Yaiza Pinillos
El esplendor del diseño
El mundo de la cultura no sería lo mismo sin todas esas personas que trabajan lejos de los focos. Una de ellas es Yaiza Pinillos, gran referente del diseño de vestuario escénico en España. Como ganadora del Premio Mujeres a Seguir 2024 en la categoría de Cultura, la diseñadora no dejó pasar la oportunidad de reivindicar el carácter coral de su oficio, en el que cada pieza del engranaje es imprescindible para que la maquinaria funcione.
Yaiza Pinillos (La Orotava, 1977) es una de las diseñadoras de vestuario escénico más importantes de España y, en reconocimiento a su labor, recibió recientemente el Premio Mujeres a Seguir 2024 en la categoría de Cultura. “Cuando me anunciaron que era finalista me pillaron trabajando a mil revoluciones”, recuerda. Para Yaiza el talento debe ir acompañado de trabajo, así que tiene todo el sentido que el anuncio le encontrara finalizando la producción de Romance Sonámbulo, una obra estrenada el pasado 11 de noviembre y que aterrizará próximamente en el Teatro Español (11-20 abril). “El que llega adonde se propone es aquel en el que confluyen talento, pasión, trabajo y un poquito de suerte”, remarca. La diseñadora aprovechó su discurso en la gala de Mujeres a Seguir para reivindicar la labor de “los que hacen que la cultura brille en todo su esplendor” y visibilizar su oficio, para tantas personas desconocido.
¿Cómo termina una historiadora del arte convirtiéndose en el gran referente del diseño de vestuario escénico en España?
Fue una casualidad o, tal vez, una causalidad. Lo digo porque, a pesar de no tener claro a qué quería dedicarme, nunca cejé en mi empeño por descubrir cuál era mi pasión y cómo desarrollarla plenamente. En cualquier caso, dar con ella (o que ella diera conmigo) tuvo un componente fortuito, como una especie de revelación. Un día un amigo que tenía una productora teatral se quedó sin figurinista a poco del estreno y me rogó que me hiciera cargo del diseño de vestuario. Ahí empezó todo.
La investigación y la creatividad son esenciales en tu oficio. ¿Qué papel juega cada una?
La investigación es la inspiración para crear mis universos ficcionales. La creatividad surge a partir de la investigación, pero no es así del todo porque también proviene del estómago. Si no creara, reventaría. Mi capacidad creativa tiene un componente innato, pero está enriquecida por mis estudios en Historia del Arte y Bellas Artes, que me dotaron de conocimientos en proporción y composición, literatura, filosofía, iconografía, mitos, religión… En definitiva, son la base de mi creatividad. Además de la investigación y la creatividad, para mí es fundamental la pasión, la motivación.
“A pesar de no tener claro a qué quería dedicarme, nunca cejé en mi empeño por descubrir cuál era mi pasión y cómo desarrollarla plenamente”
¿Y cómo arranca tu proceso creativo?
Mi tarea fundamental como diseñadora es materializar ficciones y el primer paso de ese proceso es imaginar, en el sentido de crear imágenes a partir de las ideas que me transmite el director. Después viene un profundo análisis y una investigación que ensancha los conceptos imaginados en ese primer encuentro. Esta parte es la más íntima, la más solitaria, pero tal vez la más apasionante a la que se enfrenta un diseñador.
Cuando diseñas para danza, donde el movimiento es fundamental, ¿el principal reto es aunar concepto y estética sin perder de vista la comodidad?
Lo principal en danza es danzar, por ello el vestuario debe poseer las mejores condiciones de ergonomía para el intérprete. Una vez aceptado que la forma sigue a la función —un principio del diseño—, entra en juego la pericia, el talento del diseñador para crear vestuarios que aporten conceptualmente a la obra.
El vestuario dice mucho de nosotros. ¿Entender la psicología de los personajes a los que vistes es otra de las claves en tu trabajo?
