La Selección Femenina de Baloncesto cinco años después de rozar el cielo
Este verano se cumplen cinco años de uno de los continuos y recientes hitos que está consiguiendo el baloncesto femenino nacional. La selección española logró el subcampeonato mundial, consolidándose en el ránking FIBA como el mejor equipo europeo y sucumbiendo tan solo y en la final ante el todopoderoso combinado de Estados Unidos. Recordamos aquel torneo fantástico en el que un grupo de amigas sumaron un nuevo metal al medallero nacional.
Rememorando la diversión vivida en una época anterior, Loquillo y los Trogloditas cantaban su famoso tema Cuando fuimos los mejores. Por el título ésta canción podría aplicarse perfectamente al papel que desempeñó la Selección Femenina de Baloncesto en el Mundial de Turquía de 2014, ya que tan solo el extraterrestre equipo de Estados Unidos pudo con las nuestras. Aquel 5 de octubre, un grupo de amigas volvió a divertirse sobre la cancha y, aunque no pudo llevarse el oro, se colocó en el ranking FIBA como la mejor selección de Europa.
Alba Torrens, Sancho Lyttle (ambas incluidas en el quinteto ideal de aquel torneo), Laia Palau y compañía volvieron a juntarse, como muchos otros veranos, bajo la batuta del seleccionador Lucas Mondelo. Brasil, República Checa y Japón fueron las primeras víctimas de un estilo de juego dinámico, alegre e intenso que llevó a la selección española hasta los cuartos de final sin apenas sufrimiento.
El siguiente escollo fue China, que tampoco supo cómo hincarle el diente a nuestra selección femenina y, en una vuelta más de tuerca, nos vimos las caras con la anfitriona Turquía en las semifinales. Diez puntos tras una vibrante remontada marcaron la diferencia y dieron el pase a la primera final mundial para el combinado nacional. Las chicas del baloncesto ya habían hecho historia, una vez más en los últimos años, antes de verse las caras con EE UU.
Desde aquel Mundial de 2014 estas chicas han continuado divirtiéndose y cosechando éxitos
Las norteamericanas, con una plantilla plagada de estrellas, no dieron opción a las nuestras de disputar ni el partido ni el torneo. Lo que no consiguieron fue borrar la sonrisa de las caras de las chicas de Mondelo cuando, orgullosas y tras haberlo dado todo, subieron al segundo puesto del podio. Una plata con sabor a oro y, sobre todo, un peldaño más en la meteórica escalada al éxito que está teniendo desde los años noventa el baloncesto femenino español.
Desde el lejano oro en el Eurobasket de 1993, las chicas de la selección de baloncesto han ido metiendo al zurrón un metal tras otro. Después de aquel subcampeonato en el Mundial de 2014, ya sin las emblemáticas Amaya Valdemoro y Elisa Aguilar, llegaría una plata olímpica en Londres 2016, el tercer oro y otro bronce en los Eurobaskets de 2017 y 2015, respectivamente, y el bronce en el Mundial de España de 2018.
Este verano, con la incombustible Laia Palau capitaneando la nave (es la jugadora española con más internacionalidades de la historia), las chicas volverán a luchar por el cuarto Eurobasket, donde también estarán otras cuatro jugadoras que lograron hace cinco años el subcampeonato mundial (Laura Nicholls , Silvia Domínguez, Marta Xargay y Anna Cruz). Lo que ya no se respira es el aire nostálgico de la canción de Loquillo y los Trogloditas, ya que desde aquel Mundial de 2014 estas chicas han continuado divirtiéndose, cosechando éxitos y compitiendo por seguir siendo las mejores, como refleja el palmarés. Y lo que les queda.