. Siempre digo que nací en México, pero que también soy española y madrileña. En Madrid hay un montón de gente latinoamericana nutriendo la ciudad y convirtiéndola en algo mucho más rico. Por eso es interesante que la Feria tenga un Pabellón Iberoamericano.

Has visitado la Feria del Libro como escritora, pero seguro que, como madrileña de adopción, también lo haces como lectora. ¿Qué lado prefieres?
Prefiero visitarla como lectora porque me encuentro con un universo de libros interesantísimos. En cambio, como autora me toca estar hablando de mí misma y eso es aburridísimo [risas]. Las libreras y los libreros en la Feria son maravillosos, me saludan y me invitan a entrar en la caseta… ¡me dejo achuchar por ellos!

“Es un lujo saber que algo que tú escribiste toca a otras personas. Si algo me interesa en la vida es conversar y lo hice a través de los libros”

“La mayor parte de la inspiración me ha llegado a través de las páginas de sucesos”, confesó Almodóvar en una ocasión. A ti te ocurrió algo similar con Ceniza en la boca, ¿no? ¿Dónde buscas o encuentras inspiración?
Siempre en la calle, mucho más que en los libros. A mí me gusta mucho salir a caminar, observar a las personas y escucharlas. Hay veces que voy por la calle y escucho alguna frase que me activa. ¿Sabes qué pasó con Ceniza en la boca? Iba en el metro escuchando a una mujer latinoamericana de clase trabajadora hablando por teléfono con alguien de su país y sentí como un dolor en el estómago porque sabía que ella estaba en Madrid, en el metro conmigo, pero su cabeza estaba en otro lugar. Me estremeció. Luego conecté con la historia del chico que, desafortunadamente, se suicidó. Pensé que tenía que ver con habitar algo físicamente, pero estar en otro sitio… Con esa nostalgia, con ese no pertenecer.

Diego Luna ha dirigido la adaptación al cine de Ceniza en la boca. Y Casas vacías tuvo una adaptación teatral. ¿Cómo llevas que otras personas moldeen tu material?
¡Me encanta! Es un lujo saber que algo que tú escribiste toca a otras personas. Creo que yo ya gané, ¿no? Si algo me interesa en la vida es conversar y lo hice a través de los libros. Me siento muy afortunada de que Diego o Mariana decidieran conversar con mi trabajo y hacerlo suyo, lo interpretaron a su manera y eso es lo interesante. No hay nada más importante para una persona que desarrolla una disciplina artística que ver cómo la gente hace suyo su trabajo, de alguna manera deja de pertenecerte.