Almudena Romero
El poder revelador de las plantas
Almudena Romero cultiva y revela imágenes en plantas y semillas germinadas para defender la importancia de la fotografía sostenible y efímera. Pétalos y hojas ‘sensibles’ capaces de transmitir una nueva concepción del tiempo y de la naturaleza.
Valencia, un viernes al mediodía en una casa de campo, donde los abejorros sobrevuelan plantas convertidas en obras de arte. Nadie imaginaría que el laboratorio de la multipremiada artista visual Almudena Romero (Madrid, 1986), maestra de artistas en la National Portrait Gallery de Londres y de la Universidad de Stanford de Florencia, se encuentra escondido en el jardín de la casa de su abuela, en la costa mediterránea.
Entre buganvillas y adelfas pone en práctica el conocimiento transmitido de generación en generación para entender los tiempos de la naturaleza, los ciclos solares y su impacto en las plantas. En ese jardín cultiva y experimenta con hojas como parte de su proyecto de investigación, The Pigment Change, que después de pasar por los Encuentros de Arlés se exhibirá en la feria internacional Paris Photo. Considerada una de las pioneras en la 'biofotografía' del siglo XXI, esta especialista en técnicas de revelado del siglo XIX ha sido capaz de conjugar arte y medio ambiente a través de la impresión fotográfica.
Después de estudiar durante años técnicas fotográficas antiguas, ¿cómo surge tu interés por la fotosíntesis y las plantas como soporte creativo?
Antes trabajaba mucho con el colodión húmedo, la técnica que permitió los primeros negativos en cristal, que a su vez hicieron posibles las primeras copias. Esta tecnología tuvo un impacto enorme en cómo la gente se veía a sí misma y cómo se quería editorializar hacia los demás. Como especialista en técnicas del siglo XIX había leído los tratados de John Herschel, inventor de la cianotipia y de la idea de "escribir con luz", y su correspondencia con Mary Somerville, que en realidad colaboró en estas investigaciones sobre fotografía, pero no lo pudo publicar con su nombre por ser mujer. Y eso me llevó a pensar en el impacto de la fotografía sobre cómo nos entendemos a nosotros mismos y nuestra expresión ante el mundo.
¿Cuál era el objetivo de aquella fotografía y en qué se diferencia de la contemporánea?
Herschel y Somerville buscaban la impresión a color y descubrieron el tiosulfato de sodio para revelar imágenes. Esto era revolucionario. Pero, al mismo tiempo, la química con la que trabajaban, el colodión húmedo, tiene un impacto medioambiental considerable, como toda la fotografía analógica. Me quedó claro que el objetivo de aquella fotografía en el siglo XIX era la explotación, producción y comercialización. Pero eso ya está superado hoy, que tenemos una crisis climática real, y me llevó a repensar la manera de imprimir de una forma más sostenible, que cambie nuestra relación con la naturaleza. De ahí surge el proyecto The Pigment Change.
¿Crees que tu fotografía puede servir de inspiración, como defensa del medio ambiente?
Creo que sirve para entender la naturaleza de una forma diferente. Mis abuelos eran agricultores y mi abuela me educó mucho en la observación: cómo plantar, cultivar, cómo cuidar las plantas. Esto te lleva a un ejercicio de introspección, a una concepción del tiempo diferente: “Para revelar ciertas imágenes necesito este tipo de hojas y necesitaré exponerlas tantos días al sol”. Luego llegan las nubes y tienes que esperar. O las semillas siguen su proceso y se deterioran, como la impresión sobre berro. Hay que acostumbrarse a la idea de que las cosas efímeras pueden ser las más sostenibles, sobre todo cuando parece que lo efímero ya no vale. Hay que cambiar este discurso. Es un problema pertinente y creo que hay que promoverlo entre artistas e investigadores y lanzar un mensaje al mercado del arte: “Mi obra es efímera”. Es importante que el mercado se adapte al artista y no al revés. La idea de producir por producir está en el origen de la crisis medioambiental.
“Hay que acostumbrarse a la idea de que las cosas efímeras pueden ser las más sostenibles, sobre todo cuando parece que lo efímero ya no vale”
Tu proyecto, The Pigment Change, imprime imágenes en plantas. ¿Cómo es el proceso creativo?
En el primer capítulo del trabajo me hago dos preguntas: “¿Realmente tenemos la necesidad de producir? ¿Cuál es el papel de los artistas en esta crisis del medio ambiente?”. A partir de ahí revelo imágenes de manos, como símbolo de producción, en hojas que se conservan en bioresina. Observé que las plantas que están en el jardín orientado al norte de mi abuela son las que graban mejor la imagen, porque no están acostumbradas al sol. Químicamente se da un cambio de pigmento, como mecanismo de supervivencia, y eso es lo que utilizo.
¿Y cómo funciona ese mecanismo?