Desde luego, pero aún más importante es entender qué quiere contar el director con la puesta en escena. Un diseñador debe desarrollar la empatía y la intuición, tener la capacidad de leerle la mente al director y empezar a crear a partir de esa clarividencia. Si un diseñador cuenta con esas virtudes, además de con una serie de conocimientos técnicos irrenunciables, puede entregarse a la creación sin miedo a equivocarse.
¿Qué ha significado para ti recibir el Premio Mujeres a Seguir en la categoría de Cultura?
Más de lo que imaginaba. A la gala fui, sobre todo, por mi madre [risas], que vino desde Tenerife. Una vez allí me maravilló el potencial que tenemos las mujeres unidas en torno al talento, sea en el campo que sea. Me sentí parte de algo muy poderoso y a la vez muy generoso. Conocer de primera mano tanto talento femenino fue una experiencia nueva, bella y positiva. Me siento profundamente agradecida por este premio.
“Me maravilló el potencial que tenemos las mujeres unidas en torno al talento, sea en el campo que sea. Me sentí parte de algo muy poderoso y a la vez muy generoso”
En tu discurso reconociste la labor de sastres, sombrereros, zapateros, guarnicioneros, bordadores, tintoreros… ¿El diseño de vestuario es un trabajo en equipo?
Absolutamente, es un trabajo coral por definición. Todos los integrantes de un proyecto, que son muchísimos, hemos de remar con la misma fuerza y en la misma dirección. Si una de las partes tiene un problema, el resto del equipo se resiente y, entre todos, debemos solventarlo. Cada pieza del engranaje es fundamental para que la maquinaria funcione. Todos los procesos deben seguir un orden estricto para que surja la magia.
También reivindicaste “a los que hacen que la cultura brille en todo su esplendor”. ¿Echas en falta mayor reconocimiento hacia los que trabajáis apartados de los focos?
No quería dejar pasar la oportunidad de reivindicar todo el capital humano que trabaja en la puesta en escena. Es importante que la gente que asiste a una función entienda que, tras esa ilusión, hay una industria que da de comer a muchas familias. Nadie habla nunca de ese tejido profesional altamente cualificado, especializado y responsable, pero porque en muchos casos la gente ni siquiera sabe que existe. Todos los que formamos parte de este engranaje somos conscientes de que tenemos que dar lo mejor para que la máquina funcione y genere los resultados que nos hemos marcado.
Tu oficio tiene mucho de artesanal, de tradición. Aun así, ¿hay espacio para la innovación?
¡Desde luego que sí! La innovación debe formar parte de nuestro trabajo. Mis equipos dedican mucho tiempo —y esfuerzo económico— a investigar nuevos materiales y técnicas. Soy una firme defensora de la tecnología como medio para conseguir nuevas soluciones, y muestra de ello son los innovadores procesos de manipulación textil que aplico a mis diseños. Pero la realidad es que el vestuario escénico es la hermana pobre de una familia ya de por sí con escasos recursos. La inversión pública y privada es baja, probablemente debido al desconocimiento, y de ahí mi interés por visibilizar nuestro trabajo. En la mayoría de los casos las innovaciones corren a cargo del propio diseñador.
“El talento es un don, una gracia, pero por sí mismo no garantiza nada. Para que brille en toda su magnitud debe ir siempre acompañado de trabajo”
Como docente que eres, ¿cómo explicarías a tus alumnos qué es el talento?
El talento es un don, una gracia, pero por sí mismo no garantiza nada. Para que brille en toda su magnitud debe ir siempre acompañado de trabajo. La pasión por el trabajo bien hecho, por la adquisición de conocimientos y por el esfuerzo para desarrollar nuestras capacidades es clave. Mis alumnos son la prueba: algunos, ya en sus primeros ejercicios, muestran una capacidad innata, pero carecen del tesón suficiente para que ese don vierta sobre ellos toda su gracia. Mi experiencia docente me ha enseñado que personas desprovistas de talento innato, pero con gran capacidad de trabajo, pueden llegar más lejos que aquellos que sí lo poseen pero no invierten en él.