Las plantas “rompen” su clorofila y generan carotenos como reacción a un exceso de energía, al exceso de luz. Para que el sol no interrumpa el mecanismo natural de la fotosíntesis, los carotenos dejan que pase la luz libremente y así no se “queman”, por decirlo de alguna manera. Busco plantas que permitan ese cambio de pigmento y sobre ellas coloco una lámina de acetato en la que he impreso la imagen que busco y las expongo al sol para aprovechar esa ruptura de la clorofila. Una vez obtenida la impresión en las hojas, pasan por un baño en cobre diluido al 1% para que el pigmento sea mucho más resistente a la cantidad de luz presente en una galería, por ejemplo.
Cuando ganaste Residencia BMW 2020 de Fotografía con este proyecto, ¿no hubo reticencias a que tu obra final pudiera autodestruirse?
Al contrario, estaban muy concienciados con eso y me dieron todo tipo de facilidades. La residencia tiene dos exhibiciones programadas, pero aceptaban que no hubiera obra producida, así que decidimos documentar el proceso de creación. Sabían desde un principio que yo dependo de la reacción de las plantas y que podría no funcionar. Ocho meses he tardado en encontrar, después de probar todo tipo de musgos y hojas, la semilla del berro como soporte para el bloque Family Album, donde proyecto antiguos negativos familiares. Me gusta imprimir en berro germinado por el grano que consigue, su escala de grises y la definición. Pero solo durarán unos cinco días y se pudrirán. Veremos si aguantan los días de exposición en Paris Photo.
“Es importante que el mercado se adapte al artista y no al revés. La idea de producir por producir está en el origen de la crisis medioambiental”
Tu trabajo no solo implica el esfuerzo de conseguir que las plantas revelen la imagen, sino que también has roto el tabú del secreto artístico, ¿por qué?
Uno como artista se tiene que plantear cómo y por qué producir. ¿Es solo un problema de ego, aporta algo a la conversación? Enseñar mi proceso creativo, la superación de dificultades, para mí es importante porque creo en la universalidad del conocimiento. ¿A quién benefician las técnicas secretas de un "artista casi mágico"? Al mercado del arte, a las élites. A mí esa exclusividad me gusta a medias. Por eso hago divulgación a través de mis canales de comunicación, para que cualquiera pueda intentar esta técnica en casa. Me ha pasado que un profesor vea los vídeos que subo a YouTube y lo enseñe él en clase. No importa que los alumnos no sepan que he sido yo quien hizo el esfuerzo de experimentar hasta conseguirlo: para ellos será igualmente una experiencia enriquecedora.
¿Por qué esa búsqueda deliberada del arte efímero? ¿No trataba la fotografía de hacernos inmortales?
Es cierto, las antiguas fotos de familia tenían el objetivo de decir quiénes somos; llevan muy implícito el concepto de “legado”. Pero, ¿qué legado queremos dejar a las generaciones venideras? Creo que no se trata solo de pensar quiénes éramos, sino qué dejamos. Esto está muy relacionado también con qué necesitarán los hijos. Más que “quién” me interesa el “qué”. Y no sé cómo vamos a vivir en un futuro, no sé si el acceso al agua, por ejemplo, estará garantizado. Desde mi perspectiva, el rol del artista es contribuir a repensarnos, por eso la reflexión sobre lo efímero y el legado. Más que producir piezas artísticas para que caigan en grandes colecciones, creo que se trata de generar un cambio de pensamiento. Una nueva concepción de nosotros mismos y de la naturaleza.
“Se trata de generar un cambio de pensamiento. Una nueva concepción de nosotros mismos y de la naturaleza”
¿Tu investigación demuestra que las plantas son capaces de hacer fotografías?
De eso trata el último capítulo, Faire une Photographie, donde estudio el cambio de color de la Flor de Pascua: la meto en una caja negra y altero la iluminación que recibe para que cambie de verde a rojo. Creo que, si no hubiera contaminación lumínica en las ciudades, ese cambio de color lo haría la planta sola, con suficiente diferencia entre oscuridad y claridad. Pero si esta planta puede hacer el proceso fotográfico sola, ¿quién hace realmente la foto, la planta o yo? ¿No será que las plantas pueden hacer también arte? Esta pregunta me llevó a una segunda parte del proyecto, que ya estoy investigando.
¿En qué consistirá ese próximo trabajo y qué técnica aplicarás?
Ahora estoy leyendo a Stefano Mancuso, un experto en neurobiología vegetal con una teoría interesante que defiende que las plantas “juegan”. Que son inteligentes, piensan y actúan en consecuencia. Por ejemplo, las flores tienen un sistema que hace “marcas” en sus pétalos, que solo se ven en la luz ultravioleta y sirven para orientar y atraer a los insectos polinizadores. Estoy investigando ambos aspectos: si las plantas por sí mismas pueden hacer arte, por un lado, y por otro, cómo funciona la idea de guiar a los polinizadores. ¿Quizá solo están jugando? Para poder enseñar estas marcas ultravioletas necesito usar tecnología digital. ¿Adónde nos lleva esto? Es importante hacer fotografía con el menor impacto medioambiental, es cierto, pero si conseguir cero impacto me impide elaborar el discurso, no me sirve. El objetivo es avanzar hacia una conciencia diferente sobre la naturaleza y usar la tecnología más sostenible posible.